por Luis Alejandro Rizzi, desde Buenos Aires (El gobierno, víctima de su internismo, está perdiendo el respeto de la sociedad, y Cristina, un escorpión de la política antes de llegar a la mitad del período, le ha clavado su aguijón al presidente, lo que podría significar el mutuo naufragio político)
Si las ayudas volcadas por el gobierno de los EE.UU. y el alto nivel de vacunación pareciera que son insuficientes para hacer crecer el empleo, qué podemos esperar de los países que carecen de esos medios, como la mayoría de la región.
El New York Times también nos dice que “…Los mayores aumentos de empleo en abril se produjeron en el ocio y la hostelería, dos industrias que se habían visto particularmente afectadas durante la pandemia. Sin embargo, más cenas fuera puede significar menos cenas dentro. Entonces, a medida que aumentó el número de trabajadores de restaurantes, disminuyó el número de empleados de tiendas de comestibles y mensajeros.”
Si aceptamos, aunque más no sea como mera hipótesis de trabajo, el enunciado del copete, sacaríamos una primera conclusión, la magnitud de las ayudas que puedan volcar los gobiernos en la sociedad tendrían poca o nula influencia en la recuperación del empleo.
La segunda conclusión sería que un sistema económico puede mantenerse sólido, pese a que se incremente el desempleo. Esto parece un oxímoron, pero el desempleo sería consecuencia de un exceso de oferta que lesionaba la salud del sistema económico.
En el transporte aéreo hemos estado en presencia de un grosero exceso de oferta, que se pudo sostener en la medida que el volumen del flujo financiero permitía mantener un equilibrio, por cierto precario, que generaba una imagen ficticia de solidez. Fue suficiente que se interrumpiera el flujo, por la aparición del “cisne negro” que fue la peste, para que quedara en evidencia que muchas empresas de transporte aéreo estaban, como el rey del cuento que se atribuye a Hans Andersen, totalmente desnudas.
Los 4.500 millones de pasajeros que volaron en 2019 y los 1500 millones de viajes turísticos, fue en definitiva una ficción que desvió recursos hacia actividades no sustentables, aunque paradojalmente circunstancialmente rentables.
La moraleja, el nivel de despidos en el sector es una necesidad para su saneamiento.
Esto comprobaría que no todo gasto suma al PBI, más bien parecería que resta.
La peste, la desmesura que generó en las reacciones de los gobiernos y en el periodismo, que la convirtió y la convierte hasta la fecha en monotema informativo, ha desparramado una ola de miedo universal, como si fuera la única causa de muerte del ser humano que sin su impacto parecería que fuera inmortal. Este miedo inyectado a las sociedades hará el futuro más incierto de lo que es, y ello impulsará el ahorro, que se traducirá en menor gasto y en una mayor masa de disponibilidad financiera que sólo Dios sabe hacia qué rubros se orientará.
Aún no sabemos qué será para la gente el gasto superfluo y el gasto necesario, ¿dónde caerá el gasto en viajes y turismo…?
¿La peste es verdaderamente una peste?
Sobre 7.800 millones de habitantes, sólo murieron alrededor de 3.2 millones hasta la fecha (0,05% de la población total) y de los 154 millones de contagios, más de 80 millones de personas se recuperaron.
A principios del siglo XX éramos 1.650 millones de habitantes y la llamada “gripe española” se llevó 50 millones de vidas como mínimo, 3% de la población total, el nivel de contagios se estimó en 500 millones de personas, casi un tercio de la población total.
Como se puede advertir, las diferencias entre la “gripe española” con la “peste” son abismales.
Hay países en que el impacto parece atroz por la cantidad de muertos diarios, como India y Brasil. Este último podría explicar la mayor cantidad de muertes en Uruguay que se darían en el norte del país (límite con Brasil). EE.UU. fue otro país que sumó muertos, pero lo que no sabemos es en qué medida ha variado el promedio de muertes diarias “normales”.
Para medir se toma como referencia la cantidad de contagiados y muertos por cada cien mil o millón de habitantes, pero eso no nos dice nada, si no tenemos con qué compararlos.
Para ir redondeando, parecería que las ayudas no se deben dirigir para sustentar negocios que no eran sanamente rentables, sino más bien para recalificar a las personas que trabajan en esos medios, en nuestra temática, transporte aéreo y turismo.
Leía en estos días que Aerolíneas Argentinas duplicaría su oferta de vuelos a Miami, subsidiados por el estado para atender la demanda de viajeros hacia ese destino que además van en tren de “turismo de vacunas”. Podría ser razonable el subsidio si esos vuelos si hicieran para traer turistas al país desde ese lugar, pero se hace lo contrario en un escenario de cepo cambiario, falta de dólares y crisis en el sector.
Más allá de lo que nos ocurre en Argentina, parecería que algunos gobiernos usan el método de restringir o favorecer el turismo hacia ciertos destinos con claros fines políticos, como parecería está ocurriendo en Europa.
Lo que veo es que se piensa muy poco o nada sobre el futuro, y sólo se atina a pensar en remedios tradicionales, en la creencia que todo será como fue.
El negocio del turismo y del transporte aéreo deberá tener en cuenta que no será igual que antes, lo que no quita que se cometan los mismos errores.
En eso los animales nos aventajan, jamás cometen el mismo error.
Portal de América