por Eliseo Sequeira, desde Montevideo

Y después de un largo período electoral, donde hubo diferencias entre lo que medían las encuestas y los resultados de las urnas, todos se creen con el conocimiento y la capacidad necesaria para evaluar una encuesta. Y así se escuchan opiniones, unas sólidamente fundamentadas y otras en el extremo del disparate, sean a favor o en contra, todo depende de cómo afecte el resultado de la encuesta al orador de turno.

Lo que debe ser entendido, es que una encuesta es simplemente una herramienta para medir a través de una muestra y con una determinada precisión, un hecho o proceso, pero a un costo inferior que el que se tendría si se midiera la totalidad.

Las políticas públicas necesariamente deben basarse en la información proveniente de las encuestas, que permiten desarrollar los distintos índices: de precios, de salarios, y un largo etcétera. Una de las principales herramientas que tiene el Uruguay para estos efectos, es la Encuesta Contínua de Hogares y Vivienda, en la que además de aquellos datos que históricamente se han incluido, los distintos organismos y aún empresas, tienen la posibilidad de incluir preguntas recogiendo información de su interés en uno o más de los muestreos que se hacen a lo largo del año.

Y es así que el Ministerio de Turismo decidió desde 2011 (la información está disponible en la web del Mintur desde el primer trimestre de 2011) incluir una serie de preguntas en esta Encuesta cuatro veces al año, para estimar el comportamiento del turismo interno en los tres meses anteriores a la toma de datos. Y esa información, procesada, es la que en su momento se divulgó.

Pero lo que se tiene que tener muy presente es que esta información es una herramienta para medir a nivel macro una actividad socioeconómica, y así tomar decisiones políticas y administrativas que la conduzcan por la vía que el gobierno pretende.

De ninguna manera se puede pretender que esa información macro se ajuste a la realidad de un sector o empresa específica. Y para poder incidir en esa toma de decisiones políticas y administrativas, desde el sector privado se tiene que recoger y procesar la información adecuada para contrastar con la pública. Toda opinión y comentario realizado sin bases sólidas de información, serán estériles o peor, contraproducentes.

Ninguna actividad puede prosperar si no se mide, proyecta y controla. Esto tiene un costo, se haga bien o se haga mal. Si se hace bien, es una inversión redituable. Si se hace mal, cae en la categoría del despilfarro. Si no se hace ... es suicidio.

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