por Luis Alejandro Rizzi, desde Buenos Aires (En ochentena, para bien de pocos y mal de muchos)
Quienes siguen mis notas saben que esta “pandemia” del covid 19, nunca me convenció. Por ejemplo, no he visto una sola estadística que muestre que el índice de letalidad diario en el mundo o en los países afectados haya variado en estos meses del año.
He visto números, por ejemplo en Argentina, que ilustran que el año pasado murieron 34 mil personas por Gripe, (93 personas por día promedio, contra 4,6 por covid 19) enfermedad contagiosa.
He comparado los casos de contagios con la población mundial y el porcentajes es 0,0002/3.
Hubo en Italia días en los que la infraestructura hospitalaria fue saturada y quedó gente sin atención médica, pasó en Ecuador y en algún otro país, pero en esos casos habría que analizar la calidad y la capacidad del sistema, y es probable que en este último punto esté la cuestión.
En Argentina las pérdidas son cuantiosas, agravadas por la situación del país, sin moneda, aislada del mundo y una vez más en “default” aunque lo califiquemos como anecdótico (sic) o amigable.
Sin embargo, ahora la Unión Europea recomienda la apertura de fronteras para reactivar el turismo y la economía. Tengamos en cuenta que en países como Italia, Francia y España, el ingreso de no residentes o turistas equivale a su población total, lo que quiere decir que sin turismo habría una infraestructura comercial ociosa del 50%, en números lineales.
Para entusiasmar a los eventuales viajeros se garantiza la seguridad de la salud mediante la realización de test rápidos y cuarentenas compulsivas para quienes den positivo. Lo que no se tiene en cuenta que ese tipo de test pueden dar negativo y la enfermedad manifestarse dentro de las 48 horas posteriores.
Sin embargo y al punto que quiero llegar, es que para nosotros, la gente común, nos queda no sólo la duda de la idoneidad con que se dispusieron cuarentenas, para sanos y enfermos, sino además de las opiniones de los “infectólogos” que aún hoy anuncian posibilidades contradictorias, que van desde que el virus podría extinguirse por sí mismo en un breve tiempo y otros que nos auguran que esto durará uno o dos años más, hasta que aparezca la vacuna providencial.
No sé si algún día sabremos realmente qué nos pasó en este año 2020, pero no se puede negar que los contagiados por el COVID 19, son hasta hoy 5.428.016, el 0,0007 de la población mundial y los fallecidos 2.180.016, el 0,0003, lo que resulta insignificante como causa de muerte.
En la Argentina por la gripe, enfermedad contagiosa, mueren un promedio de ocho mil personas por trimestre y por el coronavirus llevamos desde enero a la fecha sólo 416.
Lo cierto es que la parálisis económica que afecta al mundo, es motivo suficiente para alentar al turismo, levantar restricciones, tener por cierto que en un aeroplano no puede existir el contagio y que la distancia social sólo es para los nativos de un país. No aplica para la relación entre un nativo y un extranjero, o un residente con un no residente.
Veremos cómo reacciona la gente, si los argumentos de la buena salud turística la convencen para eliminar miedos, o si por el contrario la campaña del COVID 19 demostró cómo se puede dominar a las sociedades humanas con muy poco.
El tiempo nos dará una o varias respuestas. Seguramente parafraseando a Groucho Marx, habrá para todos los gustos.
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