por Javier Mazorra

Si sólo se pudiera ir a un solo lugar en el interior de Croacia quizás habría que elegir el Parque Nacional de los Lagos de Plitvice, declarado Patrimonio de la Humanidad en 1979, con una ampliación en el 2000. Sólo se puede visitar una pequeña parte, unos 8km2 de sus 30.000 hectáreas pero ya por si solo resulta absolutamente espectacular. Y además en cualquier momento del año. Se trata de un paisaje cárstico formado por 16 lagos en diferentes altitudes comunicados por 92 cataratas y cascadas, todo ello inmerso en uno de los hayedos más bonitos que se puedan ver en Centroeuropa.

En ciertos momentos del invierno parte de las cascadas pueden estar congeladas, cuando llueve mucho se restringe el acceso pero siempre hay caminos alternativos y la experiencia que se tiene nunca deja indiferente. Por muchas fotos y documentales que se hayan visto el Plitvice real supera cualquier expectativa.


La belleza de Plitvice supera las expectativas.
La mayoría de los visitantes pasan unas cuatro horas que es el tiempo mínimo que se necesita para conocer lo esencial del parque, para luego volver a sus respectivos destinos de playa. Lo más recomendable, sin embargo, es quedarse una noche en alguno de los hoteles o campings que hay en el mismo parque, para disfrutar de una forma más completa y de forma individual de uno de los lugares más sobrecogedores, no sólo de Croacia, sino de toda esta parte de Europa.

El recorrido hay que hacerlo a pie en gran parte aunque el precio de la entrada incluye poder utilizar autobuses y barcos, alguno de ellos imprescindibles para alcanzar alguno de los puntos esenciales en el recorrido. Hay varias rutas, adaptadas al tiempo con el que se cuente y a la preparación física del visitante.


El parque está abierto durante todo el año.
Que nadie se piense que es algo así como el Parque del Monasterio de Piedra. La zona de cascadas y lagos de Plitvice es gigantesca y ofrece tantas posibilidades que es una pena sólo realizar el itinerario básico. Es importante sin embargo tener en cuenta que para explorar el parque en profundidad se necesita de una cierta preparación física.

Por otra parte la historia de la zona es fascinante. Se han encontrado importantes restos arqueológicos. Durante el Imperio Austro Húngaro fue un importante paso fronterizo y durante la última guerra esta zona fue ocupada por los serbios que dañaron algunos edificios que afortunadamente, ya han sido restaurados en su mayor parte.

Para controlar el número de visitantes en agosto que pueden llegar a ser muchos miles, y sacar el máximo partido, el precio de la entrada sube hasta unos 23 euros, aunque durante el resto del año está entre 7 y 10 euros. Aunque hay transporte público para llegar hasta Plitvice, lo más recomendable es alquilar un coche. Justo antes de entrar en el parque vale la pena conocer también la población de Rastoke, en la carretera hacia Zagreb, uno de los rincones más pintorescos del interior de Croacia. En menor escala es de alguna forma una pequeña Plitvice pero salpicada de molinos y otras curiosas edificaciones de madera.

Portal de América - Fuente: www.ocholeguas.com