Sobre subsidios y transporte en la Argentina
Jueves, 23 Abril 2015 21:20

Sobre subsidios y transporte en la Argentina
“Somos una sociedad subgestionada. No caben dudas al respecto. Y, si las hubiera, deberíamos disiparlas cada vez que un candidato presidencial recita el clásico "Tenemos una país enorme y rico en recursos naturales, con los cuatro climas, las tierras más productivas del mundo, lleno de potenciales fuentes de energía fósiles y renovables, con una población educada y sin conflictos raciales o religiosos". Martin Lousteau”. LA NACION 1/04/15.
Mintur verano 1250x115
TSTT-1250x115
Fiexpo 2024 1250x115
SACRAMENTO radisson
Arapey 1250x115
CIFFT 1250x115
SACRAMENTO - proasur

por Luis Alejandro Rizzi, desde Buenos Aires

Si algo nos caracteriza a los argentinos es la de insistir en los errores para obtener resultados diferentes y mejores, y obviamente el error repetido produce  los mismos malos resultados, para peor agravados. El otro vicio es el de no aprovechar las experiencias ajenas ni las propias.

Uno de esos errores es la cuestión del gasto público que tiene que ver con las políticas fiscales. Es sabido que el gasto improductivo y descontrolado generalmente se financia con empréstitos o créditos, y ello impacta en el costo del dinero, los intereses se incrementan y ello a su vez impacta negativamente en el nivel de actividad, baja el consumo y la actividad privada se retrae.

Si el gasto improductivo se financia con emisión, como es el caso argentino, en un primer momento se potencia el consumo pero también el proceso inflacionario, ya que la emisión monetaria desalienta la inversión y en consecuencia en vez de aumentar la producción se aumentan los precios por la mayor demanda. Este proceso finalmente impacta en el valor del salario real y el consumo se orienta a la baja. El nivel de empleo se estanca o baja, y ello a su vez incrementa los niveles de pobreza e indigencia, cuya magnitud en la Argentina se desconoce por falta de estadísticas creíbles.

Un ejemplo de gasto improductivo es el de España, que aprovechando las facilidades  para obtener financiación se construyeron infraestructuras innecesarias como los aeropuertos sin aviones. Un caso  emblemático fue el aeropuerto de Ciudad Real.

Estos gastos fueron una de las causas de la crisis que la viene afectando desde hace varios años, con un nivel de desempleo promedio del 25%.

Podríamos decir que la otra causa fue la corrupción. Una corrupción de idoneidad ya que se programaron obras que desde el vamos demostraban su inviabilidad, y la otra, la corrupción económica ya que no cabe duda  que esas obras han tenido muchos favorecidos. También hubo asignaciones de beneficios financieros visiblemente indebidos a grupos económicos como fue el caso de Marsans al que la SEPI le vendió Aerolíneas Argentinas, no solo por un u$s 1,00, sino  que además le concedió subsidios cuya finalidad fue desviada y el grupo no solo desapareció sino que fueron juzgados penalmente sus integrantes por distintos delitos económicos. Cabe decir que en la Argentina esa misma conducta fue bendecida por la justicia argentina en el trámite concursal de Aerolíneas Argentinas, al convalidar las maniobras fraudulentas que merecieron reproche penal en España.

La economía se puede enfrentar a dos tipos de desempleo. Uno es por falta de mercado, o si se quiere, caída de la demanda agregada. El otro puede ser porque el nivel salarial es alto y las empresas no están dispuestas a contratar más trabajo, es lo que se llamó “desempleo clásico o de salario real”.

Como lo afirmaba Martin Lousteau, en el caso argentino y posiblemente esto en menor medida se repita en otros países de la región, muchos de nuestros problemas se deben a la “subgestión” que es un modo elegante de decir “mala gestión”.

La “subgestión” se pone de manifiesto en muchos aspectos pero nos centraremos en la cuestión del transporte.

La “subgestión” tiene que ver con cuestiones ideológicas y prácticas que ya han demostrado su fracaso estrepitoso en la ex U.R.S.S que desde 1920 hasta su desmembramiento a fines de la década del 80 del siglo pasado planificó todos los aspectos de la producción y la demanda con la finalidad de lograr una justa distribución del ingreso, objetivo jamás logrado volviendo a una economía de mercado en la asignación de los recursos, aunque con distorsiones consecuencia del autoritarismo y la corrupción imperante.

En nuestro caso como escribió Orlando Ferreres en La nación: “La economía argentina está maniatada por una gran cantidad de nudos que le han ido imponiendo la Presidenta y los últimos ministros de Economía, con el objetivo entre otros, de cambiar la distribución del ingreso” o hacerla más justa.

Esta idea de “anudar” o “enredar” la economía, que se acentuó en los ocho años de gestión “Kristinista”, no solo nos llevó a una absoluta distorsión de los precios relativos, sino a una maraña de subsidios a la oferta que nos llevaron al desabastecimiento energético, al deterioro de la infraestructura de transportes, y por ende un gasto improductivo que contribuyó al deterioro de las cuentas fiscales.

