El conurbano en tiempo de pandemia, esta vez fuimos al Tigre
Domingo, 26 Julio 2020 10:31

El conurbano en tiempo de pandemia, esta vez fuimos al Tigre

Esta vez elegimos el Tigre, ubicado a 30 Km del centro de Buenos Aires en dirección Noreste, fuimos por la Panamericana hasta San Isidro, y allí nos desviamos por el ramal que nos llevó al destino. Al cruzar el peaje fuimos detenidos por personal policial, que muy educadamente nos solicitó las respectivas autorizaciones para circular, tanto las personales como las de nuestro Peugeot. Luego recorrimos más de 100 Km, seguimos a Benavidez, Ingeniero Maschwitz, recorrimos un tramo de la ruta provincial 26 y pasamos por Maquinista Savio, ya en el partido de Escobar.

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por Luis Alejandro Rizzi, desde Buenos Aires (con la cuarentena no es suficiente, sin la cuarentena aumenta el contagio, la falsedad del dilema)

A las 14:30 del sábado, después de terminar con un compromiso profesional, decidimos con mi mujer recorrer otro tramo de este fantástico conurbano bonaerense, que es una expresión de tipo surrealista que nos muestra  desde la forma de vida de los más empinados de la sociedad, hasta niveles de extremos de pobreza e indigencia, separados por unas pocas cuadras. Lo recuerdo una vez más, en esa zona, en un 0,5% de la superficie del país, vive casi el 40 % de la población total.

Hace  no muchos años en una recorrida que hice por otras zonas lindantes con la indigencia de ese intrigante  “conurbano”, me quedó grabada la expresión de una formoseño que más o menos me dijo “acá los pobres somos ricos, la verdadera pobreza esta allá (por Formosa)”. Lo que quería decir que allá se morían mucho antes o mas jóvenes.

Es obvio, la changa está allí en ese conglomerado de 15 millones. Los trabajadores informales “en negro” sumarian a la fecha en la Argentina 5,7 millones de personas (3,6 millones privados, 250.000 públicos, 1,4 millones de empleadas en casas particulares y 500.000 cuentapropistas). La Argentina supo tener una informalidad cercana a los parámetros internacionales, entre 7 y 10%, hoy representa el 39% del empleo privado, según cuenta Jorge Liotti en el diario La Nación. A ello debemos sumar los trabajadores de los llamados “movimientos sociales” que suman 4,5 millones. No tengo los números exactos, pero un 60% moran en ese inexplicable conurbano bonaerense, “donde los pobres son ricos”.

Hecha esta introducción que tiene por finalidad compenetrar al lector con las graves cuestiones que tenemos los argentinos, que cada día se agravan más y no atinamos a enfrentarlas. Más bien nos gusta contemplar como continuamos retrocediendo, una especie de masoquismo virtuoso. Hacemos culto del pobrismo, como suele decir Miguel Angel Pichetto. En esto tiene mucho que ver la Iglesia que también debería ocuparse de los que más tienen. No es un mérito ni una dignidad ser pobre. Es una desgracia.

La zona del Tigre se ha convertido en un destino de “paseo turístico”, no llega a ser propiamente turístico porque la mayoría de las visitas ocurren durante la jornada, sin pernoctes,  y en épocas normales los “tours turísticos” se planifican con una duración  de 6 a 12 horas, algunos con navegación por ese intrincado y bello delta.

En tiempos normales, les diría que es difícil recorrer esa zona por la cantidad de visitantes que prácticamente la invaden y movilizan el comercio, en especial de servicios de viajes y comidas. Los fines de semana o días feriados ya es casi una misión imposible. Recuerdo que el año pasado, ya en recesión, tuve que dejar mi Peugeot a casi quince cuadras  del destino elegido, y eso porque tuve suerte.

El sábado pasado (25 de julio) prácticamente no había gente. Las lanchas colectivas solo están habilitadas para los vecinos y los autorizados, como todo el transporte público, las veíamos pasar desde la costanera ubicada en las cercanías del Museo naval, con muy pocos pasajeros, tanto las que salían como las que llegaban. Unos pocos bares o “restó” ofrecían el “take away”. Nosotros como tuvimos que cargar nafta, compramos en un “full” de YPF un Sandwich caliente y una gaseosa, un “combo” a muy buen precio, 4 dólares al cambio oficial o solo 2 al “negro”, en castellano básico pagamos $ 260,00. Luego vimos que un producto similar en otros locales era un poco más caro, pero  ni en unos ni en otros se veía demanda, a lo sumo una o dos personas en espera.

Completamos el llamado circuito turístico en más o menos una hora respetando los muy bajos límites de velocidad de circulación, entre 20 y 30 Km/h según los tramos, nos detuvimos más de una vez para disfrutar de la belleza del lugar y tomar con nuestros celulares  algunas fotografías para documentar la soledad impuesta por las “cuarentenas ya centenarias”.

En una zona diría fronteriza entre el mayor poder adquisitivo y la pobreza, vimos varios vendedores ambulantes que ofrecían sobre las veredas, en especial, ropa de mujer, muchas de ellas de confección artesanal o algún otro objeto recordatorio de la zona. Nos detuvimos para entablar una conversación que trascurrió sobre lo obvio, “señor no hay gente, asi no se puede vender, y menos vivir, no tiene sentido”.

Luego  seguimos hacia Benavidez que también nos pareció un pueblo desierto, todo cerrado salvo algún comercio  y algún bar con sus “increíbles ofertas”.

Lo mismo nos pasó con Ingeniero Maschwitz, ya en el Km 45 de la Panamericana. La famosa casa de comidas “La estancia”  sobre la colectora, totalmente cerrada. Hago referencia a ese conocido lugar porque fue uno de las primeras parrillas de la zona que ya en 1960 y pico atraía clientes desde Buenos Aires por sus empanadas, la calidad de la carne y las pastas caseras. Si mal no recuerdo, Carmen era el alma de ese local, que espera pueda reabrir muy pronto.

No concibo a Ingeniero Maschwitz sin  su “La estancia”. La zona se “gastronomizó” en unos pocos años y ahora luce lúgubre en pleno día, todo cerrado, y algunos parecería que fueron vencidos por el covid 19.

Terminamos nuestro recorrido en Maquinista Savio, un pueblo humilde, donde nos sorprendió el movimento de gente, todo abierto, colas, respetando en algunos casos la distancia, en otros no. En Maquinista Savio no había rastro alguno de “cuarentena dura o flexible”, directamente parecía “tierra liberada”.

Por último, desde la presencia policial en el peaje  en nuestro tramo de ida, luego no encontramos ningún control y diría nula presencia policial en los 100 Km que recorrimos desde ese primer peaje.

Esto podría explicar también el incremento de la delincuencia.

Lo que veo es que ya no es suficiente con ablandar o endurecer la cuarentena, muchas cosas se han hecho mal y parecería que  no hay autocritica, ni los demás saben criticar.

Portal de América

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