Desensimismar el turismo
Domingo, 16 Enero 2022 10:39

Desensimismar el turismo

Nos referimos al turismo porque es la temática del PDA, pero el lector advertirá que en los últimos tiempos nos hemos ensimismado en nuestros particularismos lo que nos lleva a pensar mal o a equivocarnos más. Pero no sólo eso, cada vez pensamos peor del otro y vamos ensanchando los límites de las sociedades de la mala fe, intentaremos explicarlo lo más sintéticamente posible, sin caer en el simplismo del Reader's Digest….

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por Luis Alejandro Rizzi, desde Buenos Aires Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo. @007Rizzi

No le echemos la culpa a “la peste”, pero una de sus consecuencias inmediatas es que se exacerbó la desconfianza entre las personas, por lo menos en esta parte del mundo donde estamos ubicados.

Esto no es un fenómeno nuevo, ya en un informe de Latinobarómetro, “La confianza en  América Latina, 1995 – 2015, 20 años de opinión pública latinoamericana", se señalaba que, “Las cifras de confianza interpersonal en América Latina son las más bajas de la Tierra, y son constantes en las últimas dos décadas, antes de eso no hay información.”

En ese informe hay otro dato que quiero destacar que son los niveles de confianza en las personas cercanas: “Los latinoamericanos confían en las personas de carne y hueso que pueden mirar a los ojos y que son similares a ellos. Ello comienza con los familiares a los que conoce con un 45% (porque a los familiares que no ha visto confía mucho menos, 31%), sigue con un indígena (45%), un connacional (59%) y un pobre (60%), continúa con los estudiantes (62%), el vecino (63%) y termina con el 70% con los colegas de trabajo. Es comprensible que en una región tan desigual, la solidaridad sea con los que son pares: los pobres, los indígenas. Se confía en quienes están discriminados, se confía en quienes no tienen poder. No se confía en los extranjeros (28%), en los telefonistas (22%) y en un funcionario de una municipalidad (33%).”

Comparativamente, “Mientras en América Latina 8 de cada diez ciudadanos no confían en el “otro”, en los países nórdicos 8 de cada diez ciudadanos sí confían en el “otro”.

No es fácil distinguir si la desconfianza tiene que ver con la buena o mala fe con la que se encara la vida, sino más bien con un rasgo cultural muy simple de entender, la gente percibe, diría extremando el pensamiento, un fracaso de nuestras dirigencias, que en definitiva es un fracaso cultural. esto es causa de desánimo colectivo.

Esto podría explicar por qué fue posible la Unión Europea y parece imposible el Mercosur.

En otra parte del informe se puede leer, “Desde el mal uso de los subsidios estatales hasta temas vinculados con la propiedad como la masiva venta de productos piratas, ¿acaso no están producidos por la desigualdad? ¿Qué se puede anticipar en ese escenario? Habría que decirlo abiertamente, que lo que se puede anticipar es que la gente intente a toda costa disminuir la desigualdad pasando por encima de todas las reglas si es necesario. Es decir, lo contrario de lo que se requiere para confiar.”

No es mi intención entrar en el debate de lo que es la cultura y el límite con la “incultura”, porque no creo en ese límite, diría mas bien que la cultura tiene niveles o alturas como decía Ortega y en esa línea la cultura nos tiene que ayudar a fortalecer la confianza y el concepto de buena fe.

Siempre existe un mínimo de cultura.

El ensimismamiento es un signo de muy bajo nivel cultural y acentúa las vocaciones excluyentes y los particularismos, allí nacen los “grupos de presión”, que sería unos de los rasgos de la Argentina de las últimas decenas de años y causa de todos nuestros desequilibrios.

En otras palabras, no buscamos soluciones, sino que vemos en el Poder político un modo de imponer el particularismo sectorial.

Con mi visión argentina es obvio que no hay sistema político económico que pueda funcionar sobre la base de la desconfianza y la mala fe, que creo es la causa eficiente de nuestro fracaso como sociedad y de nuestra incapacidad para discernir entre el buen gasto y el mal gasto.

En materia de turismo y transporte aéreo hemos hecho un pésimo uso de recursos financieros que nos ha llevado a gastar muy mal, dos ejemplos. El “Previaje”, que en los hechos fue un subsidio del 50% destinado al segmento social con mayor capacidad de gasto, teniendo en cuenta el límite máximo por viajero, no por grupo familiar. El otro, los subsidios que se le conceden a Aerolíneas Argentinas para que pueda competir con sus similares. Es obvio que sin ese subsidio no podría competir ni siquiera siendo monopolio, ya que debería percibir tarifas irracionales por lo altas.

