Actualmente, no existe legislación que resuelva idóneamente, un problema generado en esta circunstancia.

En la reciente final de la Copa Libertadores, una empresa chartera brasileña debía haber tenido en el Aeropuerto de Carrasco, antes de las 11 de la mañana, un Airbus 310, para cumplir con el contrato firmado con una operadora uruguaya, quien como es norma, con la suficiente antelación, le había pagado el costo total del servicio que incluía el transporte de 150 pasajeros, partiendo de Carrasco a la hora señalada y retornando desde San Pablo a Montevideo, una vez finalizado el match entre Santos y Peñarol.

La rotura de un tobogán de emergencia, provocó una demora muy pronunciada, inclusive en algún momento hubo por parte de la chartera la firme decisión de rescindir el contrato y devolver el dinero.

La especial circunstancia, presentaba en el escenario decenas de hinchas fanáticos, que en algunos casos habían solicitado un crédito para cumplir ese sueño de estar en una final continental acompañando al equipo de sus amores. Muchos por primera vez, quizás los más y otros, ya en una edad más avanzada, previendo que quizás no se les presentaría otra oportunidad similar, conformaban un colectivo al que se presentaba como demencial, incumplirles.

Como ya lo hemos publicado anteriormente, el referido vuelo charter partió desde Carrasco recién a las 19 horas, cuando el partido comenzaba a las 21.50. Los hinchas pudieron ingresar al estadio Pacaembú en el intervalo entre el primer y segundo tiempo.

La cuarta parte de los pasajeros originales del charter, desistieron del vuelo y se marcharon a su casa un rato antes que partiese el A320 enviado en sustitución del originalmente previsto.

Los que viajaron y también los que no lo hicieron, están reclamando al operador una indemnización por la situación generada en un caso y por el incumplimiento parcial de los servicios, en el otro.

A su vez, el operador le ha reclamado a la chartera, quienes aducen que no les corresponde hacerse cargo de ningún resarcimiento, pues según su punto de vista, aunque con retraso, cumplieron con el contrato. hubo pasajeros transportados, hubo vuelo de Montevideo a San Pabo y de San Pablo a Montevideo.

Esta situación demuestra fehacientemente la desprotección que increíblemente, a esta altura de la vida, aún padecen los operadores turísticos.

* Si no paga con la antelación debida, no tiene avión.

* Si erra en la previsión y no completa el cupo o al menos, no supera el mínimo imprescindible, deberá cerrar los ojos y seguir para adelante.

* Si como pasó en el caso referido, la rentadora del aparato incumple el horario (más allá que sea por fuerza mayor o por seguridad, como se esgrimió), por esa causa el operador a su vez, también incumple con los pasajeros, la chartera "se lava las manos" y deja al operador en soledad, lidiar con los pasajeros molestos.

Si uno se registra en un hotel, por más que haya prepagado la habitación, el establecimiento le exige una tarjeta de crédito al ingresar, en prevención de los gastos extras. Si en el check out, por cualquier causa el pago de las extras no se puede concretar (No autoriza la tarjeta, no tiene efectivo, etcétera), hasta que de alguna manera se pague, el pasajero quedará retenido y no hablemos que pueda retirar su equipaje.

Del mismo modo ocurre en un restaurante si al momento de pagar no hay billetes y no funciona el plástico.

Más simple, cuando vamos al supermercado, si no pasamos por caja, y pretendemos salir con productos "sin declarar", suena la alarma, ¿no?.

Entonces, ¿es muy loco pensar que las autoridades puedan detener la partida del país de un avión perteneciente a una empresa que incumple su contrato?.

Portal de América