Zagreb, una capital por descubrir
Miércoles, 24 Septiembre 2014 22:20

La calle Tkalciceva, una de las más animadas de Zagreb La calle Tkalciceva, una de las más animadas de Zagreb Turismo de Zagreb / Tomislav Sklopan
Croacia se ha convertido estos últimos años en un destino turístico en alza, sobre todo entre aquellos que buscan disfrutar de sol, playa y aguas cristalinas. La Costa Dálmata, bañada por el Mar Adriático, resulta un reclamo tentador en una zona que hasta hace un par de décadas apenas figuraba en el mapa turístico europeo. Sin embargo, cada vez son más los que aterrizan en Zagreb, su capital, y la convierten en el punto de partida desde donde descubrir el país.
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¿Y… por qué no perderse en Zagreb?

Zagreb es, sin duda, una de las grandes desconocidas de Europa. Tal vez por ello, quienes la visitan suelen sorprenderse del encanto de una ciudad que conserva la influencia de Budapest y Viena –no en vano es conocida como la Pequeña Viena-, con las que ha mantenido relación durante siglos.

Ciudad romántica donde las haya, Zagreb invita a ser visitada sin seguir un plan establecido, dejándose llevar por sus callejuelas, descubriendo rincones, paisajes, monumentos, olores y sabores. Por ello, nos limitaremos a dar cuatro pinceladas de la ciudad; el resto corre a cargo del viajero.

Zagreb es una ciudad cercana a los 800 mil habitantes –más o menos como Valencia-, situada entre el monte Medvednica y el río Sava, con una historia que se remonta a la Edad Media. La huella de su pasado se mantiene muy presente en los callejones cautivadores de la Ciudad Alta, que conserva el aroma de antaño, y en los palacios modernistas y las elegantes edificaciones de la Ciudad Baja, que juntas forman dos ciudades en una sola. Aunque es ideal visitarla a pie –su tamaño lo permite perfectamente-, existe una destacada red de tranvías que se remonta al siglo XIX, que hace posible desplazarse a cualquier punto de la ciudad sin problemas.

La Ciudad Baja

Es habitual iniciar el recorrido por Zagreb en la Ciudad Baja - Donji Grad- la zona más moderna y dinámica de la capital. En ella hallaremos la mayor parte de las construcciones del periodo de transición entre los siglos XIX y XX: majestuosas edificaciones, monumentos y parques, con museos, elegantes comercios –como los de la calle Llica, la más famosa de la ciudad- y zonas de negocios. Destacan en esta área, la Estación de Tren, cuya fachada sorprende por su belleza, el Pabellón Artístico o la Universidad de Zagreb, creada en el siglo XVII y que es la más antigua del sudeste de Europa. Tampoco podemos olvidar el Hotel Regent Esplanade, uno de los más lujosos de la capital croata, construido en el año 1925 para ofrecer alojamiento a los pasajeros del célebre Orient Express, que viajaban de París a Estambul.

No podemos perdernos uno de los puntos más emblemáticos de la Ciudad Baja, el mercado central, conocido como mercado de Dolac que, a pesar de ser visitado a diario por muchos turistas, conserva su carácter tradicional. La plaza y el entramado de pequeñas calles que lo forman y sus coloridas sombrillas rojas ofrecen una imagen singular. Alrededor del mercado es un buen punto en el que descansar y tomar un café, algo que en Zagreb suele hacerse con cierta asiduidad.

La Ciudad Alta

La mayor parte de atracciones de Zagreb se concentran en la Ciudad Alta -Gornji Grad-, donde la historia surge en cada rincón. Callejeando podemos acceder de una parte a otra de la ciudad a través de la Puerta de Piedra (Kamenita vrata), el único paso medieval que se conserva de los cuatro que tenía la muralla de la urbe y que logró salvarse del fuego a principios del siglo XVIII.

Aquellos que deseen saborear algo auténtico pueden subir a la Ciudad Alta en el viejo funicular de Uspinjaca. Construido en 1891 como un medio innovador, el viajero recorre los escasos 60 metros que separan ambas partes de la ciudad como si de un viaje en el tiempo se tratara, para adentrarse en un barrio de calles empedradas, aire medieval, atractivo y con carácter.

En la zona antigua el tiempo se detiene, ocasión perfecta para saborear una segunda taza de café. En esta ocasión, con nata, en un establecimiento con encanto –por qué no el Café Zabica, con más de 150 años- y recuperar fuerzas para iniciar de nuevo el paseo por la ciudad y visitar, por ejemplo, la iglesia de San Marcos, cuyo tejado luce vivos colores.

No podemos perdernos tampoco la catedral de Zagreb, dedicada a la Ascensión de la Virgen y a San Esteban y San Ladislao, situada en el barrio de Kapto, y cuyas torres pueden verse desde prácticamente todos los rincones de la ciudad. Después, continuamos paseando por las calles Racdicev, que alberga las mejores galerías de arte del país, y Tkalciceva, la más animada de la ciudad, con terrazas, restaurantes y tiendas de antigüedades y establecimientos de jóvenes artistas.

Toda ciudad tiene sus peculiaridades y no podemos irnos de Zagreb sin visitar el cementerio de Mirogoj, un espectacular espacio diseñado por el arquitecto Herman Bollé, considerado uno de los camposantos más bonitos de Europa. Se trata de una composición formada por una fila de arcadas neorrenacentistas de casi 500 metros y 20 cúpulas convertida en una verdadera galería de obras de arte de artistas de todas las disciplinas. Mirogoj, que recibe turistas de todo el mundo, es un parque delicioso y en el que locales y foráneos disfrutan a diario de la naturaleza.

Con todo lo que hay por ver y sentir... ¿no tienes suficientes motivos para aterrizar en Zagreb?

Portal de América - Fuente: www.lavanguardia.com

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