por Luis Alejandro Rizzi, desde Buenos Aires
Siempre es difícil encontrar el punto justo o el límite donde comienza el abuso, pero lo cierto es que todo exceso genera perjuicios y un caso que se usa como ejemplo es el de Venecia, que tiene una población actual, en retirada, de menos de 60 mil habitantes y recibe más de 20 millones de turistas al año. Es obvio que no hay relación.
Pues bien, varios especialistas se han puesto a pensar en esta cuestión y ya se comienza a plantear la necesidad de encontrar en algunos destinos, un límite a su crecimiento, ya que parecería que así lo reclama la población local que ve afectado su nivel de calidad de vida.
En economía, cuando algo crece se debe, entre otros factores, a una cuestión de precio o de conveniencia.
Un ejemplo es nuestro país, que en una situación económica crítica, inflación, escasez de divisas, 25% de pobreza, se facilita y diría hasta se subsidia el turismo emisivo, pero es un caso aislado.
En general el turismo crece en los países que crecen, valga la redundancia, por eso son los países emergentes los que generan flujos crecientes de turismo consecuencia del aumento del poder adquisitivo, especialmente entre las clases medias en expansión de los mercados emergentes y la aparente sed insaciable de cada vez mayor número de personas por visitar el mundo, según cuenta Xavier Canalis a partir de un estudio hecho por Mastercard.
Desde 2009 a la fecha, siempre sobre la base del informe de Mastercard, la llegada de turistas y su gasto creció más que el PBI mundial. Tomando como base 100 el año 2009, el gasto del turismo creció el 44%, la llegada de turistas fue del 45% y el crecimiento del PBI mundial de 18%.
Esto se explica porque parecería que conocer el mundo es uno de los objetivos de la gente.
Este crecimiento del turismo mundial, mas allá de algunos defectos estadísticos señalados por Miguel Acerenza, reitero desmesurado por lo menos de algunos destinos, demostraría que viajar es barato y además que el turismo es un negocio fácil de financiar.
Habría que estudiar que parte de su ingreso se destina por la gente para viajar y que alternativa es el viaje para otras opciones.
Porque también podría ser que esta “desmesura” nos esté mostrando un desvío de recursos que deberían tener otras prioridades destinadas a disminuir al máximo algunos de los males que impactan en la humanidad: pobreza, hambre, mortalidad infantil, déficit de educación y de salud.
¿Será que el mercado nos está tentando con una alternativa que afecta su sustentabilidad?
Los especialistas ya están pensando en cómo limitar los flujos turísticos en ciertos destinos. Para España, por ejemplo, no parece ser una bendición que este año pudiera recibir 68 millones de turistas, un record quizás impensado.
Es obvio que este crecimiento del turismo tiene varias causas, pero una de ellas obviamente son los precios que el turista considera en general bajos.
Un caso son las tarifas aéreas, que en muchas rutas tienen los mismos valores nominales que hace 40 o 50 años con el agravante que otros destinos lejanos para nosotros, como Oriente, hoy son accesibles para las clases medias, especialmente de los países emergentes.
Es probable que un medio para evitar esta aparente desmesura, fuera un incremento de tarifas que seguramente impactaría en el aparente exceso de demanda que luce como incontrolable.
Con estos niveles de tarifas no cabe duda que la demanda está parcialmente subsidiada como elemento necesario para mantener una estructura de negocio esencialmente financiera.
¿El “low cost” es un modelo de negocio sustentable? Tengamos en cuenta que en la medida que esa filosofía se extienda, Renfe en España está poniendo tarifas “low cost” para ciertos tramos, por lo que el turismo continuará creciendo en progresión geométrica.
Otra cuestión desde esta perspectiva, la “economía colaborativa al facilitar el turismo, contribuye a este crecimiento desmesurado que afecta la vida de los residentes locales."
Una pregunta para la que aún no tengo respuesta, es si los gobiernos de países emergentes no deberían tener políticas que por ejemplo faciliten el turismo de cabotaje y regional, para convertir al turismo en un motor de desarrollo o acelerador del proceso de emerger.
Como vemos, se trata de una cuestión compleja que solo esbozo para que nos pongamos a pensar, ya que me inclinaría en una primera impresión que la respuesta la tienen respectivamente la política y la economía.
Quizás la famosa crisis de los tulipanes holandeses nos sea útil…
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