por Luis Alejandro Rizzi, desde Buenos Aires

El turismo es comercio. Puede ser comercio local o internacional, pero comercio al fin.

El turismo es un comercio de servicios, pero una primera característica es que se trate de servicios turísticos locales o internacionales, se miden con  una misma moneda y luego se comparan los costos mediante una pregunta muy casera ¿Cuánto me cuesta hacer turismo en mi país o en el exterior? Es un servicio transable.

La referencia siempre se toma con relación a las monedas consideradas fuertes, y hoy día el dólar estadounidense continúa siendo la moneda de referencia.

Toda persona que piensa en hacer turismo lleva sus cuentas al dólar estadounidense y decide en consecuencia. Esto no quiere decir que haga una relación meramente aritmética, sino que lo hace en términos relativos. Veámoslo con un ejemplo.

El señor padre de una familia tipo, averigua cuanto le cuesta veranear en Morón, Castelar, Lujan, Salta o Calafate y obtiene un precio que será “x”.

Luego averigua un destino en otro país que puede ser limítrofe, regional o más lejano y ve que viajar a un país limítrofe le sale también  “x” o a lo sumo “x+1”, a un destino regional  le sale “x+2”, a un destino más lejano, EEUU a título de ejemplo, le puede salir “x+1” y a otro aún más lejano el precio sería “x+4”.

Es muy probable que esa persona elija un destino en otro país. Su decisión tendrá un sentido de oportunidad dado por la política cambiaria del gobierno y el tipo de cambio vigente, y obviamente sus posibilidades de gasto.

Recordemos que nos estamos refiriendo a la Argentina.

En el país, el tipo de cambio de nuestra moneda está sobrevaluado, por lo tanto el Banco Central y el gobierno están facilitando el gasto en moneda extranjera a tal punto que en el mes de agosto la balanza comercial muestra una caída del superávit comercial del 95%, y dentro de ese balance, la especifica de viajes y turismo arroja una déficit promedio mensual en lo que va del año de U$S 600 millones.

Es decir, en un marco de escasez de divisas, el gobierno está subsidiando, vía tipo de cambio sobrevaluado, el turismo emisivo. Esto es difícil de explicar y de entender.

Este déficit impacta negativamente en la economía local, y específicamente en el turismo de cabotaje y receptivo.

No sabemos cuál será no ya la política cambiaria del gobierno que asuma el 10 de diciembre próximo, ni conocemos el eventual programa económico, pero vale conjeturar que las cosas no pueden seguir como hasta hoy.

Los tres principales candidatos concuerdan en que en el país es necesario facilitar el ingreso de divisas, sea mediante asistencia financiera (tomar créditos), inversiones y comercio. El turismo podría aportar con sencillos mecanismos de política económica ingresos  que se estiman en U$S diez mil millones en el próximo año.

A propósito de las próximas elecciones, es importante recordar que la competencia no está dada entre partidos políticos, sino entre tres “ismos”; el “sciolismo” con clara ventaja de unos 5 a 7 puntos sobre el segundo, el “macrismo” y el “massismo”. Esto nos demuestra una de las particularidades de la Argentina, que es su desmembramiento político. Los partidos políticos, son por el momento, insustituibles en un régimen representativo y democrático, y nuestra sociedad carece de partidos políticos los que son sustituidos por el personalismo excluyente de los candidatos.

Eso explica que en el oficialismo hayan convergido dirigentes con muy disimiles orígenes partidarios. Lo mismo ocurre en el “macrismo”, con el “sciolismo” y con el “massismo”. Por ese motivo nuestra política no atrae, porque está vacía de contenidos, por eso luce como ciega, es decir sin rumbo, y todos sabemos que cuando no hay rumbo los vientos siempre soplan en contra.

Retomando el hilo de esta nota, suponemos que el tipo de cambio continuará siendo administrado, esto significa  con acceso restringido, por el próximo gobierno por lo menos por un lapso que como mínimo podría ser de tres a seis meses. En ese supuesto, para el turismo receptivo debería implementarse por el mismo lapso que se mantenga la administración del tipo de cambio por parte del Banco Central, un sistema de reintegros que lleve al que seguiría siendo el dólar oficial o precio fijado por la autoridad monetaria, a su valor de mercado. Caso contrario, esos dólares no ingresan porque no llegan turistas y los que llegan van al mercado marginal. Así de claro y sencillo como suele decir Charly Fernandez.

A su vez, deberían establecerse recargos para quien quiera comprar moneda extranjera para viajar al exterior.

Como decíamos al principio, estas políticas harán que haya ganadores y perdedores, porque toda modificación del estado de cosas genera protestas y reclamos.

El país tiene una subutilizada infraestructura turística, me refiero a lugares, hotelerías de diversos tipos y buenos servicios de guía. Las falencias están en los medios de transporte y baja calidad de la mayoría de las rutas, pero el transporte aéreo, mas allá de la pésima política aérea existente y el deficiente gerenciamiento de Aerolíneas Argentinas y Austral, ofrece una buena oferta de servicios.

No se trata de sustituir exportaciones como dijo la presidente Argentina, en uno de sus arrebatos de severa insensatez, sino de  aportar ideas. Edmund S. Phelps escribió: “La materia distintiva de la economía moderna son las ideas. El PBI capta viejas ideas, incorporadas a los bienes. La economía moderna se ocupa de concebir nuevos productos o procesos, preparar propuestas para desarrollarlos, seleccionar propuestas para financiarlos”…de eso se trata.

La pregunta es qué ideas traerá el nuevo gobierno. Por el momento todos estamos  en estado de apatía porque las ideas brillan por su ausencia, quizás sean expresión genuina de nuestro nivel cultural, donde impera el disparate y la chabacanería.

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