Turismo, una lengua inentendible
Martes, 21 Junio 2016 22:04

Henrique Eduardo Alves, de integrar el selecto top 60 de los más poderosos de Brasil a la categoría de corrupto implicado en el caso Petrobras. Henrique Eduardo Alves, de integrar el selecto top 60 de los más poderosos de Brasil a la categoría de corrupto implicado en el caso Petrobras.

Aparentemente, al menos en la región y salvo excepciones, la corriente indica que el turismo ha dejado de tener la importancia que aparentaba para los gobiernos. En Brasil se está evaluando seriamente la continuidad del ministerio de turismo o su reducción a secretaría. Se dice que ya en el proyecto de organigrama del actual presidente interino Temer, antes de salir de la presidencia Dilma Rousseff ya se pensaba en eliminarlo y no se hizo porque el exministro Henrique Eduardo Alves es amigo de Temer y el primer mandatario eligió que se mantenga el organismo en vez de conseguirle otro "curro" a Alves. Créase o no.

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En 2009, el presidente mexicano Calderón ordenó la eliminación de la SECTUR (Secretaría de Turismo) para reducir costos al Estado y no lo logró por la firme oposición del senado azteca.

En países como Chile, Colombia y Perú, turismo está inmerso en otros ministerios.

En Chile es una subsecretaría del Ministerio de Econonía, Fomento y Turismo.

En Perú es un viceministerio en el Ministerio de Comercio Exterior y Turismo.

En Colombia, también Viceministerio en este caso del de Comercio, Industria y Turismo.

En Uruguay como es sabido, al inicio de este tercer gobierno del FA volvió a la categoria de Ministerio de Turismo, dejando de ser también de Deporte.

Lamentablemente y a pesar de la profusa información que se brinda sobre la actividad a nivel oficial en todos los páises; de las pomposas ferias, de las millonadas de dólares que destinan los gobiernos para viáticos en el exterior para sus funcionarios y de los ríos de tinta multicolor y de billetes verdes ¿invertidos? en prensa, más incontables millares de segundos de TV y radio que se generan a nivel publicitario, el turismo sigue siendo para la inmensa mayoría de países, una actividad desconocida, un idioma que no se entiende.

Generalmente no hay políticas de Estado y las diferentes administraciones procuran estar a la moda y al mejor estilo de veleta van para un lado y para el otro sin mucho sentido común.

Generalmente los gobiernos tratan de dejar todo en manos de algún entendido.

Se puede pasar, como es el caso de Brasil de liderar la instalación de una oficina de turismo del Mercosur en Japón y de ser el país del bloque que más aporta al Fondo de Promoción de Turismo mercosuriano con cerca de 400 mil dólares anuales, a como dijimos anteriormente, eliminar el ministerio.

El prestigioso de esta querida actividad nuestra está cayendo en picada y la responsabilidad de ello no se le puede endosar a nadie de afuera, es una culpa solo nuestra, de quienes integramos el sector y por innumerables motivos que siempre tienen que ver con la economía y la política, por inercia, comodidad o falta de...hemos logrado que la teoría del "no te metás" esté más vigente que nunca.

El futuro del turismo, al menos en la región y salvo excepciones que confirman la regla, es incierto y de un color gris oscuro.

Los versos de la trasversalidad, la multiplicación de la riqueza y demás, están quedando solamente reducidos a los discursos.

Portal de América

Comentarios  

Interesante editorial. Solo quisiera hacer un par de comentarios que creo que complementan lo dicho.


Por un lado, siempre he creído que más importante que el nivel del ente rector del turismo en un determinado país, es que haya consecuencia entre el discurso y la práctica en la administración de turno. Me explico. Si se crea un ministerio de turismo, ello no garantiza que en la práctica ese sector reciba el apoyo político y presupuestal que se podría pensar que deberían acompañarlo. Lo mismo sería válido para el caso contrario, es decir, podría haber una secretaría, un viceministerio o inclusive una dirección nacional de turismo con un gran apoyo político traducido en un importante presupuesto que lo respalde, con niveles de autonomía técnica significativos y suficientes, que podrían hacer que en la práctica los resultados fueran mejores que los de un ministerio de turismo con escaso apoyo político y un exiguo presupuesto. En pocas palabras, es fundamental garantizar que haya consecuencia entre los hechos (presupuesto, recursos humanos y tecnológicos, y autonomía técnica) y el discurso.

En segundo lugar, es una lástima observar que en diversos países las administraciones turísticas de turno privilegian las “acciones de impacto” (aquellas que permiten inauguraciones, presentaciones y publicaciones llamativas) en desmedro de acciones técnicas planificadas con un horizonte temporal de largo plazo, pero que establecen de manera sustentada acciones de corto y mediano plazo. El turismo es una actividad sumamente compleja, y como tal debe ser manejada por cuadros conocedores de sus características. Y si el ministro no lo es, porque es especialista en los otros subsectores del ministerio (industria, comercio exterior u otros), entonces es su responsabilidad armar los equipos adecuados, dotarlos de los recursos y autonomía necesaria, y confiar en ellos.

Finalmente, creo que existe también una importante cuota de responsabilidad en el sector privado representado por los gremios del sector, que muchas veces, con el objeto de contar con la presencia de la autoridad de turno en sus eventos y mostrarse cercanos a las mismas, dejan de lado su rol de advertir los errores que se pueden estar cometiendo y exigir a las autoridades la implementación y buen funcionamiento de mecanismos de coordinación público -privado.

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