por Damián Argul, desde Carrasco, Uruguay

Algunas listas

Por otra parte para la guía Lonely Planet,  en una lista de los mejores carnavales del Caribe y Latinoamérica, ubica primero al  de Trinidad y Tobago , seguido de Salvador (Brasil) y Río de Janeiro en tercer lugar. Del resto de América del Sur solo figura La Diablada  de Oruro (Bolivia).
A su vez el buscador Skyscanneer.net en su lista de los 15 mejores carnavales del mundo, que coloca al de Tenerife en primer lugar, tampoco figura el de Uruguay.
Finalmente Condé Nast Traveller, una de las mejores publicaciones de viajes del mundo, recomienda 19 entre los que tampoco figura  el uruguayo.
No es que no haya otras listas que nos incluyen, pero estas ausencias nos parecen preocupantes.
Nuestras  dudas

Nos preguntamos  por qué no figura en estas listas una celebración que como la de Montevideo  congrega, entre espectáculos pagos y gratuitos, alrededor de dos millones de espectadores a lo largo de aproximadamente 40 días, que implica grandes inversiones y da trabajo, en forma directa e indirecta, a unas cuarenta mil personas. Una celebración que deleita a gran parte de los uruguayos, que nos emocionamos cada vez que escuchamos algunas de sus músicas cuando estamos de viaje y que además se precia de ser “el carnaval más largo del mundo”.
Respuestas

 La respuesta es que el Carnaval montevideano es básicamente una celebración local, que no atrae al público extranjero, lo  que podría generar más riqueza y más trabajo, aprovechando toda su variedad y colorido. Y no es que no haya turistas que asistan a algunos de sus espectáculos, lo que pasa es que consideramos diferente entretener que atraer. La mayoría de los extranjeros que asisten, son los que ya están acá de vacaciones y aprovechan para ver algunos de sus espectáculos o desfiles.

La lista de Condé Nast Traveler

Estudiar esta lista nos da una idea de los aspectos más sobresalientes de los carnavales que figuran en ella.

En la nómina de referencia figura Suiza, tierra de Chaplin y Paul Kee, famosa por sus relojes y chocolates, pero no precisamente por ser un país divertido, lo que es objeto de muchas bromas intereuropeas. Sin embargo el carnaval de Basilea (Fasnacht), es uno de los más recomendados para el turismo internacional.

Durante los “tres días más felices” –uno de los cuales está dedicado a los niños–, hay desfiles en los que el público es simple espectador, aunque es invitado a usar máscaras, narices postizas y otros adornos. Cuando se terminan los desfiles empieza la fiesta en todos los bares y tabernas de la ciudad, donde se canta ,baila, actúa, y por supuesto, se bebe hasta muy tarde en la noche.

En otros países de la Europa no latina, los carnavales de Bincche, Bélgica,  Dusseldorf y Colonia en Alemania y el de Notting Hill de Londres, que tiene un fuerte acento caribeño, se mezclan los desfiles organizados con las fiestas populares en las calles, con gente disfrazada o con adornos divertidos y calzado cómodo para bailar muchas horas.

Un caso a destacar es el Carnaval de Toronto, Canadá un país sobre el que una  antigua broma decía que en un sorteo, el primer premio era una semana en Canadá y el segundo dos semanas en Canadá, aludiendo a que se trataba de un país admirable  pero no muy divertido. Claro que las cosas han cambiado y hoy el Carnaval de Toronto es recomendado por sus espectaculares desfiles a los que uno se puede sumar, reservando su lugar y comprando su disfraz “on line”.
 
De los EEUU sólo se destaca el mundialmente famoso Mardi Grass de Nueva Orleans, que es un descontrol casi como lo es su calle Boubon durante casi todo el año.

Está también el de Río Janeiro. La gran fiesta dentro del Sambódromo y en sus alrededores, en toda la ciudad, casi en cada esquina, destacándose entre otros el de los Arcos de Lapa.

La fiesta sigue a medio día en animadísimos feijoadas de Carnaval y por la noche con cantidad de bailes como el muy clásico y divertido del Hotel Copacabana
Otros de America , son el de Mazatlán (México); Barranquilla ( Colombia); Salvador (Brasil), y Oruro ( Bolivia). Este tiene mucho de espectáculo, muy atractivo por el rico folklore de sus Diabladas, pero el turista seguramente saldrá bien mojado por las guerrillas de agua. Si quiere evitarlo, aunque sea parcialmente, puede adquirir una capa protectora de los muchos vendedores ambulantes.

La lista también incluye el de Sidney, varios caribeños y por supuesto el varias veces centenario carnaval de Venecia en el  que, entre muchas actividades, la gente se disfraza para lucirse en la Plaza San Marco que en algún momento parece un escenario de la Comedia del Arte.  

Conclusiones

De acuerdo a esta breve reseña, los carnavales atraen turismo por las actividades programadas, las fiestas populares y sobre todo por la diversión.
Hoy el viajero quiere acción, quiere acumular experiencias inolvidables y si puede, participar  y sacarse una selfie  en el centro de la escena.

Uruguay y especialmente su principal carnaval,  el de Montevideo, se ha convertido en una gran celebración para presenciar sentados en el que se abordan temas muy locales, que incluso los no aficionados siempre entienden. La fiesta en la calle, los corsos infantiles, los disfraces,  han desaparecido al igual que los llamados “asaltos” cuando eran divertidos.

Lejos quedaron los bailes en los grandes hoteles municipales o en el Teatro Solís.

Lejos también, el nítido recuerdo de mi juventud en el que seguíamos en las Llamadas una comparsa hasta el final del desfile en que se armaban grandes bailes.

Digamos que mientras todos los carnavales sugieren ropa y calzado cómodos para bailar y divertirse, acá se sugiere almohadillas para depositar nuestra humanidad, para expresarlo decorosamente.

Realmente cuesta creer que se puedan manejar las fiestas populares en tantos y tan variados países y no se puedan manejar en Uruguay.
 
Todo parece indicar que la burocracia, el exceso de reglamentaciones, se han tragado a la fiesta popular. Alcanza escuchar una discusión sobre la entrega de premios que parece más que se estuviera discutiendo sobre el Premio Nobel de Física cuántica, que sobre una celebración popular.

En cuanto a la fiesta en la calle, da la impresión que distintas administraciones han tratado de evitar  los excesos de las manifestaciones populares, quizás para no reprimir, aunque nos parece injusto privar al pueblo de una gran fiesta por no poner a unos pocos descerebrados en su lugar.

También se priva al Turismo de tener una gran propuesta, la que podría ser muy apreciada internacionalmente.

Quedan todavía algunas cosas muy rescatables: algunos carnavales en localidades próximas al Brasil que hacen una interesante fusión de los festejos de ambos países y atrae mucha gente y el espectacular desfile de Llamadas de Montevideo en el que  ahora  hay azoteas y palcos donde los asistentes pueden moverse y divertirse más libremente. Desde que estuvimos en una de esas azoteas que se alquilaban, hace ya muchos años, pensamos que esto podría dar lugar a algo así como las casetas de la Feria de Abril en Sevilla, donde realmente se festeja la Feria en las asignadas a sindicatos, asociaciones, amigos, hoteles y empresas privadas.

Cabe destacar el carnaval de La Pedrera (Rocha) una verdadera fiesta popular, aunque por lo que vemos en la prensa, parece que todo apunta a que cada año sea menos divertido.

Portal de América