Fronteras Mentales
Lunes, 07 Febrero 2011 00:25

Frontera de Andorra con el territorio hispano Frontera de Andorra con el territorio hispano

Toda persona vinculada profesionalmente al turismo, aborrece las fronteras. Pero si las fronteras tradicionales molestan y molestan más a los viajeros de buena fe, que aquellos cuyo paso se quiere evitar, existen otras fronteras burocráticas, mentales y políticas que son tanto o más perjudiciales para el turismo.

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Puede darse que en un mismo espacio turístico, existan límites administrativos que en nada contribuyen al buen desempeño de la actividad.

Un buen ejemplo es la ciudad de Nueva York y la Isla de Manhattan, separada por un río de Nueva Jersey(unida por puente y túnel), que es además otro estado.

Es muy difícil, casi imposible, encontrar  en las publicaciones oficiales de la ciudad, información sobre las actividades en Nueva Jersey, desde donde se obtiene, por ejemplo, una de las más hermosas vistas de Manhattan, tiene además muy buenos centros comerciales, adonde igualmente van los turistas y otros lugares como Hoboken, donde nació Frank Sinatra y que debería ser un sitio de peregrinación como Grace Land.

Es entendible que la presión de los contribuyentes y el cuidado de los votantes, determinen actitudes como ésta, pero debe entenderse que el espacio turístico está por encima de otros límites, ya que se retroalimentan y se potencian mutuamente.

Hace muchos años la Cámara Argentina de Turismo destacaba a Colonia del Sacramento entre los diez principales atractivos turísticos de Buenos Aires, todo un ejemplo de amplitud de pensamiento.

Hoy hay muchos otros ejemplos de atractivos transfronterizos como Niza/Montecarlo, Barcelona/Andorra, Miami /Bahamas o Hong Kong/Macao.

Dentro de fronteras los ejemplos son múltiples y no se entiende Madrid sin Toledo, Paris sin Versalles, Florencia sin Siena, Bruselas sin Brujas, Porto Alegre sin Gramado o Santiago sin Viña y Valparaíso.

Es más, si algo de esto ha cambiado, es porque las opciones de paseos radiales se han multiplicado, especialmente gracias a los trenes de alta velocidad.

Hay otros espacios turísticos como Maldonado, Punta del Este y José Ignacio que no podrían entenderse si no funcionan armónicamente, al igual que Buenos Aires, Tigre, San Antonio de Areco o la pujante San Isidro.

Además, el creciente interés por el turismo rural obliga a ampliar las fronteras de los distintos centros turísticos.

Sería utópico pensar hoy, en la creación de espacios turísticos trasvasando límites políticos o administrativos.

Solo la amplitud mental de los distintos actores políticos pueden ir superando las dificultades que se vayan planteando.

Portal de América

 

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