Turismo y la cuestión de la basura en la Argentina
Lunes, 23 Marzo 2015 19:49

Turismo y la cuestión de la basura en la Argentina
En la temporada de turismo, en muchos sitios atractivos se produce un colapso de residuos, pero es pertinente reconocer que en mucho se debe a la ausencia de educación de no pocos visitantes que arrojan los desechos más sorprendentes en las playas, en las costas de los ríos o lagos sin ningún miramiento. En algunos casos, cabe reconocer, la ausencia de contenedores ayuda a que este fenómeno sea aún peor. “La nación”  (Editorial día 23/3/2015 Turismo y generación de basura).
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por Luis Alejandro Rizzi, desde Buenos Aires

Los residuos o basura es una cuestión en la Argentina que en mi opinión tienen que ver por el desprecio por lo “público”.

Recuerdo cuando la entonces ENTEL  instaló cientos de teléfonos en la vía pública, en momentos que para la instalación domiciliaria había esperas de años, (personalmente, cuando me casé en el año 1968 estuvimos casi diez años para conseguir un teléfono, y los públicos existentes en las inmediaciones de mi casa en general era destrozados o se les rompían los cables) la mayoría eran destrozados pese a que se reconocía que eran imprescindibles para la gente.

La gente o el argentino medio no valora lo público, como en general le cuesta valorar lo que se recibe de modo gratuito o  a precios inverosímiles.

Pasa con muchos servicios públicos, nos quejamos por su baja o nula calidad, pero rechazamos cualquier incremento tarifario en lo que es un circulo vicioso sin principio ni fin.

Los servicios son malos porque son baratos y son baratos porque son malos.

El destrozo de lo público va desde “grafitear” los medios de transporte, especialmente los ferroviarios, hasta la quema de unidades como expresión de descontento por su pésima calidad o prestación.

Basta con recorrer la ciudad de Buenos aires para advertir que pese a los esfuerzos del gobierno municipal, lo de ciudad Autónoma es un eufemismo.  La suciedad impera en casi la mayoría de los barrios, y es común ver contenedores para recibir  la basura del hogar y que esos residuos se arrojen en la calle a su lado. Y menos se respeta - en los casos donde se instalan contenedores diferenciados - los distintos tipos de basura, húmeda, reciclables y vidrios.

Menos aún los horarios establecidos para la recolección.

Pues bien, esta cultura del argentino medio se traslada con él cuando viaja por el país, y así es común ver las playas argentinas como un inmenso basural cuando los “turistas” se retiran dejando un paisaje lastimoso y agresivo para con el prójimo.

Es cierto que muchas veces fallan los gobiernos municipales al no poner a disposición de la gente contenedores y servicios de recolección de basura ágiles y permanentes. Pero lo paradójico es  que en los lugares donde existen no son usados.

Recuerdo estando en Estocolmo en pleno verano, el uso público de los parques por parte de la gente y la limpieza imperante cuando al final del día había terminado la jornada de esparcimiento. No existía el más mínimo rastro de un desperdicio.

Este nivel de desaprensión se advierte en las rutas argentinas cuando la gente arroja por la ventanilla de su auto sus residuos de comida que pueden ser cáscaras de frutas, restos de alimentos y envases de bebidas.

Asimismo, se nota en el uso de los baños públicos en los que más de una vez vi orinar en lavatorios o en el piso del baño habiendo a disposición no solo inodoros, sino los respectivos mingitorios en buenas condiciones de uso.

Recuerdo hace años que existían dos   restaurantes o paradores famosos de la ruta 2 por la calidad de sus servicios gastronómicos, cuyos dueños me solían decir el gasto que les significaba tener los baños limpios y el desinterés total de la gente por mantenerlos en buen estado pese a que se jactaban por el nivel de su clientela. Estos dos lugares desaparecieron con la autovía y estaban en las cercanías de Chascomus y Dolores respectivamente sobre la mano hacia Buenos Aires.

El editorial de “La Nación” en verdad me refrescó  esta cuestión del “turismo y la basura” que me había propuesto tratar más de una vez. Hasta hoy lo consideraba una deuda de mi parte, ya siempre aparecía otro tema que privilegiaba por sobre éste. En ese editorial, asimismo se describen  acciones que se están intentando por parte de ONG en la zona de Villa La Angostura y San Martin de los Andes para informar a la gente de los daños que se originan por  arrojar basura en un bosque o en la costa de los lagos o directamente en su interior, al tiempo que se le suministran elementos para su guarda y disposición en los lugares asignados para tal fin.

La contaminación del Nahuel Huapi ya es un tema aun pendiente de tratamiento.

Recuerdo hace años llegando a Paris por una de sus “autoroutes” advertí a grupos de chicos ordenando lugares públicos, hecho que realmente me sorprendió. Y más me  sorprendió cuando me enteré que esas tareas formaban parte de tareas o trabajos escolares que llamaría “no curriculares”. Era y supongo que debe seguir siendo un modo de educar sobre el cuidado que merece lo “público” por la sencilla razón que nos pertenece a todos.

Pues bien, este sentido de pertenencia de lo público está en muy bajo nivel en la  Argentina. Y quizás eso también explique por qué la corrupción está de hecho incorporada a nuestros usos, y aceptamos  la incapacidad o desidia judicial para su investigación y condena.

El Papa Francisco dijo el domingo pasado (22 de marzo) que la “corrupción apesta”, y agregó es “…una palabra fea porque una cosa corrupta es una cosa sucia".

Paradójicamente nuestro turismo es sucio y la ciudad de Buenos aires, también….

Portal de América

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