por Luis Alejandro Rizzi, desde Buenos Aires
Según pude averiguar Ryanair opera entre 2300 y 2500 vuelos diarios, de donde una cancelación de 50 vuelos no sería motivo alguno ni de alarma ni de preocupación. Pero todos sabemos que el dinero es cobarde, y lo es aún más cobarde cuando se invierte en negocios netamente financieros, como es el negocio del transporte aéreo en la actualidad y el low cost en especial.
La causa de estas cancelaciones parece ser que Norwegian, la empresa a la que el inefable O’Leary le pronosticó unos pocos meses más de vida, le birló más de cien pilotos, los que obviamente no se pueden reemplazar en 24 horas.
En su momento y pese a que las acciones de Norwegian habían registrado bajas, su conducción mantuvo prudente silencio. Poco tiempo después, el audaz O’Leary fue sorprendido como lo hizo el lobo feroz con Caperucita roja, y de un bocado le fue devorada una parte de su actividad que duele mucho más de lo que realmente es, solo poco más del 2% de su programación diaria.
Ahora son las acciones de O’Leary, bueno las de Ryanair, las que en diez días perdieron un 12,6%.
Es cierto que Ryanair arrastraba problemas de demoras, que también le significan un costo. Su índice de puntualidad había descendido a un 80% y algunos voceros de la empresa culpaban a los aeropuertos por ineficiencia operativa. Pero es evidente que cuando se opera al segundo, en algún momento la precisión se pierde y se producen demoras por el efecto arrastre o dominó.
Holger Paulmann dijo en un reportaje muy concreto que publicó Aerolatin News, que podría haber exceso de oferta, refiriéndose al mercado de Chile, pero parecería que el mismo fenómeno se estaría produciendo en otros mercados, facilitado por una suerte de guerra tarifaria que si bien en muchos aspectos es solo aparente, ya que en definitiva operar aviones tienen costos similares y la eficiencia en la administracion del transporte aéreo se ha generalizado, salvo aquellas compañías que aún reciben subsidios explícitos como es el caso de Aerolíneas Argentinas y Austral.
Es interesante al respecto, y deberían tenerlo presente nuestras autoridades, estas declaraciones de Paulmann registradas en el portal arriba mencionado: “Creemos que el modelo low cost va a ser un desafío muy grande en Argentina. Allá las condiciones no están dadas para que el modelo de negocios pueda ser exitoso, porque el principal elemento diferenciador de una low cost es el precio y si no puedes vender a un precio por debajo de las otras líneas aéreas no resulta sostenible, y además no vas a poder estimular mucha demanda. Las proyecciones señalan que Argentina podría incrementar 2 ó 3 veces el número de pasajeros actuales, pero si no cambian sus condiciones actuales es poco probable que esto suceda.”
Este episodio de Ryanair/O’Leary quedará en la historia de las anécdotas, pero demostraría que se juega al límite, y la cosa es tener la suficiente inteligencia para no pasarlo.
Lo cierto es que por esta cuestión Norwegian y Ryanair coparon por unos días la atención del mundo del transporte aéreo.
No podemos negar que el transporte aéreo vive momentos apasionantes y veremos si O’Leary es un audaz temperamental o fríamente racional.
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