por Luis Alejandro Rizzi, desde Buenos Aires (para el gobierno las complejidades son lineales, quizás una nueva creación filopsicológica, jamás asume su responsabilidad y todo lo malo que pasa es culpa de alguien, claro como dice Willy Kohan, también es cierto que no son solo los otros, “nosotros también tenemos alguna culpa”)
LADEVI, esa buena publicación sobre los temas del turismo y el transporte aéreo, reprodujo una suerte de reportaje a Juan Carlos Padial, gerente comercial de una empresa que integra la “Cámara argentina de esquí de montaña”, de la cual es representante.
En ese doble carácter participó en la última edición de FITUR, para difundir y ofrecer el “turismo de nieve” que, por cierto, como todo el negocio del turismo viene bastante frio, acotó que el año pasado el volumen fue sólo del 5% del “normal”.
Hizo mérito, con toda razón, de las bellezas patagónicas, y agregó que la Argentina por su tipo de cambio es muy accesible para el turismo europeo, supongo que se habrá referido al tipo de cambio “black”, o a los otros que son legales como el “contado con liquidación” o el “MEP”, pero que son más difíciles para acceder para los extranjeros.
Hizo referencia al sistema de estímulo “Pre-viaje” implementado el año pasado, que consistía en un reintegro del 50% de los gastos hechos por residentes argentinos para viajes de turismo local, en concepto de hotelería, transporte y alquiler de auto, éste con un tope menor, por medio de una tarjeta pre paga de crédito emitida por el Banco de la Nación, que se podía usar para pagos en un próximo viaje que debía realizarse en el curso del año siguiente, es decir de este 2021. Debemos decir que el sistema funcionó a la perfección y no sabemos que haya habido reclamos. De modo indirecto reclamaba por su reimplantación, para el turismo de nieve.
Me quería detener en este punto y hacer una doble reflexión.
La primera tiene que ver con el reclamo por ayudas que viene realizando el sector del turismo. Leíamos en el portal Infobae que “…según el último informe de la Federación Empresaria Hotelera Gastronómica (Fehgra), en ese período (14 meses de restricciones por la “peste”) desaparecieron unas 11.800 empresas. De ese total, unas 3.800 cerraron durante 2021 y es obvio que con las nuevas restricciones la cosa se agravará."
La “cuestión” es que eso no sólo le ocurre al turismo, sino a muchas otras actividades comerciales y profesionales que además de ver disminuidos sus ingresos deben continuar afrontando el pago de diversos gastos. Durante un año fueron suspendidos los pagos de cuotas correspondientes a créditos bancarios, las que se sumaron a las últimas de cada plan de pago. Pero ese beneficio optativo, finalizó sin que haya posibilidades de restablecerse.
Lamentablemente la Argentina no tiene espaldas para bancar más ayudas, salvo los REPRO (un programa que cubre el pago de salarios hasta la suma de $ 22.000 (equivalente a u$s 146 o 231 según tomemos el tipo de cambio blue-black u oficial) y otros planes sociales que hoy también son insuficientes.
En una nota anterior hacíamos referencia a la crisis del turismo, pero también señalábamos algunos vicios del sistema económico que explicaban que el 40% de nuestra economía sea negra o no registrada.
El pedir “ayudas” es la salida más fácil, “si el estado tuviera con qué…”, pero pasa que “no hay con qué”, a lo que debemos agregar que la sociedad en general se ha empobrecido.
Esto significa que no es posible esperar un rebrote de la demanda turística, ni local ni por parte del turismo receptivo o de exportación. En nuestro caso a lo sumo habrá rebotes, dado que hay un segmento, por cierto reducido, que saldrá beneficiado por esta sucesión de fracasos. El fracaso es también un negocio para unos pocos.
En Argentina juega en contra además el volumen que está alcanzado la “peste”, que ya es más “endemia” que pandemia, y en cualquiera de sus formas mal administrada y sin vacunas, lo que puso en evidencia la insuficiencia de nuestros servicios de salud y nuestra mínima capacidad de reacción. La “cuarentena medieval” parece ser el único remedio idóneo…
El estado mal que bien está “ayudando”, aunque la “ayuda” no sea más que un modo de “seguir hundiendo dinero”, o usando otra metáfora, un modo de pretender llenar una laguna derramando agua con un pocillo de café.
El negocio del turismo deberá reconfigurarse a la baja, tanto en el cabotaje como en el de importación y exportación y lamentablemente quedaran muchos heridos, como en otras muchas actividades.
La segunda reflexión tiene que ver con la “Argentina como destino turístico”.
Es un hecho que, pese a tener atracciones geográficas cuyas bellezas no se pueden poner en tela de juicio, Argentina como país no es un destino apetecible o deseable.
En el mundo somos vistos como somos en nuestra realidad, habilidosos para contraer deuda, mañeros para pagar, lugar esquivo para recibir inversiones lo que también se extiende para gastar en él, salvo cuando el tipo de cambio favorece a nuestros vecinos, cuyas economías tiene una mejor relación de precios relativos.
El turismo como toda actividad económica es cobarde, y como país o destino estamos flojos en la “security” o seguridad de circulación, somos un país sin moneda y generalmente el turismo debe cambiar su dinero en “cuevas” para recibir un tipo de cambio más real que el oficial. Hoy la brecha está en un 70%.
Nuestra conectividad es razonable sólo en transporte aéreo a lo que llamaría “destinos cabecera”, pero luego los desplazamientos son complicados ya que carecemos de buenos caminos y de alternativas razonables de conectividad. La Patagonia de hecho podemos decir que está virtualmente desocupada y por lógica carece de una estructura competitiva.
Un ejemplo, Puerto Pirámides es un lugar muy bello en la Provincia de Chubut, de donde se puede planear una estadía media de tres noches para hacer las excursiones que ofrece ese destino. La cosa que todo está pensando para grupos reducidos de no más de diez a quince personas. Las camas disponibles no creo que superen las 150, sin contar los campings. Su población debe estar en las 600 personas y en el verano de 2017 el pueblo colapsó por la llegada de 30 mil turistas.
Leíamos en un medio los desastres causados en un camping por la invasión de “turistas”, “…Cuando se abren (los baños) entran y llegan a hacer las necesidades arriba de un banco. La gente, cuando utiliza los sanitarios, no tiene cuidado porque encontramos bolsas y botellas dentro de ellos. Es una locura", se quejó. Además de todo, mal educados.
Recordemos que Puerto Pirámides está situado en la Península Valdés, área declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Como vemos la Argentina, más que políticas de turismo necesita saber qué y cómo hacer las cosas.
Por ahora seguimos siendo bartoleros… “¡y a mucha honra!”
Portal de América