Cuando una aerolínea de bandera se convierte en bandera política
Lunes, 10 Noviembre 2014 01:21
Es una verdad muy cruda la que determina que si el gobierno argentino no reestatizaba a Aerolíneas Argentinas el vecino país hoy no tendría aerolínea de bandera. Más allá de la eterna discusión generalmente alentada por un bando dentro del cual se mezclan los desavisados genuinos y los pretendidos, con la experiencia uruguaya de Pluna quedó demostrado que es muy fácil denostar a la administración de una empresa pública (sea o no estatal). Alcanza con reunir unos cuantos ingredientes con apariencia de incorrectos y pegar con ellos a través de medios afines.
por Sergio Antonio Herrera, desde Salinas, Uruguay
No es solamente Juan Pueblo el que "compra las pruebas de la infamia", también lo hacen todos aquellos a quienes les viene bien a sus intereses políticos o comerciales. Hay quienes desconocen la generalidad de los secretos aeronáuticos (los más) y por supuesto hay quienes conociéndolos los manejan en su provecho como marca la ley del libre mercado.
Leemos hoy un artículo de www.tn.com.ar en el que se compara a Ethiopian Airlines con Aerolíneas Argentinas dos compañías aéreas increíblemente similares en casi todo ya que ambas son estatales tienen casi la misma edad y similar flota de aviones pero, según el análisis la gran diferencia por la cual una da abultadas pérdidas (AR) y la otra cuantiosas ganancias (ET) es que la aerolínea africana tiene tres mil empleados menos que su similar argentina.
Mirando este caso desde afuera no nos cabe ninguna duda que -entre otras- esa diferencia de tamaño de plantilla tiene que ser decisiva a la hora de explicar resultados. Hace pocos días en La relatividad de los números en la aviación hablando de la cantidad de funcionarios por avión que tenían algunas aerolíneas decíamos: "Delta Airlines muestra un ratio de 62; Alitalia 99; KLM 165; Air France 190 y Aerolíneas Argentinas emplea a 192 personas por cada uno de los 45 aviones de su flota".
A ese dato le sumamos que por ejemplo la mexicana Volaris o la irlandesa Ryanair ostentan quizás el número más bajo, al situarse en 55 trabajadores por aeronave.
Fue muy comentada y poco transparente la compra de aviones Embraer para Austral, subsidiaria de Aerolíneas Argentinas por los cuales se pagaron los precios máximos y casi a diario se informa de desatinos varios en la conducción de la empresa de bandera llevada adelante por Mariano Recalde con el absoluto respaldo de la presidenta Fernández.
Presentadas así las cosas entonces, es natural que en Argentina Juan Pueblo diga ¡basta! a la hora de seguir subsidiando a Aerolíneas y la pregunta clave es ¿qué puede pasar si en las elecciones presidenciales argentinas de 2015 el poder cambia de manos?, agregándole la otra pregunta obligada ¿que se va a hacer con Aerolíneas Argentinas?.
No creemos que sea muy popular la respuesta que se nos ocurre: "Hay que mantener a Aerolíneas Argentinas funcionando", pero agregaríamos de inmediato "con la correspondiente adecuación de tamaño a la baja lo cual es impostergable, a pesar de las reivindicaciones gremiales que señalan exactamente lo contrario, coherentes con lo que se ha hecho en los últimos cuatro años propiciando así una sangría brutal a las arcas del Estado".
Desde este lado del río no concebimos a la Argentina sin Aerolíneas, pero tampoco nos imaginamos que otro gobierno que no sea de cuño kirchnerista esté dispuesto a sostenerla.
En setiembre pasado en La relatividad de los números en la aviación decíamos: "No tenemos duda alguna que Aerolíneas Argentinas, como lo dice la ley es el instrumento idóneo al servicio de la conectividad aérea del vecino país y como tal es impensable su desaparición pero... seguramente en algún momento será imprescindible su redimensionamiento so pena que llegue algún gobierno que piense como el actual uruguayo y la cierre".
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