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El NEW YORK TIMES publica investigación sobre el caso PLUNA
Viernes, 15 Mayo 2015 13:09

El NEW YORK TIMES publica investigación sobre el caso PLUNA
Quienes siguen nuestro trabajo en este medio y en las redes sociales, estaban advertidos que pasarían cosas… En la columna de Sergio Antonio Herrera ´Banana ROU - Campiani "se come un garrón" en Campanero´ nos preguntamos cómo era posible que sin comprobarse ninguna de las acusaciones, Matías Campiani aún siguiera preso.  Al parecer no estábamos solos, a pesar del estruendoso silencio en el Uruguay.  La coincidencia con nuestra prédica surge del lugar menos pensado: nada menos que en el New York Times en un artículo firmado por David Gelles y Charles Newbery.

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Compartimos el link del artículo original en idioma Inglés del prestigioso diario de los Estados Unidos de América.

A continuación, la traducción al Español realizada en forma exclusiva por el Lic. Alejandro Spera para Portal de América. 

Puede haber sido el volcán.

A mediados de 2012, una serie de infortunios combinados -un litigio por parte de los sindicatos brasileños, el incremento de los precios del combustible, un cambio de gobierno y una erupción volcánica- llevaron a la aerolínea de bandera PLUNA a desplomarse.

El colapso de la aerolínea también hundió las inversiones de la compañía de capital de riesgo que era el socio mayoritario.  Pero el daño a la firma fue mucho más allá de lo financiero.

“Les escribimos desde una cárcel en el Uruguay, donde recién hemos completado nuestra séptima semana”, plasmaron los tres exsocios de la empresa de capitales de riesgo LeadGate en una carta a sus inversores, fechada en febrero de 2012.  

Más de un año después, uno de los tres, Matías Campiani, un empresario argentino con educación norteamericana, que fue Gerente General de PLUNA, permanece recluido en una cárcel de seguridad media al norte de la capital del Uruguay, Montevideo.

Un juez y fiscal uruguayos han estado investigando el colapso de la aerolínea durante tres años, en la búsqueda de acusaciones de malas prácticas.  Pero, debido a la peculiaridad del sistema de Justicia uruguayo, aún no se han presentado acusaciones formales hacia las tres personas.

Los ejecutivos de la compañía de capitales de riesgo poseen suficientes defensores que afirman que el verdadero culpable del encarcelamiento de los tres argentinos fue el manejo político.  

“Estos hombres fueron un chivo expiatorio”, aseguró Gustavo Herrero, director ejecutivo de la Centro de Investigación para Latinoamérica de la Escuela de Negocios de Harvard.

La historia de la inversión de LeadGate en PLUNA es una advertencia de lo que puede suceder cuando una privatización queda atrapada bajo una peligrosa mezcla de negocios con política latinoamericana.  

Campiani y los otros dos fundadores de LeadGate no aceptaron declarar para este artículo, aduciendo su situación legal en el Uruguay.  Sin embargo, se realizaron entrevistas con sus asociados, expertos del Derecho y miembros del empresariado uruguayo, que relataron la historia de una inversión prometedora que terminó siendo nefasta.

Campiani, Arturo Álvarez Demalde y Sebastián Hirsch fundaron LeadGate en 2004 para comprar y transformar empresas quebradas en América Latina.  Luego de estudiar y trabajar en el exterior, fue la forma que mejor conocían para retornar a la región.  

Campiani había trabajado en Alcoa, a partir de su grado de Master en Gestión Industrial de la Universidad Carnegie Mellon de Pittsburgh.  Sus socios graduados del Máster en Administración de Empresas de la Escuela de Negocios de Harvard y la Universidad de Columbia en Nueva York, habían trabajado en compañías como Siemens en Alemania, McKinsey & Co. y Procter & Gamble.  

Los tres hombres se encontraron en un típico asado argentino en Münich y decidieron formar LeadGate.  

