Las fronteras del turismo de las que no se habla
Martes, 16 Noviembre 2021 15:35

Las fronteras del turismo de las que no se habla

Cuando hablamos de las restricciones a la entrada o salida de turistas nos referimos a las fronteras geográficas y su menor o mayor permeabilidad respecto a los controles sanitarios. PCR, cuarentenas, vacunas, etc…pero hay otras fronteras de la que no se habla….

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por Luis Alejandro Rizzi, desde Buenos Aires,  Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo. @007Rizzi

Me refiero a la frontera cambiaria,la primera de esas fronteras, que se ha convertido en una “cuasifrontera” y que tiene un doble límite. Una es la restricción para la compra de dólares en el Mercado Único y libre de Cambios (MULC), que actualmente es de 200 por persona y familia, y no todos podemos comprar ese monto. Ese dólar vale alrededor de 105 pesos más un impuesto solidario del 35% y otro que se paga a cuenta de ganancias, una suerte de “percepción” que lo lleva a unos 175 pesos por dólar, al momento de la compra.

Es obvio que con 200 dólares es imposible financiar un viaje al exterior, aunque más no sea para pasar una semana en Colonia, Uruguay, que se ha convertido en un destino muy apetecible pero inalcanzable para el argentino común.

Hay otros mercados en los que se puede operar legalmente, en especial para la compra que es el llamado “dólar MEP contado”, que se consigue en alrededor de los 190 pesos. Finalmente tenemos el “Dólar blue” que se consigue en los mercados ilegales que ronda los 200 pesos por unidad.

Uruguay, un país hermano con el que tenemos fronteras terrestres, y que vía fluvial con Montevideo nos separan poco menos de 300 Km, se nos ha alejado del menú de viajes por la cuestión cambiaria.

Obviamente para el uruguayo medio Argentina es un destino regalado.

La semana pasada (viernes 12 de noviembre) en “Classic”, un resto bar ubicado en la calle Florida entre Avenida Córdoba y la calle Paraguay, pleno centro, mantuve una conversación casual con una pareja uruguaya y su hijo de unos diez a doce años, que estaban maravillados ya que habían almorzado por sólo u$s 17. El conserje del Hotel les había conseguido cambiar a $ 197.

Es obvio que ese gasto beneficia al comerciante, pero los dólares no ingresan al Banco Central que virtualmente carece de divisas de libre disponibilidad. Esas divisas son lo dólares disponibles para el pago de los servicios (turismo) y bienes (cosas) en el exterior, comúnmente lo que llamamos importaciones. El gasto del turismo emisivo equivale a una importación y el receptivo a una exportación. También son las reservas líquidas que dispone el Banco Central para intervenir diariamente en el precio del dólar.

Esa escasez de divisas restringe las importaciones, el turismo emisivo y la compra de insumos para producir bienes y ofrecer servicios de alta sofistificación.

La restricción del turismo emisivo de algún modo restringe el receptivo, dado que el turismo unidireccional condiciona la ocupación de los servicios de transporte aéreo de bandera extranjera, esencialmente a la tercera libertad (que hoy día es una antigüedad), lo que resulta insuficiente para financiar su costo.

Como vemos existe una "frontera cambiaria” que si bien facilita el “turismo receptivo”, esencialmente se refleja en los mercados vecinos que funcionan como emisores casi netos, pero que no beneficia las arcas del estado como lo hemos explicado antes. Sí beneficia al comercio ante la baja del consumo local.

La otra restricción o “cuasifrontera” para el turismo emisivo es el nivel salarial, que recién supera el nivel de los u$s 500 al tipo de cambio libre en el décimo decil. Es innecesario añadir comentario alguno.

Para incentivar el turismo local se ha implementado un programa llamado “PreViaje”, que consiste en un subsidio a la demanda que reintegra hasta el 50% de lo que se gaste para viajes en el país hasta un límite de $ 100.000 (u$s 500,00 verdaderos) por persona. Este subsidio está mal diseñado, ya que favorece a personas de altos ingresos y permite duplicarlo o triplicarlo si se ordena emitir las respectivas facturas que documentan el “gasto” en diferentes miembros de la familia. Se habrían detectado varios casos en los que hasta 4 personas del grupo familiar presentaron facturas para obtener el beneficio.

Si bien se trata de un subsidio a la demanda, está mal diseñado ya que en definitiva en la mayoría de los casos beneficia a aquellos que de todos modos igual habrían viajado.

Como vemos, uno de los problemas de nuestra economía es que se gasta mal, ya que parte de esos beneficios se financian con deuda que luego intentamos repudiar.

Bastante deshonesto es esta conducta, que en definitiva pretende justificar nuestro derroche, gastar mal es un derroche.

Estas son dos de las fronteras al turismo de las que hablamos poco y nada.

Portal de América

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