Nueva York es siempre la misma
Viernes, 08 Diciembre 2017 11:00

Nueva York es siempre la misma

En el Portal de América afortunadamente, contamos con varios de los columnistas más prestigiosos en turismo. Damián "Perucho" Argul es quizás, además de uno de los más sabios, quien tiene la inmensa virtud de una narrativa precisa, comprensible, con el agregado de una experiencia riquísima como operador turístico. Compartimos uno de los mejores trabajos que le conocemos, tal vez por tratarse de su amada Gran Manzana. El Director.

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por Damián Argul, desde Carrasco, Uruguay

 


Si “Desayuno en Tiffany’s” se volviera a filmar hoy, Audrey Hepbrun no necesitaría desayunar de pie en las vidrieras de la famosa joyería, ya que, recientemente, en el cuarto piso , donde hasta hace poco se vendían pequeños artículos de plata, regalos empresariales y tarjetas  hechas  a la medida que parecían verdaderas joyas, se puede desayunar, almorzar o  tomar una taza de té. La cafetería se llama The Blue Box y los precios son bastante razonables, sobre todo si los comparamos con los de la planta baja.

Hace casi sesenta años que voy a Nueva York y puedo afirmar que la ciudad y específicamente Manhattan –mi isla preferida– es la misma de siempre: cambiante, innovadora y sorprendente.
Me sorprendió en mi primer viaje y me sorprendió en el último. Siempre igual.

Eso no quiere decir que Umberto Eco no tenga razón cuando dice que lo que no le gusta de Nueva York “es que si te gusta un lugar y cuando en un próximo viaje querés volver a él, no solo no está sino que demolieron toda la manzana.”
Es cierto y doy fe. Me ha pasado muchas veces por ejemplo dos de las tiendas que más me gusta visitar, la juguetería FAO Schwartz y la cristalería Steuben Glass ya se mudaron de la Quinta Avenida.

El primer restaurant  que me deslumbró el italianísimo Mama Leone, cerró hace años y Elaine’s bar y restaurante, repleto de celebridades, a donde me gustaba llevar a mis amigos, cerró hace poco.

También cerraron los famosos Regine´s y Studio 54 así como la librería Brentanos y Leo Castelli la Galería que ocupó el centro de la escena artística por muchos años.
Por eso cuando vuelvo a un lugar que me gustó y si, al revés de lo que dice Eco, sigue abierto, me sorprende gratamente como me sorprende cada cosa nueva que encuentro.


Por ejemplo caminar por la calle 44 oeste entre las avenidas Quinta y Sexta, que debería figurar en las guías turísticas. En un sola cuadra hay restaurantes y hoteles hisóricos como el Algonquin y el Iroquois o el Royalton con la siempre provocativa  decoración de Phillip Starck. Y en esa sola cuadra están las sedes del Harvard Club, el Penn Club y el fastuoso Yatch Club de Nueva York, es un paseo para hacer tarde, después de cenar, cuando los porteros son menos celosos.

A pocas cuadras, la 47 también entre Quinta y Sexta, conocida como el Distrito de los Diamantes donde trabajan 2.500 joyeros independientes en una sola cuadra, es el segundo mercado de diamantes del mundo, después de Amsterdam. Una calle llena de gente tal como ha sido filmada en películas como “Maratón de la Muerte y “Una extraña entre Nosotros”, la nota pintoresca la ponen los judíos hasidic y las rigurosas medidas de seguridad, no siempre visibles. Puede ser un lugar apropiado para comprar una joya como lo hacen los novios para “hacer la pregunta”.
Otra calle para recorrer es la 22 West entre las avenidas 11 y 12 Chelsea a donde fui a buscar sin suerte el Dia Center un  lugar de exposiciones siempre interesantes. Ya no está mas pero en la vereda siguen plantados los árboles de bronce que el artista alemán  Joseph Beuys expusiera en la Documenta de Kassel.
Claro que de exposiciones y museos no nos podemos quejar, aunque sorpresas no faltan en donde estaba el Whitney Museum ahora está el  Met  Breur Museum –sucursal del Metropolitan- dedicado al arte moderno. A su vez el Whitney se mudó al Meat Packing District, barrio al que transformó totalmente con un nuevo edificio  obra del arquitecto Renzo Piano.
El mismo Piano diseñó no hace poco la expansión del Museo y Biblioteca Morgan, una institución que exhibe valiosísimos libros y mapas, documentos, partituras y manuscritos de grandes personajes de la historia, pero solo el escritorio y la biblioteca privada de señor Morgan, fundador del Chase, justifica la visita, además de la a ampliación de Piano, el que hizo el Pompidou.

