Los Rioplatenses volverán a Europa en Transatlántico
Lunes, 04 Mayo 2020 10:46

Los Rioplatenses volverán a Europa en Transatlántico

Estos oscuros momentos que está viviendo el turismo en España y en el mundo, donde debemos estar aislados en nuestros hogares, es una buena ocasión   para pensar, tanto en cuestiones prácticas como en “otras” no tan prácticas y un poco disruptivas.  

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por Ramón de Isequilla, desde Madrid

Desde 1516 y durante casi 450 años, se pudo viajar en forma casi ininterrumpida, entre el Rio de la Plata y la Península Ibérica por vía marítima. Fue a partir de la segunda mitad del siglo XX, que el transporte aerocomercial desplazó al marítimo en la forma normal de cruzar el océano atlántico.

Nuestra generación y la de nuestros padres utilizábamos los “transatlánticos” para llegar a Europa, ya sea por negocios o placer. Los viajes duraban varios meses, se preparaban hasta con años de antelación. La travesía, con sus escalas cómo en la mágica Rio de Janeiro, podían durar casi un mes. El recuerdo del bautismo del cruce de la línea ecuatorial, y estos viajes por razones económicas, no eran muchos a lo largo de la vida de una persona, pocos e inolvidables.

Nos viene al recuerdo nombres como, Cap Arcona, Eugenio C, Federico C, Giulio Cesare, Augustus, Cabo San Roque y Cabo San Vicente, que cumplieron con nota su vida útil, y en  las transformaciones de fin de siglo, vieron reciclar la industria en modernos y lujosos “Cruceros” que cambiaron el mero transporte, por el paseo y la diversión.

Quedó un resabio del cruce del “gran charco” en los meses de marzo y octubre, cuando las flotas de cruceros cambian de hemisferio en su eterno verano. En esas oportunidades y aprovechando el viaje, entre las rutas sudamericanas y las mediterráneas, algunas personas utilizaban el medio marítimo con la vuelta en avión, como una experiencia, más que como necesidad de transporte.

Pero el uno de enero de 2020, todo cambió y hoy no vuela ni el Churrinche; con un panorama incierto sobre todo para las rutas “long range”, que estiman no volverán hasta el 2021. El costo que podrían tener los pasajes por la subocupación de las aeronaves por motivos sanitarios y la perspectiva de estar 13 horas encerrados con el fantasma del virus dando vuelta, reducirá al mínimo el mercado, ya que el corporativo desarrollará una actividad no presencial, reducida a tramos cortos, y el de placer lo pensará dos veces.

Los problemas que tuvieron los cruceros para desembarcar sus pasajeros, por la actitud criminal de varios gobiernos, algunos cercanos, contrarrestados por la ejemplar actuación del Uruguay, en el ya histórico desembarco de pasajeros del Greg Mortimer, exigirán un replanteo en el manejo del negocio de los cruceros, tal cual estaba planteado.

En este panorama cabe una idea loca, (si es que las hay en turismo), “volvamos al Transatlántico”. Hasta que todo vuelva a la normalidad, se podrían reciclar los cruceros con todas las medidas de seguridad sanitaria, que de por sí ya las tienen y lo demostraron, y establecer una línea regular entre un puerto del mediterráneo y el Rio de la Plata.

Los pasajeros podrían ser chequeados, garantizando que estén libres del virus al momento del embarque, y como el viaje durará dos semanas, facilitará un control eficiente al desembarco.

Montevideo, puerto estratégico, sería un eficiente hub marítimo “multimodal”, desde el cual podrían distribuirse pasajeros por toda la región, vía terrestre, marítima, fluvial y aérea en vuelos regionales, tanto como vía de salida a Europa para ciudadanos del Mercosur, como para visitantes europeos.

El recuerdo del tren en el muelle donde llegaba el “vapor de la carrera”, nos hace reflexionar sobre el error estratégico que cometió Uruguay al desarticular su ferrocarril a fines del siglo pasado.

Probemos con un buque, convenzamos a autoridades y empresarios, pongámosle arrojo y mucha mística al proyecto, volvamos a la edad de oro, “volvamos al Transatlántico”.

Portal de América

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