La empresa realizó su primer inversión en el Uruguay en 2005, comprando Parmalat al grupo italiano de la industria láctea a partir de una venta de activos por un escándalo financiero.  El equipo de LeadGate reestructuró US$ 32 millones de dólares de deuda, llevó adelante negociaciones exitosas con el gobierno y los sindicatos, sacó a flote la producción lechera y encausó a la compañía hacia las generación de rentabilidad.  

En 2007, LeadGate vendió Parmalat al grupo venezolano Maldonado, rentabilizó sus ganancias y comenzó a buscar oportunidades de inversión.  

“Matías es un representante de las buenas prácticas en el manejo de capital de riesgo en América Latina”
, relató Gustavo Herrero, profesor de la la Escuela de Negocios de Harvard, co-autor del caso de estudio del trabajo de LeadGate en la empresa Parmalat“El estudio sigue siendo expuesto en Harvard como un caso de éxito”, continuó.   

La siguiente inversión fue PLUNA, que el gobierno uruguayo había asumido de su antecesor, la aerolínea brasileña VARIG, después de su quiebra en 2005.  Cuando fue nacionalizada, PLUNA había quedado muy debilitada. La presidenta del sindicato de trabajadores se había transformado en la Gerenta General, las áreas de Mantenimiento y desarrollo del negocio se habían estancado, y en 2007, la compañía había perdido US$ 42,7 millones de dólares de un total de facturación de US$ 90 millones de dólares.      

Luego de una licitación en 2007, LeadGate ganó, adquiriendo un 75% de PLUNA por valor de US$ 15 millones de dólares.  El Estado mantuvo el restante 25% de las acciones y dos de siete lugares en el Directorio de la compañía.  

El objetivo de la empresa de capitales de riesgo era replicar modelo de éxito de Copa Airlines, el operador panameño que se ha transformado en un actor clave en América Central.  

Durante la gestión de LeadGate, PLUNA reclutó ejecutivos de American Airlines y British Airways, adquirió una flota de varios jets Bombardier, centralizó su "hub" de conexiones en Montevideo, y abrió nuevas rutas.  En dos años, PLUNA triplicó sus ingresos y flujo de pasajeros, y acortó pérdidas.  En 2010, ingresó la aerolínea canadiense Jazz como accionista, alcanzando una valuación de US$ 60 millones de dólares, triplicando su valor en apenas tres años.  

Pero su fortuna empezó a deteriorarse.  En 2011, la República Argentina impuso duros controles al tipo de cambio para proteger sus reservas, luego de una caída económica brusca. PLUNA, que vendía la mitad de sus pasajes desde Buenos Aires, comenzó a tener dificultades en el envío de remesas y flujo de fondos, que causaron problemas en el pago de salarios y la compra de combustible.  El peso argentino debilitado implicó que los viajes al Uruguay cayeran rápidamente.

Luego vino la erupción del volcán Puyehue, que afectó los servicios aéreos en Buenos Aires, erosionando así las ventas de PLUNA en la región.

Hubiera sido posible un auxilio por parte del gobierno uruguayo; sin embargo, en 2010 asumió un nuevo presidente: José Mujica, un exguerrillero que había permanecido en prisión por 13 años durante la dictadura militar.      

Mujica sucedió a Tabaré Vázquez, quien había vendido PLUNA al grupo LeadGate.  Durante la gestión de Mujica, el gobierno le impuso duros términos a PLUNA de manera punitiva, a pesar de su pequeña participación accionaria.  

En 2012, el gobierno argentino comenzó a subsidiar el costo del combustible para su aerolínea nacional de bandera, Aerolíneas Argentinas, el mayor competidor de PLUNA.  La administración de Mujica negó alinearse a esta forma de subsidio.  

Luego, cuando PLUNA realizaba duros esfuerzos por recuperarse de las pérdidas, la compañía petrolera estatal ANCAP, cambió los términos del convenio que había establecido con PLUNA.  Se adelantaron los vencimientos de pago, creando una situación de flujo de fondos crítica para la aerolínea.   

