La propensión al turismo
Lunes, 17 Agosto 2020 21:19

La propensión al turismo

La síntesis de nuestra opinión puede expresarse como sigue: en la gente hay una propensión natural a viajar, hoy diríamos hacia el turismo. Ahora, cuando el nivel de ingreso cae, la propensión se dirige a disminuir el gasto, y en especial se evita todo lo superfluo, y entre esto está el gasto en turismo. Si a ello sumamos que los gobiernos desalientan viajar a ciertos destinos por ser riesgosos para la salud o directamente porque tienen cerradas las fronteras o restringidos los ingresos, me preguntaría, si en verdad lo que se persigue es que la gente restrinja los viajes al exterior y asi potenciar el turismo local.

CIFFT 1250x115
SACRAMENTO - proasur
SACRAMENTO radisson
Fiexpo 2024 1250x115
TSTT-1250x115
Mintur verano 1250x115
Arapey 1250x115


por Luis Alejandro Rizzi, desde Buenos Aires (en vez de cuarentena, aislamiento social obligatorio, gatopardismo del gobierno mal hecho, para poner en evidencia que lo malo si largo, doblemente peor)

Los que estamos en esto del transporte aéreo y el turismo siempre se nos hizo hincapié en la “internacionalidad” de ambas actividades, lo que nos demostraría que el punto estaba en lo que hoy llamamos “globalización”. Aclaro que en mi opinión el mundo siempre estuvo globalizado, lo que se aceleraron fueron los tiempos.

Es curioso, por ejemplo en el caso del transporte aéreo, a su vez se limitaba la “internacionalidad” mediante la reglamentación de las llamadas “libertades del aire”, y en verdad la internacionalidad se limitaba al “sobrevuelo inofensivo” y a la tercera y cuarta libertad. El uso de la quinta a la novena libertad requería autorizaciones excepcionales. También para ejercer las dos libertades básicas se reglamentaba al extremo  la capacidad ofrecida.

La ley 19030, una suerte de momificación del transporte aéreo sigue vigente, y este gobierno, como el anterior, no pensó ni piensa en derogarla. Esa ley es fiel expresión de aquella doctrina argentina que habló de la “propiedad de los tráficos” y que obviamente perjudicaba a los países de menor población.

Obviamente esas restricciones limitaban el movimiento turístico y achicaban los mercados.

Sin embargo, a partir de la pasada década del setenta y pico u ochenta, la liberación del transporte aéreo, la Unión Europea convertida para el transporte aéreo en un  cielo único, el abaratamiento del costo del billete al punto que nominalmente hay muchas rutas internacionales cuyo precio es inferior al de hace 40 o 50 años. De hecho el abaratamiento del transporte aéreo impulsó el crecimiento exponencial del turismo internacional. Más aún, hay países que ya admiten por lo menos ocho de las nueve libertades del aire.

En 2019 el turismo representó el 7% del comercio mundial, pero su ritmo de aumento supera al de las mercaderías. Francia, España y EEUU, en ese orden, son los países que reciben más “turistas”, Francia tocando los 90 millones, España superando los 80 y EEUU en el límite de los 80.

Sin embargo el turismo, como toda actividad comercial, es cobarde y los afectan varios factores de riesgo.

Al respecto podemos leer en un trabajo que se llama “La demanda turística internacional. Medio siglo de evolución International" (Tourism Demand. Half a Century of Evolution David Flores Ruiz (*), María de la O Barroso González (*) y Juan Ignacio Pulido Fernández);  “…Estos factores (de riesgo) se consideran como uno de los más importantes a la hora de explicar el comportamiento de la demanda turística, sobre todo de la demanda turística internacional, ya que ésta, generalmente y por encima de todo, va buscando el poder disfrutar de unas vacaciones que no generen ningún tipo de contratiempos ni sobresaltos. Así, entre los factores que destacan dentro de este grupo se sitúan: el terrorismo, las enfermedades, los conflictos bélicos, los desastres naturales, etc. Un ejemplo de la influencia de estos factores en la demanda turística puede observarse en el importante decrecimiento que tuvieron en 2009 las llegadas de turistas internacionales a México como consecuencia de la Gripe A; a los Estados Unidos en 2001 y 2002, como consecuencia de los atentados terroristas del 11S; o a Colombia, a partir de la segunda mitad de la década de los 90, como consecuencia de la violencia e inseguridad que vive el país (Gardella y Aguayo, 2003).

