El impacto de atentados al transporte de personas
Martes, 29 Julio 2014 09:49

El impacto de atentados al transporte de personas
Malaysia Airlines, con dos accidentes en marzo y julio de este año, nos hace volver sobre este tema de cómo afecta un accidente a una empresa de transporte y esencialmente en nuestra vida.
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por Luis Alejandro Rizzi, desde Buenos Aires

El caso de Malaysia Airlines es muy especial, ya que aún no se sabe que ocurrió con el avión desaparecido en marzo pasado, y el accidente de días pasados  fue consecuencia de un misil que lo derribó.

Esto significaría en principio que ninguno de los dos accidentes se debió a fallos en la seguridad operacional, por lo menos eso estaría claro en el segundo de ellos.

En cuanto al primero, el ocurrido en marzo pasado aun permanece como una gran incógnita que parece muy difícil de resolver.

Diría que esos dos accidentes, por sus características, podría haber afectado a la aviación comercial en general, aunque hasta ahora no se conocen o no conozco personalmente datos al respecto

Ucrania, Afganistán, medio oriente, parte de África, algunas zonas de América donde persisten grupos irregulares en acci    ón militar son zonas de riesgo, ya que parecería que es muy fácil poseer misiles de uso relativamente fácil, e idóneos para derribar aeronaves comerciales.

Es sabido que el “terrorismo” es una forma de combate no convencional, cuyo objetivo esencial es provocar desorden y atemorizar a terceros, en otras palabras generalizar el riesgo.

El pasado día 27 leía en la versión electrónica del diario “Expansión” que “Mientras los cohetes de Hamás “aterrizaban” cerca del aeropuerto de Tel Aviv, lo que llevó a algunas aerolíneas a cancelar sus vuelos a Israel, y los investigadores estudian el derribo del avión de Malasian Airlines, la industria de la aviación se vuelve a plantear si hay algún modo de proteger a los aviones de pasajeros de los misiles”.

Esta iniciativa ya fue objeto de estudio y quedó desalentada por su costo de implementación.

James Hogan, consejero delegado de Etihad Airways, decía, siempre según “Expansión” que “es muy poco habitual que aviones comerciales estén equipados con estos dispositivos, que al final no hacen más que aumentar los riesgos a bordo de una aeronave”. “Es más aconsejable que los aviones de pasajeros tengan una información lo más precisa posible sobre dónde pueden volar y dónde no”.

Personalmente comparto la idea de Hogan y estimo que las líneas aéreas comerciales y los países irán demarcando zonas riesgosas sobre las que no se deberían realizar vuelos comerciales.

La responsabilidad esencial será de los países, ya que cuentan con más elementos de juicio para restringir los vuelos sobre zonas que se consideren “calientes”, y por lo tanto los planes de vuelo deberán ser prolijamente revisados antes de ser autorizados. Ello sin perjuicio de publicar qué zonas son las consideradas  “riesgosas o calientes”.

Esto contribuiría al aislamiento de aquellas zonas en las que se crea que el único modo de dirimir conflictos es recurriendo a la guerra convencional, o mediante la acción de lo que llamamos “guerrillas”, o enfrentamientos entre fuerzas regulares e irregulares.

Hoy vivimos esta nueva conflictividad que se individualiza en fuerzas con importante poder militar, pero que actúan en cierto modo con independencia de los gobiernos, sin perjuicio que muchos de ellos usen o aprovechen sus “servicios bélicos”.

Sus banderas en general se sustentan en “fundamentalismos” que justifican el uso de cualquier medio y en cualquier circunstancia, siendo quizás la más dramática experiencia el atentado contra las torres gemelas en agosto de 2001.

A este tipo de “fuerzas militares” les interesa generalizar el desorden y el riesgo, por eso sus acciones militares, si así se pueden llamar, son sorpresivas y generalmente aprovechan la “buena fe” de la gente. Por ello su perversidad es difícil de medir según los valores de nuestra cultura.

Más que lograr un objetivo, su interés es acumular víctimas entre las poblaciones.

Si ajustamos la mirada, no solo el transporte aéreo comercial es o será objeto de ataques por parte de las fuerzas irregulares. España sufrió ataques en el transporte ferroviario como el de Atocha el 11 de marzo de 2004 y hace años en Moscú fue atacado un teatro.

Es obvio que aparece un tipo de conflictividad en cierto modo extraña a los sistemas políticos y que parecería funcionar sobre criterios de estricta venganza.

Hechos ocurridos en un país pueden originar una reacción contra otra población ubicada a diez mil kilómetros de distancia y que nada tuvo que ver con el hecho que se supone sirve de “causa”.

Ningún régimen político está exento, y sus fuerzas de seguridad regulares en general son impotentes para combatir este nuevo tipo de acciones, muchas veces provocadas por militantes suicidas que con su inmolación vaya uno  a saber qué recompensa esperan recibir.

Lo grave es que una sola persona puede causar cientos de muertes.

Quien está sentado a nuestro lado en cualquier medio de transporte, en un cine o teatro, en el metro o en un bus que nos saluda afectuosamente al llegar y nos desea un bien, puede ser nuestro verdugo y el  de decenas de personas…

El efecto mariposa se ha generalizado y el fundamentalismo puede explotar por doquier y es el nuevo riesgo con el cual deberemos convivir.

Será que poco a poco este nuevo relativismo o liquidez cultural nos irá alejando de la civilización sustentada en la “buena fe…”

Se le atribuye a Martin Luther King haber dicho: “Lo que más me preocupa no es el éxito de los violentos, de los corruptos, de los deshonestos, de los sin carácter, de los sin ética, lo que más me preocupa es el silencio de los buenos”.

Portal de América

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