El déficit fiscal es del 5% del PBI y carece de financiamiento genuino.

El subsidio a la oferta es de por si distorsivo, ya que como ocurre con Aerolíneas Argentinas, se está subsidiando de hecho a las clases media y alta, como ocurre con los subsidios a los servicios públicos de electricidad y gas, sin advertir que los sectores pobres de la sociedad que no tienen acceso a las redes generales, no  consumen esos servicios o consumen gas envasado cuyo precio es el de mercado sin subsidio alguno.

En el caso de Aerolíneas Argentinas, sobredimensionada en número de empleados como ocurre con el empleo público, que aumentó un 70% en los últimos años,  se disfraza  el hecho de la disminución y falta de creación de empleo en el sector privado, de donde el empleo público se ha convertido en un seguro de desempleo perpetuo, ya que en general el empleado público goza de estabilidad propia.

Sería más racional un seguro de desempleo limitado en el tiempo  con servicios de capacitación a cargo del Estado.

Para justificar el exorbitante nivel de subsidio que recibe Aerolíneas Argentinas. se invoca el consabido argumento de la “conectividad”, cuando el  estado de las rutas es de un deterioro alarmante que dificulta y encarece el transporte en general y  de bienes exportables en particular. perjudicando a las economías regionales cuyos productos están quedando sin mercados.

El mal estado de las rutas es causa directa o indirecta de los innumerables accidentes que ocurren a diario, los servicios ferroviarios son virtualmente inexistentes. Recién ahora se están haciendo mejoras, pero en el caso del ramal a Mar del Plata es de dudosa justificación ante las falencias existentes en otros destinos que podrían tener mayor necesidad de conectividad.

Las políticas públicas deben prever el uso del subsidio, pero en general dirigido a la “demanda” cuando las circunstancias lo exijan.

El estado como tal no debe garantizar rentabilidades al sector privado. Los riesgos deben ser asumidos y los recursos deben ser asignados en tanto y en cuanto haya mercado que haga sostenible y sustentable el negocio o la actividad.

Otro argumento para justificar la procedencia de “subsidios” es la cuestión de los “costos hundidos”, usando el remanido argumento que en caso contrario el dinero ya gastado significaría una pérdida irrecuperable, por lo tanto se recurre al subsidio para recuperar lo perdido y lo único que se logra es continuar perdiendo dinero irrecuperable, como parece ser el caso de Aerolíneas Argentinas. Mientras tanto, se “anuda” a LAN Argentina, integrante del Grupo LATAM, impidiéndole incorporar nuevas aeronaves pese a que no requiere subsidio alguno del estado.

En ese caso se demuestra que el asunto de la conectividad, tanto local como internacional, es un mito, ya que se le impide desarrollarse al transporte aéreo privado con la finalidad espuria de justificar el gasto innecesario que demanda Aerolíneas Argentinas, cuya productividad también está lejos de los estándares medios de la actividad.

En España se está revolucionando su sistema ferroviario, el objetivo es  que la red pase a transportar 60 millones de pasajeros antes de 2020. Para ello RENFE comenzará a tener competencia privada si se aprueba la nueva ley ferroviaria, que también facilitará la inversión privada en las obras de infraestructura.

Como se ve, los que se pretende es bajar el nivel de subsidios y si fuera posible llegar a su eliminación.

A modo de conclusión, no se puede pensar ningún negocio en función de subsidios actuales o futuros, y los gobiernos solo deben tener en carpeta la eventual necesidad de subsidiar a la demanda, nunca a la oferta.

Y eso vale para todo el transporte.

Como vemos, el “transporte” será una cuestión para el próximo gobierno, y hasta donde se, poco o nada se ha estudiado  o pensado al respecto.

Por el momento ningún precandidato a presidente expuso idea alguna al respecto, pese a que es una cuestión candente. Probablemente no tenga idea sobre el tema…

Portal de América

Comentarios  

Creo oportuno agregar, a raíz de algunos llamados y mails que recibi que en los servicios ferroviarios que se están modernizando en los tramos RETIRO-ROSARIO y CONSTITUCION-MAR DEL PLATA, se estima un tráfico promedio de 1.500.000 pax/año para cada ramal. Esto significa un promedio de 4000 pax diarios entre ida y regreso. A lo sumo 4 servicios de ida y otros tantos de regreso. El caso de MAR DEL PLATA existiendo una ruta que debe ser modernizada y servicios aéreos, no creo que se justifique la inversión. Ese dinero habría que haberlo destinado para convertir la autovia 2 en autopista. El caso de Rosario habria que pensarlo más ya que esa vía conecta con CORDOBA y con otro ramal a TUCUMAN a partir de Rosario. La cuestión seria que el tren pudiera circular a unos 140 Km por hora, con lo cual el viaje a Córdoba demoraría 5 horas y a Tucuman un maximo de 8 horas. También se agilizaría el tráfico de carga, que sería lo mas importante.

Escribir un comentario

Promovemos la comunicación responsable. No publicamos comentarios de usuarios anónimos ni aquellos que contengan términos soeces o descalificaciones a personas, empresas o servicios.