Hay una amenaza, como no podría ser de otro modo en el aire, hay líneas aéreas que habrían resuelto discontinuar la escala en Ezeiza, la mayoría dicen mientras dure “la peste”, otras creen que será por más tiempo.

Lo que uno oye en el medio es que hay un profundo enojo, o más bien malestar por la forma en que el gobierno y en especial la ANAC están gestionando el transporte aéreo.

Se percibió y percibe como “mala voluntad” en el gobierno y desaprensión por los viajeros “varados”, de algún modo algún ignoto funcionario de una dirección dijo “que se jodan”, con otras palabras, tendrán más días de vacaciones (sic) y por la propia actividad, creen que se pueden programar y desprogramar vuelos en unos pocos minutos. La fijación de cupos y el consiguiente cepo, para “administrar” el regreso de argentinos residentes, no deja de ser un acto discriminatorio ilegal y de mala fe.

La ANAC en vez de hacer valer sus atribuciones dócilmente se excusa en decisiones del gobierno, del que forma parte, como si el gobierno fuera de otro mundo.

Esta falta de idoneidad profesional para gestionar el transporte aéreo que viene desde hace varios años y varios gobiernos, aclaro la gestión de Macri en la materia fue tan desastrosa como la presente, sería una de las causas para que otras empresas dejen de volar a nuestro país.

Pero hay más razones.

Otra es la falta de mercado que tendría, una excepción es la ruta Ezeiza-Miami, en que el turismo emisivo tendría garantizada su sustentabilidad porque Miami es una alternativa de inversión para un segmento de argentinos y un destino preferido para ese segmento del noveno y décimo decil de ingresos. Diría es un destino accesible y fácil, para una vacación semanal que puede aprovecharse durante unos nuevos meses al año, y para esa demanda normal que tiene una recurrencia de 2/3 viajes por año. Es un destino que no tiene estacionalidad. Esa parece ser la principal o quizás única alternativa para nuestro turismo de importación o emisivo.

El turismo hacia otros destinos de largo recorrido, me refiero a Europa especialmente, no parece que haya mercado por el crecimiento de la pobreza, del desempleo y por el marco económico que no ayuda precisamente para el optimismo.

Recién en los dos más altos deciles de ingresos se advierte un nivel superior a los u$s 500. Por lo tanto, si bien ese universo podría abarcar unas ochocientas mil familias “tipo”, va de suyo que no resulta suficiente para generar una demanda que justifique la misma oferta de los últimos años.

El objetivo de las líneas aéreas europeas es facilitar el turismo receptivo y no a la inversa. Por otra parte, Argentina no figura en los radares del turismo emisivo europeo. En Europa en este momento se piensa más en el Caribe y EEUU que en el resto de América.

Algunas líneas aéreas, como KLM, confían en sustituir la falta de pasajeros con la oferta de bodegas para el transporte de carga en sus vuelos regulares. En esa línea tampoco la Argentina es un generador de comercio exterior, su participación creo que está en alrededor del 0,3%, ya que tiene penalizadas muchas de sus exportaciones-commodities con la imposición de impuestos aduaneros, o incluso por el establecimiento de cupos, caso de la carne, que limitan la oferta exportable. Para otros bienes, el tipo de cambio desalienta la exportación que podría demandar bodega aérea.

Hay ciertos nichos de importación que tienen buen volumen para el mercado de la bodega aérea, pese a la incertidumbre con la que se autorizan los respectivos vuelos regulares y de pasajeros. De todos modos, por ahora las demoras se reducen a pocos días. En ese mercado de la “carga aérea” también la demanda es mínima, por lo tanto no justifica una mejora en la oferta.

Para el cabotaje ocurre otro tanto y el nivel de costos también le marca un piso a las que se siguen llamando “low cost”, que siguen operando con flotas mínimas.

El aislamiento de la Argentina en el mundo también se reflejará en los flujos aéreos internacionales.

Nos estamos cayendo del mapa.

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