La Ruta del té de Ceilán
Domingo, 03 Agosto 2014 16:37

La Ruta del té de Ceilán
Sri Lanka es el país de los zafiros, la canela, el cardamomo y otras muchas especies, pero su producto estrella y una de sus primeras fuentes de ingresos es el té, cuya principal variedad lleva el antiguo nombre de la isla, Ceilán.
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por Javier Mazorra

Es el país de los zafiros, de la canela y del cardamomo, pero todavía más del té. Y es que éste el producto estrella de Sri Lanka desde hace unos 150 años. Aunque se cultiva en varias zonas de la mitad sur del país, las mayores plantaciones se concentran en el corazón de la isla, en las Tierras Altas, a más de 1.000 metros, en el entorno de las grandes cumbres. O para ser más exactos, entre la ciudad santa de Kandy y la simbólica silla de Lipton, en los confines de la provincia de Uva.

La llamada Ruta del Té apenas supera los 200 kilómetros pero para saborearla y disfrutar de su particular ambiente exige pasar al menos dos noches en la zona. Un viaje entre el mito y la realidad, donde a veces el paisaje de una belleza arrebatadora hay que imaginarlo tras una espesa niebla. Un recorrido que se transforma casi siempre en un ejercicio de nostalgia, guardando celosamente, en cada rincón, un pasado profundamente british. Todo ello con un clima muy diferente al resto de la isla, donde incluso en ciertos momentos del año puede hacer casi frío.

Con sabor británico

La historia del té en Sri Lanka comienza en el entorno de Kandy. En 1824, los británicos que para esa fecha ya se habían apoderado de toda la isla eliminando al último rey, hacen sus primeros ensayos con plantas de té en el actual Jardín Botánico de Peradeniya, que formaba parte de una de las antiguas residencias reales. Tendrían que pasar, sin embargo, más de 40 años para que la presencia de un hongo destruyera los enormes cafetales que cubrían media isla y, como consecuencia, James Taylor, un emprendedor escocés, se lanzara a la producción industrial del té, creando en 1867 Loolecandera,la primera plantación también, muy cerca de Kandy.

Los primeros 10 kilos de Té de Ceilán, la principal variedad, que lleva el antiguo nombre de la isla, llegarían a Londres en 1873, comenzando un comercio que cambiaría el destino de la isla. En esta ruta no hay grandes monumentos, pero sí un inmenso patrimonio relacionado, directa o indirectamente, con la industria del té. Después de extasiarse en los jardines de Peradeniya, posiblemente los más espectaculares de la isla por su colección de orquídeas y plantas tropicales, vale la pena pasar un par de horas en la fábrica Labookekellie. Se ha convertido en una atracción turística, pero nos adentra de forma amena y didáctica en las diferentes fases del proceso industrial.

Así llegamos preparados a Kandapola, donde la cadena Heritance ha transformado otra antigua fábrica de té en uno de los hoteles más singulares y atractivos de esta zona de Sri Lanka. Parte de la experiencia que ofrece el Tea Factory Hotel es aprender a recoger hojas de té en la plantación que lo rodea. A la mañana siguiente, aparecerán a la hora del desayuno perfectamente empaquetadas para que el huésped se las pueda llevar de recuerdo.

Edificios coloniales

En la ruta todos los caminos parecen converger en Nuwara Eliya, fundada por Samuel Barker en 1846. En muchos aspectos recuerda a Shimla, en la India, pero con un toque mucho más bucólico y quizás con mayor número de edificios coloniales en buen estado de conservación. No falta un campo de golf que atraviesa el mismo centro, además de todos esos edificios imprescindibles bajo la administración británica como una iglesia anglicana, un pintoresco bloque de correos y media docena de hoteles grandilocuentes donde se intenta mantener la tradición de época colonial.

No siempre lo consiguen, pero en Nuwara Eliya hay que dormir al menos una noche y descubrir que ahora es sobre todo una ciudad de cultura tamil, mayormente hinduista. Vale la pena perderse por su mercado abarrotado de frutas y legumbres tropicales para luego entrar en alguno de los curiosos templos que lo rodean. Durante el viaje hay que estar preparado para sumergirse en la niebla y, de pronto, descubrir una inusitado campo de nubes coronado por algunas de las cumbres de Sri Lanka, como Adam's Peak, que atrae a miles de peregrinos de noviembre a abril.

Otra noche hay que pasarla en alguna de las mansiones o bungalós que construyeron los terratenientes británicos. Cuatro de las más exclusivas están agrupadas bajo Tea Trails y han conseguido el sello de calidad de Relaix & Chateaux. Pero hay otras más económicas, casi tan atractivas y agradables. Se encuentran en el entorno de Haputale, otra población que nadie debería perderse y que sirve de entrada a las antiguas posesiones de Sir Thomas Lipton, seguramente la persona que más trabajó para dar a conocer el té de Ceilán. Un buen sitio para culminar la ruta es la Silla de Lipton, un extraordinario mirador donde este astuto comerciante escocés solía venir a contemplar sus inmensas propiedades.

Portal de América - Fuente: www.ocholeguas.com

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