La representante de la inmobiliaria que nos alquiló la casa en que nos encontramos en Orlando de vacaciones es venezolana y cuando vino a visitarnos al llegar, para arreglar las formalidades estuvimos conversando y entre las cosas que la tenían más angustiada fue el hecho que por primera vez en 23 años que reside en EEUU había tenido que mandar una caja con comestibles para su familia residente en Caracas.

Nosotros mismos estuvimos personalmente en enero pasado y no podemos quitarnos de la mente las escenas de tremenda grisura que nos tocó ver y la difícil situación que atravesaban los venezolanos en ese momento. En aquella oportunidad, en una parte de la crónica de viaje Caracas: un mal momento para llegar como turista decíamos:
"Capítulo aparte resultan los guías turísticos. Por lo que pudimos saber casi todos adoptan la misma posición y según ellos "no hablan de política" sino que "informan a los pasajeros" y ahí trasmiten con mucho humor ácido no exento de tristeza la difícil coyuntura que están viviendo. Vimos las colas interminables de los caraqueños para comprar alimentos; vimos los locales de exhibición de las automotoras vacíos (no se importan automóviles desde 2009 pero la gasolina cuesta diez centavos el litro) y el mensaje esperanzado, dicho en voz baja y con ironía que se está a la espera que "el régimen caiga de maduro...".

De aquellos días al presente mucha agua corrió bajo los puentes y mucho ha empeorado la situación venezolana.

Agrega el matutino:"El acuerdo tendría una vigencia de cinco años prorrogables y apunta a la promoción de las actividades de las cadenas hoteleras, las agencias de viajes y las compañías de viajes aéreos o marítimos y a alentar la instalación de inversores del sector turístico venezolanos en Uruguay y uruguayos en Venezuela."

Nos permitimos preguntar: ¿esto es en serio o es broma?.

Pero no es todo, remata El País diciendo: El artículo 1 señala que "la intención de las partes es establecer un medio idóneo a fin de estimular el mutuo conocimiento de las respectivas culturas, historias y modos de vida a la vez que fomentar las visitas turísticas de sus nacionales y el intercambio de programas y acciones de promoción destinadas al fortalecimiento y consolidación en los diferentes mercados internacionales de la imagen del país y la marca de destino turístico, entre otros".

¿Qué se puede agregar?

Solamente decir que esta noticia marca a las claras que el turismo en Uruguay sigue siendo tierra de nadie y que de alguna u otra manera, seguimos devolviéndole a Venezuela los favores que nos hizo Chávez como cuando mandó dinero para el Hospital de Clínicas o abrió el Bandes para disimular la quiebra de una financiera. O quizás el favor que le hizo a Mujica cuando viajó en el chárter del Pato Celeste que pagó Tenfield en agosto de 2008, antes de comenzar su campaña electoral, un año después del sonado caso de la valija de Antonini Wilson en Ezeiza.

Pero lo más triste de todo es que el expresidente más pobre del mundo nos dejó todo este balurdo y ahora, mientras integra el jetset universal y disfruta de la imagen de rockstar internacional que tiene, se lava las manos con la "nación bolivariana" y nos dice que "Maduro está más loco que una cabra".

Este es el país que tenemos señores.

Menos mal que quien firma es el único periodista en el mundo entero que nunca pudo entrevistar a Mujica pues de haberlo hecho, tal vez nos hubiese dicho como a algunos otros colegas antes, "no sea nabo".

Y tendría todo el derecho a pensarlo porque seguimos siendo de los pocos (¿o únicos?) que nos atrevemos a analizar estas cosas.

Portal de América - por Sergio Antonio Herrera