por Luis Alejandro Rizzi, desde Buenos Aires

Desde ya anticipo que no estoy de acuerdo con este tipo de “salvatajes” ya que estimo perjudicarán la competencia, ya bastante agresiva, entre las líneas aéreas.

Las aerolíneas con problemas económico-financieros intentarán como última instancia rifar sus tarifas para hacerse de fondos para poder subsistir 24 horas más, aun están frescos los casos de Air Madrid y Air Comet.

Según Aerolatinnews, la Comisión Europea ha estimado que, entre 2011 y 2020, sólo el 0,07% de todos los pasajeros podría verse afectado por la quiebra de una aerolínea y, de ellos, sólo el 12% requeriría asistencia para llegar a casa. La misma comisión detectó que entre 2000 y 2010 quebraron 94 líneas aéreas, el 1% de las nueve mil que habrían afectado a un promedio de 200000/pax/año.

Comparando con los millones de pasajeros que vuelan por día, la verdad la cifra es insignificante y la pregunta que me hago es: ante problema tan insignificante ¿justifica tanto alboroto por el hecho que un grupo de compañías aéreas hayan establecido la llamada tarifa de rescate?

Este tipo de ayudas terminan contrariando lo que llamaría su “noble finalidad” ya que ante ese “salvataje” institucionalizado la gente tomará menos precauciones al elegir a su transportador, solo buscará la menor tarifa, ya de por si bajas, ya que en caso de falencia tendrá el regreso asegurado.

Hay una manía que yo creía latina que es la vocación por querer solucionarle a la gente todos sus problemas, misión realmente imposible incluso para el infalible Etham Hunt o Tom Cruise, si prefieren.

Esa vocación por lo imposible luego genera derechos que calificaría como absurdos que finalmente terminará en una obligación para los estados para repatriar gratuitamente a los pasajeros varados por quiebra de líneas aéreas.

La gente debe aprender a resolver sus problemas quien emprende un viaje debe prever que puede tener diversos inconvenientes, puede ser víctima de un robo, de una enfermedad, de la pérdida de un vuelo o un tren de la falta de una reserva en un hotel, un “sciopero” o de la quiebra de la línea aérea que eligió, en fin, son meros ejemplos, aunque en la mayoría de los casos estos contratiempos son mínimos o inexistentes.

Los estados y el mercado deben ofrecer los marcos apropiados para que la gente pueda desenvolverse y en los hechos, y siempre referido al caso de quiebras de líneas aéreas, hubo alternativas al alcance de los pax varados para que pudieran regresar a sus hogares del modo menos cruento posible.

Días pasados en un programa de televisión conducido por Gustavo Sylvestre, en el que se debatió con un muy bajo nivel, el futuro de Aerolíneas Argentinas, se insistió en que el transporte aéreo es deficitario y que todas las líneas aéreas pierden dinero.

Esa creencia es falsa ya que si todas perdieran dinero el margen de quiebras seria mucho mayor que el reportado por la Comisión europea y que referimos más arriba.

Pero también es cierto que el exceso de oferta impulsa la baja tarifaria o la existencia de tarifas que solo permiten obtener bajos rendimientos en comparación con otras actividades.

Las tarifas en dólares nominales de un viaje de Buenos Aires a Madrid o Roma, se mantienen iguales y en algunos casos menores a las vigentes en la pasada década del 70 y por el contrario y refiriéndonos al turismo específicamente todos los otros gastos propios de la actividad, servicios hoteleros, comidas, paseos se han incrementado sustancialmente.

La alta productividad de los nuevos aviones podría explicar en parte este fenómeno, pero no todo, porque los valores reales de las monedas fuertes también se han devaluado.

Los insumos de la actividad aumentaron de precio y desde la primera crisis del petróleo allá por 1973, los precios del barril aumentaron desde u$s 3 y pico a 12 hasta superar los 100 dólares hace unos años y hoy de nuevo a la baja con un piso que se presume para el petróleo WTI de u$s 60/70 y un poco más para el Brent Blend.

Un día habría que hacer un balance del “low cost” para determinar su favoreció o perjudicó el negocio aéreo. Lo cierto es que motivó a la gente para exigir menores tarifas como si el hecho de volar fuera un derecho natural o incluso humano.

El tema da para largo pero personalmente no creo en las tutorías, cuando aparecen los problemas siempre se generan alternativas para resolverlos y eso generalmente no es por caridad sino por marketing, pero se facilita la solución.

Así funcionan los mercados, mal que les pese a los que piden mas Estado…