Vilankulos, el Caribe de África
Viernes, 09 Septiembre 2011 00:55

Vilankulos, el Caribe de África

El puerto en el que viejos barcos llegados desde otros rincones del mundo se oxidan de olvido, es un buen comienzo para saber lo que espera al viajero que se acerque a esta ciudad de Mozambique de playas interminables y animada vida.

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por Javier Brandoli

En Vilankulos el maravilloso desorden y caos de las ciudades del continente africano se mezcla con palmeras, aguas de azul desigual y carreteras de polvo. Los hoteles que se desparraman por la costa tienen el encanto de no ocultar el lugar donde han sido levantados. La playa tiene vida, pescadores que recogen sus redes de arrastre, barcos de vela swahili que se hacen a la mar, vendedores de langosta al peso... Vilankulos es un lugar especial.

Si se toma el puerto como punto de partida, donde podrán observar a pequeñas embarcaciones a vela que transportan decenas de personas, bolsas, cajas, animales e incluso las islas del fascinante archipiélago de Bazaruto, una joya natural que sólo cuenta con lodges de lujo, se debe tomar la calle principal, una larga avenida de más de dos kilómetros que enseña el Mozambique de mercados, tiendas, bancos.

Verán que sobre las ramas de un árbol o en una bicicleta cuelgan pescados que aún dan bocanadas de aire. Los pescadores se afanan en enseñar su mercancía en cualquier rincón. Langostas o langostinos gigantes son las joyas de los vendedores, que aguantan bajo una sombra con su marisco metido en cajas con hielo. Se negocia, se ofrece, se pesa y se come.

Mercados, caos y rutas alternativas

La calle es un desfile constante de gente. Hay un primer mercado de comida en la estación de autobuses. Revuelo, chapas (furgonetas pequeñas) cargando gente y venta de frutas y verduras en un espacio de trajín económico. Divertida y sorprendente experiencia la de moverse en ese caos. Luego, al final justo de la gran avenida, está el típico mercado africano. Típico porque se vende de todo. Es un aglutinador, una cita ineludible para la población, así que diríjanse allí a encontrar la esencia de estas ciudades.

Otra posible ruta puede comenzar también en el puerto y tomar rumbo al norte, por la playa. Junto al puerto hay varios restaurantes y hoteles seguidos, pero un kilómetro después es la naturaleza la que rodea todo. Las dunas se amontonan junto a una playa rodeada de vegetación espesa. Hay excursiones que ofrecen hacer las rutas a caballo.

Por último, Vilankulos tiene en su inmensa piel interior, fuera de las grandes avenidas, la África de chozas, cercado y vida exterior. Sólo hay que perderse un poco por el pueblo, adentrarse en sus calles de polvo y mantener un respeto para poder charlar con la gente local, que seguro les ofrecerán lo que no les sobre. Eso sí, guarden las cámaras en los bolsillos y fotografíen los momentos con los ojos, los oídos y las manos. No hay nada que les haga sentir más foráneos que presentarse con un objetivo amenazante en la mano.

Portal de América - Fuente: www.ocholeguas.com

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