El decreto 879/21 que aún no sabemos cómo será implementado, va en esa perversa dirección del “perro del hortelano” que no come ni deja comer.

Todo el turismo se piensa desde su ensimismamiento, como si el futuro económico dependiera de su volumen, una especie de “ábrete sésamo”, y en la Argentina se le han destinado mas o menos u$s 350 millones a ese segmento del 35/40% de la población que está por ahora lejos de ese resto de más del 50% que está sumergido en la pobreza.

El Ministerio de Turismo anuncia que desde mitad de diciembre se han movilizado 10 millones de personas, “…Alcanzando cifras récord de ocupación en todas las regiones. Según estadísticas oficiales, el Partido de la Costa, Mar del Plata, Bariloche, Villa Gesell y Villa Carlos Paz fueron los destinos que concentraron mayor caudal turístico.”

"Los primeros impactos del verano nos permiten ilusionarnos con que será una de las mejores temporadas de la historia, la 'temporada Previaje'. Esta iniciativa fue clave para sostener a una industria estratégica y un gran estímulo para que millones de argentinas y argentinos disfruten luego del esfuerzo tan grande de estos dos años”, declaró con orgullo el Ministro Matias Lammens.

Ese número no contempla la recurrencia ni discrimina qué “argentinos” pudieron hacer uso del Previaje y cuáles no, ni a los respectivos grupos familiares según los ingresos percibidos.

El INDEC nos informa con relación al tercer trimestre del año pasado en el cuadro 7 La escala de ingreso total familiar en hogares. Total 31 aglomerados urbanos, que recién a partir del 8º decil, una población de poco menos de diez millones de personas, la base se coloca en los $ 110.000, en el noveno decil en $ 138.000 y en el décimo en $ 188.000.

Es obvio que el Previaje no es un ejemplo para hablar de “Justicia Social”. La misma observación vale para los subsidios concedidos a Aerolíneas Argentinas que los pagan hasta quienes están en la base del decil 1 que es de $ 500 a $ 25.300 por hogar un segmento de 2.100.000 de personas.

Ensimismados en el turismo podemos hablar como Lammens expresa en la página de su Ministerio que “Localidades de todas las regiones del país registraron un gran movimiento turístico. En la Patagonia: Bariloche 97%; Las Grutas 95%; Ushuaia 90%; El Calafate 90%; Villa La Angostura 96%; San Martín de los Andes 90%; Puerto Madryn 93%. En Buenos Aires: Mar del Plata 85%; Partido de la Costa 93%; Pinamar 91%; Villa Gesell 94%; Tandil 87%.”, como vemos todos destinos diría para gente de buen poder adquisitivo.

Veo que este ensimismamiento ocurre en casi toda America Latina, hay economías dependientes del turismo receptivo, Uruguay merced a ese turismo duplica su población, pero poco se habla de que el propio Uruguay ha comenzado a diversificar su economía con emprendimientos de excelencia, muchos de ellos protagonizados por argentinos que han emigrado apenas a un puñado de kilómetros para poder hacer lo que en la Argentina se les impide o dificulta.

Parecería que el actual presidente va en esa dirección, Uruguay no puede depender sólo del turismo emisivo argentino y algo del brasilero, máxime cuando sus dos vecinos continúan extraviados al tiempo que neutralizan los nobles objetivos del Mercosur. Uruguay estaría marcando un rumbo sin menospreciar el recurso turístico, lo está desensimismando.

En el informe al que hicimos referencia en esta nota Uruguay conforma un caso diferente: “Afortunadamente hay una excepción, lo que nos puede traer una luz de esperanza, es el caso de Uruguay. Ese país logra en el curso de los años revertir la situación negativa de confianza en las instituciones de la democracia aumentando de manera sostenida la confianza en ellas…”

“Este proceso de aumento de las confianzas en Uruguay se produce por liderazgo más que cambios normativos. Es importante señalar esto porque en lo que muchos quieren llamar crisis de confianza que no lo es, se tiene la sensación que se requiere sólo cambios normativos para lograr aumentar los niveles de confianza…”

Esta diferencia es esencial, en Argentina confundimos liderazgo con presidencialismo, es decir ejercicio abusivo del poder, y populismo, el uso de la pobreza para lograr el “presidencialismo”.

Este círculo vicioso perdura a través del tiempo, hasta que como escribió Jorge Fernandez Diaz en el diario La Nacion, “Un día no muy lejano nos despertará la estridente verdad.”

Portal de América

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