Pero el desarrollo más dramático se desencadenó en 2012 a partir de la bancarrota producto del cierre de la brasileña VARIG, anterior socio de la compañía.   Durante años, los brasileños, que habían perdido sus fuentes de trabajo tras la quiebra, presentaron demandas ante sus acreedores potenciales, incluyendo PLUNA.

Los socios de LeadGate conocían el riesgo.  Cuando la empresa había ganado la licitación para la adquisición de PLUNA, el gobierno uruguayo le había firmado la indemnidad respecto a cualquier contingencia de estas características.  Al comienzo, las demandas eran relativamente pequeñas, alrededor de US$ 20.000 a 30.000 dólares.  Sin embargo, en Junio de 2012, los tribunales brasileños sentenciaron a favor de dos pilotos por un reclamo de US$ 500.000 dólares. Si cada empleado de VARIG recibiera esa suma, Uruguay estaría frente a un posible reclamo por US$ 3.500 millones de dólares, según los cálculos duros del gobierno.  

Los socios de LeadGate, por su parte, estaban coordinando una línea de crédito por US$ 30 millones de dólares. Sin embargo, los representantes del gobierno en el directorio de PLUNA votaron en contra de esta medida de asumir nuevas deudas.

Ante la falta de caja y la imposibilidad de tomar nueva deuda, LeadGate tuvo que devolver su participación del 75% del paquete accionario de PLUNA al Estado uruguayo el 15 de junio de 2012.  Los socios del grupo y sus inversores no recibieron nada a cambio por su inversión.

A continuación de ello, el sindicato de la aerolínea se declaró en paro de actividades.  Apenas días después, el gobierno del Uruguay tomó la decisión de cerrar PLUNA luego de 75 años, y liquidarla.  En el concurso presentado ante la Justicia, el gobierno aduce factores externos y de gestión como las únicas causas del cierre.

Para Campiani y sus dos socios, esto hubiera sido el final de la historia.  Como contraprestación de la entrega del paquete accionario de PLUNA al gobierno, habían firmado un contrato de indemnidad ante cualquier acción legal de terceras partes, junto a una aprobación de su gestión.

Los tres empresarios se mudaron a Florida, USA, disolvieron LeadGate y comenzaron a trabajar en proyectos de forma independiente.  

Pero después del colapso de PLUNA y su liquidación, algunos correligionarios del partido de Mujica presentaron denuncias sobre mala gestión y maniobras de tipo criminal en la compra de las aeronaves.  Luego del estudio de las denuncias, la jueza del crimen organizado Adriana de los Santos y el fiscal Juan Gómez, también experto en estos crímenes, ampliaron la investigación sobre la quiebra de la aerolínea.  

En diciembre de 2013, Campiani, Álvarez Demalde y Hirsch fueron citados a declarar al juzgado en Montevideo, como parte de la investigación.  Ya habían asistido una vez, sin consecuencias.  

Esta vez fue diferente.  Los socios de LeadGate fueron acusados de fraude y quedaron incomunicados durante una noche en una pequeña prisión.  Al día siguiente, retornaron a la sede penal.  En lugar de sentarse libremente, como el día anterior, permanecieron en un área detrás de rejas.   

El fiscal había presentado una acusación preliminar en un escrito de 45 páginas, argumentando que LeadGate había realizado una mala gestión en PLUNA.  Entre las razones se incluyó: "luego de la quiebra de PLUNA , la compañía petrolera estatal ANCAP intentó cobrar algunos cheques diferidos de PLUNA que habían sido firmados por Matías Campiani cuando era el Gerente General de la compañía.  Estos cheques resultaron sin fondos", llevando a que ANCAP argumentara que Campiani había robado de manera dolosa.

Los abogados defensores de Campiani aún mantienen su inocencia, argumentando que un juez no especializado y el fiscal han malinterpretado prácticas empresariales de uso habitual.

