Escuchando algunos de los testimonios que está recabando el PDA en Argentina, elegimos uno como prototipo definitorio del disparate al que aludimos: "Decir que las agencias de viaje ejercemos monopolio es como decir que los panaderías ejercen el monopolio de las facturas (bizcochos)".
La definición es tan grave, grosera e improcedente que por ejemplo hace que los profesionales universitarios del turismo argentino hoy se pregunten "¿para qué estudiamos?".
Apenas escuchamos la cadena nacional posteamos en Equis:
¿Tendrá claro el gobierno de Milei que abrió la puerta trucha de una actividad como el turismo que mueve millones de dólares de modo permanente en un país como Argentina, para funcionar sin contralor durante todo el proceso desde la venta hasta la provisión del servicio y la liquidación de los pagos?.
¿La idea es que la actividad entre en una jungla donde va a pasar de todo, pero realmente de todo, con incumplimientos de servicios, estafas y todo lo que se les pueda ocurrir a los delincuentes de cuello blanco?.
Se estarán frotando las manos los operadores virtuales y seguramente se multiplicarán.
Se viene entonces la catarata de "diálogos" telefónicos de pasajeros afectados, con computadoras tratando de cambiar una fecha de un ticket o de una reserva de hotel, buscando una maleta extraviada o intentando denunciar al intermediario de turno que incumplió con el servicio.
Se viene el caos.
Una cosa es ser liberal, otra cosa es la temeridad.
Los cementerios están repletos de outsiders del turismo que se sintieron cracks alguna vez.
Agárrense de las manos...