Argentina y Uruguay, los rieles torcidos de su integración
Sábado, 10 Septiembre 2011 14:13

Argentina y Uruguay, los rieles torcidos de su integración

El historiador y analista uruguayo, Gonzalo Abella, nos propone “dejar de lado la especial emoción que sentimos cuando escuchamos hablar de reactivación ferroviaria”, para pensar el significado del tren de los pueblos libres, que autoridades de ese pais y argentinas inauguraron esta semana: “el plan supera a las mejores intenciones de Cristina, y tiene que ver con la necesidad de integrar la explotación conjunta de los recursos naturales que llevan adelante las transnacionales que operan en la región”, lanzó como para arrancar, con su habitual tono cálido y pausado, el oriental, quien además repasó en AIM las raíces históricas del dolor actual que atraviesa a estos dos pueblos, “que no dos pueblos, sino uno sólo, porque como decía Aníbal Sampayo, Argentina y Uruguay son dos lonjas de un mismo cuero, unidos por un tiento de plata que es el Uruguay”.

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En diálogo con esta Agencia, Abella destacó que “las líneas ferroviarias prioritarias son las que van de este a oeste, porque son las que unen la producción brasileña con los puertos chilenos en el océano Pacífico, para llegar hasta el nuevo amo que es China. En este esquema, Argentina y Uruguayo no son, para los poderosos, polos de desarrollo significativos, sino proveedores de materias primas, tanto agrícolas como minerales, y corredores que unifiquen la producción con los puertos”.

“Brasil, la nueva potencia de esta región que apunta a ser un subimperialismo, necesita un corredor hasta Chile, su verdadero socio”, señaló el historiador, y agregó: “en este marco, la política vial en realidad no lo decide el gobierno argentino, o el uruguayo, sino que se subordinan a una estrategia que les pasa por arriba, y que va sobre rieles”.

Veamos…

“La Infraestructura para la Integración de Sur América (Iirsa) es el verdadero objetivo integrador. En ese marco se hacen concesiones graciosas a nuestros gobiernos, se les permite discursear grandilocuentemente sobre la integración con cosas que quizás beneficien a muchos, porque yo también tengo ganas de tomarme ese tren que se inauguró, pero son limosnitas frente al verdadero plan”, amplió el panorama Abella, y continuó: “que tiene que ver con sacarnos de la entraña mineral, de la tierra, todos los recursos que se puedan y ponerlo al servicio de un desarrollo foráneo, como lo hace la minería a cielo abierto, que es salvaje; el monocultivo de soja, que destruye nuestro recurso natural; como lo hace la extracción de madera nativa, o la sobredosis de monocultivo forestal, par lo cual además neecsitan dragar los ríos y convertirlos en las autopistas de las barcazas”.

Por lo bajo

“Un gobierno que alguna vez tuvo un discurso patriotico y liberador, se pone de rodillas frente a las transnacionales y les otorga zonas francas para que destrocen el ecosistema nativo, necesita justificar ese sometimiento con gritos de emancipación nacional”, advirtió a AIM el analista, acerca de “la estrategia del gobierno uruguayo, que por arriba se abraza y celebra con las autoridades argentinas,y por lo bajo, a través de sus comunicadores serviles, plantea que la Argentina tiene envidia de nuestro país, porque siendo más pequeños somos más simpáticos a las inversiones extranjeras, y por lo tanto nos pondrían trabas a a nuestro desarrollo”, ejemplificó.

“Este modelo, lamentablemente, es una línea de acción que poco tiene que ver con las vacilaciones de Cristina, porque es coherente y constante, tanto en el Gobierno de Tabaré Vázquez, como ahora de Mujica”, y agregó: “este planteo argumenta que necesitamos de las inversiones extranjeras, mientras omiten mencionar que son inversiones contaminantes y destructivas, a la vez que sostienen esa política descarnada de mercado en la que la habilidad de un gobierno radica en lograr para si la mayor cantidad de inversiones que vengan del extranjero, a codazos con los demás países de la región, porque eso gotea fuentes de trabajo y genera oportunidades en un mundo difícil ante las turbulencias para las que hay que blindarse”.