Sin embargo, la jueza procesó a los hombres por estafa reiterada, y dio lugar al comienzo de las acciones legales.  Mientras tanto, estarían recluidos en lugar de ser liberados bajo fianza, debido al factor potencial de “alarma social”.   

A la fecha, sin embargo, no ha habido una acusación formal en contra de los socios de LeadGate.

“Esto es puramente un engaño político” afirmó Luis Moreno Ocampo, un abogado argentino y exfiscal del Tribunal Criminal Internacional, que ha accedido a revisar el caso.  “El gobierno no tiene nada en su contra.  Fueron a la cárcel sin razón aparente”.

Arturo Álvarez Demalde, ahora 42 años, fue liberado en abril de 2014.  Sebastián Hirsch, 44, fue puesto en libertad en febrero de este año.  Ambos volvieron a Florida, USA para reinsertarse en sus carreras empresariales.  Pero Matías Campiani, 47, aún sigue recluído en Campanero, con un futuro incierto.

Comparte la celda con otros cinco reclusos.  El ala del centro carcelario donde se halla posee un mural de un campo y cielo azul, que dan la sensación de un espacio abierto hacia el infinito.  

Aunque viven detrás de las rejas, los prisioneros de Campanero acceden a algunos servicios adicionales.  Campiani posee un teléfono celular.  En algunas ocasiones, puede abandonar la cárcel por el día, acompañado de un escolta policial.  Durante ese corto recreo, ha visitado un monasterio buddhista para meditar por 8 horas.  En otra salida transitoria fue a la estancia de un amigo para compartir un asado y cabalgatas.  Le ha enseñado a sus compañeros a jugar al “Frisbee” (plato volador).

Está esperando, fundamentalmente.  Mientras sus socios han vuelto con sus familias, Campiani está a miles de kilómetros de su esposa y dos hijos.  Lo visitaron una vez, por 10 días en la Navidad.  Pero Campiani les recomendó no volver, debido al miedo de que su esposa pudiera quedar arrestada.  

Algunos exempleados de PLUNA sostienen que los ejecutivos de LeadGate son inocentes.

No ha habido ninguna evidencia de un fraude”, afirmó Martin Harrison, exDirector de Operaciones de PLUNA, que ahora se desempeña como Consultor en Aviación, en Lóndres.  “Los números estaban mejorándose, fueron víctimas de la situación política”

Inclusive algunos representantes del gobierno han expresado su apoyo a Matías Campiani y sus socios.  

“LeadGate tenía muy mala prensa, pero su gestión amplió destinos, redujo los pasivos, incrementó la cantidad de pasajeros, y mejoró el posicionamiento de la aerolínea en la región”, esgrimió el entonces y actual Ministro de Transporte y Obras Públicas Víctor Rossi, en una entrevista publicada por el diario El Observador en 2012.  Más adelante reiteró esa visión, afirmando que “yo nunca hubiera cerrado PLUNA”.

Otros factores operaron en contra de LeadGate.  El gobierno populista de Mujica no confiaba en socios de una empresa de capitales de riesgo.  

“Siempre hemos perdido con los capitalistas”, dijo el exPresidente Mujica.  Sobre los socios del grupo LeadGate aseguró “es difícil agarrarlos porque son muy escurridizos”

En marzo, Tabaré Vázquez fue electo Presidente y su fuerza política moderada volvió al poder.  

A pesar de la salida de Mujica, Campiani permanece encarcelado, debido a las particularidades del sistema judicial uruguayo.

Uruguay es uno de las pocas Democracias en el mundo donde los ciudadanos pueden permanecer recluidos cumpliendo prisión preventiva sin sentencia durante años.

Desde que los socios de LeadGate fueron enviados a prisión, la Justicia sigue tomando testimonio a testigos, intentando armar el caso en contra de Campiani y sus compañeros.  Pero de los 41 testigos que fueron citados a la fecha -incluidos el presidente Vázquez y la primera plana de jerarcas gubernamentales- ninguno ha descrito actividades ilegales por parte de estos tres hombres.

Portal de América


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