por Sergio Antonio Herrera, desde Salinas, Uruguay

En la página 280 de mi libro "Pluna, el riesgo de volar alto" digo: "A pesar de todo lo que antecede y de los errores que hemos señalado en todo este trabajo, creemos que Matías Javier Campiani Moché pasará a la historia como el hombre que llevó a cabo la mayor revolución de la aviación comercial uruguaya. No es un criminal ni un estafador, es una persona muy correcta, adorado por su familia, querido y respetado por sus amigos. Posee nacionalidad alemana, al igual que su esposa y sus dos hijos. Vivió muchos años en Alemania, país en el que en su Constitución está perfectamente aclarado que no se otorgará la extradición a otro país a sus ciudadanos. No obstante, para presentarse ante el Juzgado de Crimen Organizado, el día 21 de diciembre de 2013, viajó a Montevideo desde Munich..."

Al igual que Arturo Álvarez Demalde que recuperó la libertad en abril de 2014, a escasos cuatro meses de ser enviado a prisión en diciembre de 2013 también como integrante de una "organización criminal" y que Sebastián Hirsch (liberado en febrero de 2015) el verdadero cerebro financiero del equipo de LeadGate (el cargo mayor es estafa y adulteración de balances...)también a Matías Campiani, lo convenció la defensa que debía presentarse. No conocemos los argumentos pero si les dijeron que viniesen en diciembre, a las puertas de la Feria Judicial, no les deben haber planteado que existiese ningún riesgo de ser enviados a prisión ¿verdad?.

Al día de hoy no existe la menor pista que se haya confirmado uno solo de los cargos de los que se les acusa a los tres exdirectores de Pluna y no hay que ser muy entendido en leyes para concluir en que si ello hubiese ocurrido, Hirsch no podría haber sido liberado ¿verdad?. Sobre sus hombros estaba todo el engranaje financiero de la empresa.

También en mi libro cuento con lujo de detalles como fue "el negocio Aerovip" y además el informe completo del Catedrático de Finanzas de la Universidad de la República, Profesor Doctor Ricardo Pascale y el mismo es terminante, no solamente fue una operación con resultado contable positivo sino que el mismo fue de varios millones de dólares.

En el mismo capítulo, en la página 177 bajo el subtítulo "KPMG", decíamos de nuestra extrañeza por la no citación a declarar a nadie de la prestigiosa auditora internacional y el silencio de la misma en los medios ya que la imputación a los empresarios era por la adulteración de los mismos balances que KPMG había certificado. Casi sobre el filo del cierre de la edición conseguimos una declaración formal de la auditora la que fue incluida en la página 178 con el siguiente contenido:

"En relación con vuestro ofrecimiento de incluir nuestra posición sobre el caso Pluna en una publicación que habrá de distribuirse próximamente, respondemos a ustedes que el deber de confidencialidad inherente a nuestro rol de auditores independientes nos impide referirnos públicamente a aspectos técnicos específicos relacionados con la información obtenida durante la ejecución de nuestro trabajo, con excepción, obviamente, de la emisión del informe de auditoría. Sin perjuicio de ello podemos sí manifestar respecto a nuestro rol de auditores de Pluna SA desde el año 2001, que KPMG  ha cumplido en todo momento con las normas profesionales vigentes en nuestro país que regulan nuestra actuación profesional. Agradeciendo vuestro ofrecimiento, les saludamos cordialmente.

Mario Amelotti
Socio Director"

No es necesario traducir ni ser muy linces para interpretar que dentro de las limitaciones de confidencialidad y de las normas éticas, KPMG no deja lugar a dudas al decir "...podemos sí manifestar respecto a nuestro rol de auditores de Pluna SA desde el año 2001, que KPMG  ha cumplido en todo momento con las normas profesionales vigentes en nuestro país que regulan nuestra actuación profesional."

Finalmente un representante de KPMG declaró en Crimen Organizado como testigo del caso y todo parece indicar que hubo una contundente reafirmación de las razones que les llevaron a la certificación.

No es fácil de entender, además de la ya conocida rareza de nuestra justicia que se permite encarcelar a un inocente (jurídicamente Campiani lo es hasta demostración de lo contrario) que se pueda actuar con tanta severidad con él y con tanta liviandad con uno de los mayores generadores del mayor escándalo político de los últimos años llamado Juan Carlos López Mena, como lo venimos demostrando en el seguimiento del juicio que le sigue su exasesor Daniel Rocca con la saga "Caída libre".

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