“Al mismo tiempo en que Uruguay, desde el punto de vista económico, pasa a ser un apéndice de Brasil”, unió con paciencia, Abella, los rasgos de lo cotidiano con la historia, “porque si uno recorre las calles uruguayas, todos los colectivos del servicio público son brasileros, la inmensa mayoría de los autos, que ahora compiten con los chinos, son brasileros, y casi toda la tecnología viene del país vecino”, ejemplificó, “se genera un falso enfrentamiento con Argentina, y complican el funcionamiento del Mercosur, porque en realidad esa integración no se desea, sino tan sólo para aprovechar algunas oportunidades exportadoras, y colocar autopartes en los mercados argentino y brasilero”.

“En ese sentido, Uruguay retoma una vieja política del antiguo enfrentamiento al peronismo: que es tratemos de aproximarnos a Europa y diferenciarnos de cualquier política tímidamente nacionalista en Amércia para dar señales de que nosotros somos más entreguistas y por lo tanto las inversiones tienen que venir para acá”, sintetizó en AIM el historiador.

El imperialismo metió la cola

Pero lamentablemente no es la primera vez que los intereses de otros países se entrometen en esta región y generan divisiones inexistentes: “Argentina y Uruguay son un mismo pueblo”, definió a AIM Abella, y se preguntó: ¿dónde está la diferencia cultural entre nosotros? ¿en el modo de hacer la empanada o de tocar la milonga? Los fenómenos culturales desdibujan las fronteras artificiales que nos impusieron después”, concluyó.

De paisito a Estado tapón

“Uruguay es un país inventado por los ingleses a los efectos de darle un golpe al artiguismo”, resumió Abella, “y la prueba fehaciente de esto es que Artigas se negó a reconocer las nuevas fronteras del Estado oriental, y nunca quiso volver, dijo entonces ‘provisoriamente me he quedado sin patria’, más tarde dijo además, ‘soy un ciudadano de América nacido en la provincia oriental”.

“La declaración que da nacimiento al Estado uruguayo en 1828 fue manejada por los ingleses y tuvo una lógica sencilla. Las provincias unidas estaban derrotando al Brasil, sobre todo en 1827, en la batalla de Ituzaingo: orientales, entrerrianos, bonaerenses, de todos lados dieron un gran golpe al imperio brasileño que no tenía respaldo en su pueblo porque era una cárcel de pueblos, herederos de la monarquía de portugal. En ese marco se meten los ingleses, que no querían que Brasil llegara hasta el río de La Plata controlando la provincia oriental, pero menos querían que hubiera una gran potencia que controlara ambas márgenes de ese río”, explicó a AIM el historiador oriental, y continuó: “entonces propusieron la creación de un estado tapón, que es el Uruguay”.

“Los orientales ni siquiera participaron en la conferencia de paz donde se acordó la independencia de nuestro país. Las provincias unidas se notificaron por carta, desde Río de Janeiro, que Rivadavia acababa de aceptar con el emperador de Brasil la separación de la provincia oriental del resto”, ilustró, y continuó: “eso fue una tragedia histórica porque hasta perdimos el derecho de llamarnos orientales, ya que para eso nuestra patria necesita un occidente, pero si a mi me aislan del resto de mi país necesito inventarme otro nombre, y el primero que surgió fue Estado Oriental del Caudaloso Plata, que por suerte no prosperó, porque en vez de llamarnos uruguayos hubiésemos sido caudalosos”, se rió Abella. “En ese entonces los ingleses no tenían definido si iban a poner un monarca o iban a hacer una forma republicana con protección británica, por eso la siguiente propuesta fue Estado Oriental del Uruguay, hasta que se resolvió por el lado de la República Oriental”.

