por Luis Alejandro Rizzi, desde Buenos Aires (con una ochentena que podría prolongarse para generar una superemergencia y estatizar hasta los quioscos)
Conversaba con alguien cercano a la medicina privada, y me decía “Nos va a pasar lo de la AFJP, a las obras sociales le dieron diez mil millones y nosotros, los seguros de salud, estamos en la mira, solo faltaría que aprieten el gatillo".
No hay que tomar en joda lo del “nuevo contrato social”, hay toda una estrategia detrás del “cuarentenismo” que es la de destruir lo que queda de la economía privada y el transporte aéreo está a punto de ser la primer apuntada.
La política aérea está regida por la vetusta y obsoleta ley 19030, sancionada por un gobierno militar que le garantiza a Aerolíneas Argentinas el 50% del cabotaje y la designa “instrumento elegido para la policía aérea internacional”. Fija además pautas tarifarias que son incompatibles con la realidad actual, y el código aeronáutico mantiene el principio de la propiedad sustancial que, debemos reiterar no lo respetan FlyBondi, Jet Smart ni Latam.
El gobierno con eso tiene argumentos sobrados y legítimos, para con toda cordialidad y diciendo no es nada personal: “Ezeiza está a su disposición para el despegue….”
Ni el revolucionario de historieta “Guillo” (para sus amigos) Dietrich, ni los sucesivos e inútiles funcionarios que tuvo la ANAC, ni el secretario de planeamiento cuyo apellido olvidé, les interesaron mis propuestas de una reforma sustancial de la ley que regula el transporte aéreo.
Proponía su derogación lisa y llana, y elevé una proyecto de reforma al código aeronáutico, que también presenté en la ANAC.
Fui eyectado con una pequeña dosis de vaselina.
Con el nuevo gobierno creí que con Paola Tamburelli la ANAC tomaría otro rumbo, pero erré, entró en un juego de zonceras convocando a reuniones virtuales para resolver cuestiones que nunca resolvería.
El Ministerio de Transporte regido por un ignoto Meoni, no respondió una carta documento y en respuesta invitó a una reunión virtual, “la cuarentena da para todo” que solo sirvió para demostrar que el tema del transporte aéreo se limita a Aerolíneas Argentinas, y los otros no interesan.
Lo jodido de todo esto es que no dicen las cosas por su nombre, con lo que ponen en evidencia su insignificancia y su falta de voluntad para hacer las cosas bien.
Si no fueran hipócritas le podrían decir a FlyBondi, Jet Smart y Latam, miren, ustedes no encuadran en nuestra vetusta legislación que mantendremos vigente, como lo hizo el gobierno de otro inútil importante como fue Mauricio Macri y sus “mejores colaboradores de los últimos 50 años”.
Por tanto, si no se ajustan a la ley, les daré un plazo para que prolijamente se retiren y además entenderán que mientras estén en la ilegalidad, no podemos hablar de ayudas.
Eso es lo que hace la gente de bien, aunque una no comparta sus ideas.
Y esas tres empresas sabrían a que atenerse.
Pero no, el silencio por respuesta, la zancadilla como método y “cara de culo” como imagen. Asi proceden, por eso no puedo creer que sean gente de bien.
Según se comenta, Jet Smart estaría dispuesta a “resistir” con una sola aeronave, pero seguiría en la ilegalidad y FlyBondi es posible que comience a negociar la devolución de sus aviones.
Según Aviación News ya devolvió su avión más moderno.
Por último insistimos, Latam también será empujada al destierro, y es posible que sólo opere internacionalmente, aunque nuestro mercado se reducirá al máximo y es difícil pensar que podría ser económicamente atractivo.
La paradoja de todo esto es que se sabe y lo sabían las tres empresas mencionadas en esta nota, que ingresaban a la Argentina por una pequeña ventanilla, que el suscripto alguna vez alertó, asi que también tienen su cuota de responsabilidad, como lo dijo uno de los árbitros en el laudo del caso Aerolíneas Argentinas al hacer una referencia a los recaudos que deben tomar los inversores extranjeros.
En fin, un final legal, pero en un sendero de mentiras, hipocresías y mala fe.
Puede ser que el camino al infierno esté sembrado de buenas intenciones, pero las malas intenciones no llevan al cielo y los señores de IATA siguen presentando propuestas a la Argentina, con ese alma de burócratas a buen salario. Tampoco le veo futuro al transporte aéreo mundial, que ahora reclaman ayudas responsabilizando al covid-19.
Señores la cosa venia de mucho antes…
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