Asimismo, podemos advertir siguiendo el trabajo citado, que el movimiento turístico, medido tanto en ingresos de dinero como llegada de viajeros, fue históricamente muy sensible a la baja o el estancamiento durante la crisis económica de fines de 1970  e inicio de 1980, finales de los 90 y primeros años de este siglo, por las crisis económicas del sudeste asiático y la incertidumbre política y económica generada pro los atentados del 11S/2001, de la crisis económica del 2008 y ahora por la del Covid-19.

Desde 1977 a 1982 los porcentajes de crecimiento de llegada de turistas bajaron, hasta llegar prácticamente a cero en 1982. Luego hubo otra baja entre 1989 y 1991. El  mismo fenómeno se produjo entre 1999 y 2003, en que la tasa de crecimiento de llegadas de  turistas fue negativa. La última caída fue en 2009.

Ahora nos encontramos con la impresionante caída ocurrida en el verano boreal, consecuencia del Covid-19, que si aplicáramos lo que surge de la historia, la recuperación demoraría un mínimo de cuatro años.

Esto significaría que en 2024 podríamos estar en los niveles previos a la “peste”, por lo menos en el movimiento de personas. Lo que es más difícil estimar es el movimiento o los ingresos en moneda del turismo, dado que habría una lógica.

Veamos, si un país tiene una estructura para recibir en el año hasta más de 80 millones de turistas, caso Francia y España, va de suyo que su mantenimiento tiene un costo que no todos podrán afrontar.

En Argentina, por ejemplo, han cerrado cientos de restaurantes y bares, hay varios hoteles cuyo futuro se desconoce, pero especialmente los conformados por una suerte de PYMES, seguramente no podrán reabrir.

Aún no sabemos el impacto que tendrá en los países la falta de los ingresos causados por la exportación turística o llegada de turistas, pero es obvio que sus efectos serán muy negativos, tanto en el nivel de empleo que se afectará a la baja, la pérdida de ingresos que exigirán un incremento del gasto fiscal para cubrir los seguros de desempleo y el gasto necesario para mantener lo que quede.

En el caso de la Unión europea, ya las autoridades burocráticas han establecido un programa de ayudas no reintegrables y créditos blandos que si habrá que devolver en los próximos años. Lo cierto es que esas ayudas si bien permitirán emparchar la caída de los ingresos, luego el turismo tendría que crecer de modo exponencial, no solo para mantener el flujo de dinero pre covid, sino para contribuir a la devolución de la ayuda recibida bajo la forma de créditos.

En este punto tendríamos que solapar cuáles son los factores de riesgo más sensibles a los movimientos turísticos, pero no hay antecedentes, salvo algunos del 2009 con la cuestión de la gripe “A”, que nos sirvan de referencia para una “pandemia” como se la dio en llamar, criterio con el que no concordamos, a esto del Covid-19.

Los antecedentes que tenemos más recientes son por referencia al terrorismo o por crisis económicas.

Será posible que disipados los temores a la “peste” la reactivación sea más rápida que para los casos de terrorismo o crisis económicas, o por el contrario habrá un cambio de hábitos que creará una realidad distinta.

En la próxima nota expondremos algunas conclusiones.

Portal de América

Escribir un comentario

Promovemos la comunicación responsable. No publicamos comentarios de usuarios anónimos ni aquellos que contengan términos soeces o descalificaciones a personas, empresas o servicios.