Ramírez y Artigas

“El enfrentamiento entre Artigas y Ramírez, en 1820, se produce una vez perdida la provincia oriental, a lo que el entrerriano entiende que salvaguardar el federalismo significaba que cada provincia proteja lo suyo, y Artigas entendió, tenazmente, que no, que había que mantener la bandera de la Liga (de los Pueblos Libres), y terminaron enfrentados los dos”, despejó el historiador oriental, consultado sobre si ese combate significó una traición de parte de Ramírez, y continuó: “es muy curioso lo que pasó cuando se enfrentaron en territorio entrerriano, porque ninguno de los dos renunció a la bandera que tenia. Era tal la afinidad, y el vínculo que los unía a través de determinados símbolos comunes, que hoy esa bandera está presente en ambos bandos combatientes: es el pabellón entrerriano, y la segunda bandera que se usa en todos los desfiles en el Uruguay, la bandera artiguista”.

“Ramírez, a mi juicio, en el enfrentamiento con Artigas, se equivocó, y lo hizo feo en el tratado del Pilar, pero ¿cuál era su verdadera intención?, porque eso es lo que mide a una personalidad histórica, ¿se acomodó? ¿terminó en la abundancia? Podemos decirlo de Urquiza, pero no de Pancho Ramírez, él separó su provincia, y mantuvo los preceptos federales, que obviamente Buenos Aires aceptó encantado, porque debilitaría a Artigas”, definió a AIM Abella, y agregó: “y eso lo demuestra el enfrentamiento entre ambos, que fue de manera frontal, después de un intercambio epistolar en el que se arrojaron epítetos muy fuertes. Artigas muere en la mayor de las pobrezas, y Ramírez en un asalto corajudo por tratar de rescatar a la Delfina”.

Fructuoso Mujica

Las consideraciones sobre la traición nos llevan hasta la figura del oficial artiguista, Fructuoso Rivera, “que entregó los planos de comunicaciones al imperio brasileño y fue condecorado como oficial de su ejército cuando controló la provincia oriental”, afirmó el historiador, y continuó con su argumento: “aún después de presidir el nuevo Estado, y que su ejército masacrara indios, Fructuoso Rivera recorría la campaña tomando mate y comiendo tortas fritas con los más humildes, al estilo que lo hace hoy Pepe Mujica, es por eso, y por su carácter servil a las necesidades de las trasnnacionales en nuestro pais, que algunos lo llamamos Fructuoso Mujica”.

“Hay mucho de teatralidad en Mujica, en cómo usa su pasado con inteligencia, que al igual que el de Rivera, está cargado de sufrimientos y de batalla, esto deja al pueblo uruguayo, hoy, desconcertado, sin capacidad de defenderse, lo que antes estaba resuelto porque sabíamos que los gobernantes de los partidos blanco y colorado, representantes abiertos de la derecha, eran unos sinvergüenzas”, y explicó: “por eso decimos que es un farsante, a diferencia del gobiernos de Kirchner y de Cristina, que son mucho más contradictorios, porque si bien uno reconoce el valor de enfrentarse al aparato represivo de la dictadura, sabe los desastres que se están haciendo con la minería en el país, el monocultivo y los agrotóxicos en la salud de la población”.

La tierra

En ese sentido, y desde una óptica artiguista, Abella concluyó, “Artigas buscaba no la equidad, sino la inclusión, para eso repartió las tierras entre todos aquellos que nada tenían, porque previó el crecimiento económico que tendrían las provincias que conformaban la Liga de los Pueblos Libres, y la exclusión que tendría entre sus habitantes. Entonces, sobre esa base uno puede medir el carácter antiimperialista de un país, en qué hace con la tierra, si se extranjeriza o queda en manos de quien la trabaja y la gente que quiera puede acceder a ella”.

Portal de América - Fuente: www.aimdigital.com.ar

 

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