A lo largo de los años la transformación más notoria de las que fui  testigo, ocurrió en la calle 42, una calle “pesada” que hoy parece Disneylandia, algo similar puede decirse de “la cocina del infierno” y en cierto modo del Soho, un pintoresco reducto de la bohemia cuyos excéntricos negocios se han venido reemplazando por tiendas de lujo y se mudaron a Williamsburg, en Brooklyn.


Algunos edificios es posible que sigan en pie durante muchos años pero eso no los hace menos interesantes. Penetrar en ellos puede dar lugar a agradables sorpresas. La Catedral  San Juan el Divino –de culto pentescotal,la más grande del mundo- puede parecer un poco mamotrética con su estilo neo-gótico pero en su interior hay una serie de altares/capillas realmente impactantes: una con cartas de prisioneros; otra a la Paz; otra a los bomberos caídos en servicio; al SIDA y una cruz coloridamente pintada con motivos latinoamericanos que tiene clavada un  puñal con un mango  con los colores de la bandera de EEUU.


Algunos de los grandes rascacielos también merecen visitarse. Recomendamos el Ford Fondation Building y el 590 Madison Avenue ( Edificio IBM).
Sus plantas bajas, grandes atrios con jardines interiores, abiertos al público son verdaderos oasis urbanos que ofrecen asientos,toilettes y un puesto de cafetería, ideales para descansar en el corazón de Manhattan.
Es muy interesante el  Philip Morris Atrium, un espacio con gradas donde se exponen obras del Whitney Museum y donde también la gente se sienta a almorzar – llevándose su propia comida, un momento de descanso amenizado por las frecuentes y respetuosas manifestaciones anti-tabaco que se suceden en su frente.
En mi último viaje tampoco encontré una de mis restaurantes favoritos, Nirvana, ubicado en una Carpa hindú frente a Central Park, que ha dejado de funcionar recientemente. La comida, fuertemente condimentada, era acompañada por el cadencioso murmullo de la lectura de manos a los comensales.
 

Un lugar muy especial

Todavía me queda la Calle 6, Little India una pintoresca cuadra llena de restaurantes hindúes.
En materia gastronómica las novedades parecen ´provenir de estas latitudes. El chef uruguayo Ignacio Mattos triunfa con sus tres restaurantes Flora Bar, Café Altro Paradiso y Estela. A su vez el Chimichurri Grill tiene ahora 21 sucursales. El Chivito de Oro, para los nostálgico, sigue abierto en Jackson Heights ( Queens), aunque, preciso es advertirlo, no hay Chajá como el de Paysandú..

Finalmente una mención a dos clásicos imperdibles, generalmente dejados de lado por los circuitos turísticos:
La Colección Frick.  Un museo a escala humana, en la que fuera mansión del magnate del acero Henry Clay Frick, es la más cuidada colección de artes decorativas y pinturas que se puede imaginar.

Magníficamente colocada, exhibe importantes obras de Tiziano, Ingres, Rembrandt,  Velázquez, Holbein,Goya, Vermeer y Renoir. Aclaro que llegué a esta colección después de un artículo de Jorge Abbondanza que la ubicaba entre las mejores del mundo.
Mas al norte de la Isla, lo que permite un recorrido por barrios menos transitados: The Cloisters (Los claustros) es un edifico construido con partes de cinco abadías medievales traídas de Europa piedra por piedra, perfectamente ensanbladas y armonizadas. Los jardines interiores se han plantado con  los mismos elementos que se ven en los cuadros y tapices de la época. En cada espacio se especifican claramente las piezas originales. La colección –que pertenece al Metropolitan - es importante pero su punto alto es la tapicería flamenca de La dama del Unicornio, una verdadera delicia.

Jeremiah Moss en su libro “Nueva York está desapareciendo” preocupado por la hiper-gentrificación dice que Nueva York es “una ciudad que perdió su alma. No soy quien para argumentar contra el autor, pero yo voy a creer eso el día que vuelva a esa ciudad y encuentre todo como la vi en mi último viaje: todo igual, en su mismo lugar y sin sorpresas.

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