Por una cultura turística
Lunes, 16 Enero 2023 14:24

Por una cultura turística

La caza del turista, o en realidad podría decirse la caza del peso, el dólar, el euro o el yuan que traen los turistas, es algo que se ha transformado en un deporte global del que todos quieren participar.

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por Damián Argul, desde Carrasco, Uruguay

Así encontramos nombres de nuevos destinos que nunca oímos nombrar en más de 50 años de agentes de viaje. Por ejemplo, estos son algunos de los destinos recomendados por  Lonely Planet para el 2023: Acra (Ghana); Bopise (EE.UU.); Parque Natural Tayrona (Colombia); Fukuoka (Japón); Calcídica (Grecia); Raja Ampat (Indonesia).

También las nuevas propuestas en materia de atracciones, hoteles, cruceros, tours y servicios en general se suman sin solución de continuidad. Es un deporte que lo practican países, regiones, ciudades, empresas y  no pocos individuales.

Hay ejemplos destacables como el de Bilbao y su Museo Guggenheim, o los parques de atracciones de Disney o los guías de Civitatis.
También existen los falsos que engañan al turista o se aprovechan de su ingenuidad como Xianpú, el pueblo chino que se disfrazó de escenarios de selfies o los también disfrazados de gladiadores que frecuentan el Coliseo romano.

Hay casos notables como el puente sobre el Río Kwai en Tailandia, que nunca existió, o el Check Point Charlie nada menos, en Berlín, siendo que el original está en el Museo del Muro del Check Point Charlie.

Un ejemplo menos trascendente eran unos falsos templos budistas en Chinatown, Manhattan, en los que carteristas se aprovechaban de la congestión de turistas para robarlos.

Como ejemplos de falsificaciones o trampas son muy comunes las de los taximetristas en algunos aeropuertos u hoteles, o las ventas de artesanías “ locales” made in China, sin hablar de las tiendas “a punto de cerrar” que inventan todos los engaños posibles en algunas de las principales avenidas, también en Nueva York.

UNA EXPERIENCIA PERSONAL

En el año 1967, estando en Roma, tomamos una excursión a Nápoles, Capri y Pompeya con alojamiento en Sorrento.  Positano todavía no estaba de moda pero igualmente era una propuesta por demás tentadora.

La primera escala fue en un parador de Agip, igual a todos y sin ningún atractivo. A no más de 200 metros se veía el Duomo de Amalfi. Preguntamos por qué no nos deteníamos en una ciudad tan bella y se nos contestó que el parador tenía todo lo necesario para una “parada técnica”. Quisimos hacer una escapada para verla, pero se nos dijo que el bus saldría en cualquier momento y que no nos iban esperar. De todos modos la parada se prolongó hasta que los otros  gastaran sus  liras o dólares. Con el tiempo aprendimos que chofer y guía – cuando no el propio Tour operador, ganaban una comisión por todo lo que allí se consumiera.

Posteriormente salimos de Nápoles a Capri, tomamos una embarcación que nos llevó hasta la Isla y de ahí otra que nos acercó a la Gruta Azul, donde tomamos un bote para acceder a esa maravilla.  En cada transbordo, de ida y vuelta, una sucesión de manos extendidas piden o exigen propinas –mancia- por ayudarte, algo tan incómodo como costoso.

Al llegar a nuestro hotel en Sorrento se nos ofreció, por una módica suma, seguir el tour hasta Salerno y Ravello y para la noche una animada cena en Tarantella, cara, pero con ese nombre, muy tentadora.

En realidad el show consistía en unos flacos interpretando canciones de los Beatles que lo único que tenían en común con Los Cuatro de Liverpool podían ser los cerquillos.

La comida era de muy baja calidad que muy poco favor le hacía a la exuberante gastronomía italiana.

A la mañana siguiente salimos con las valijas para seguir recorriendo. El autocar dio vuelta a la manzana y nos llevó a una tienda de artesanías donde nos quedamos dos horas viendo demostraciones muy interesantes, pero no fue lo que nos hubiera gustado conocer de Sorrento.

Luego salimos para Pompeya, donde todo transcurrió tan normalmente que hasta hubo un par de trampitas tan similares a las anteriores que sería ocioso repetir.

En resumen, vimos cosas maravillosas , no hubo muertos ni heridos, pero ese tour estaba  organizado para sacarle dinero a un turista que ya pagó caro por ese servicio.

Pusimos la fecha de ese viaje, 1967, con la esperanza que un destino turísticamente maduro como Italia debiera tratar de desestimular esas prácticas, aunque nos consta que siguen vigentes en gran parte del mundo.

PERSPECTIVAS

Muchas de estas anomalías o todas no configuran ni mucho menos hechos delictivos, y en no pocos casos son del agrado de los viajeros que se quedan muy contentos colgando una hermosa selfie en Instagram o comprando artesanías en lugar de conocer otro museo o un nuevo edificio histórico por hermoso que sea.

Esto se da por distintas razones. En primer lugar porque, afortunadamente, cada día se suman nuevos viajeros sin la experiencia de enfrentar nuevas monedas, nuevos idiomas, nuevos medios de transporte, en general nuevas  culturas, desorientándolo, lo que los lleva a aceptar nuevas y tentadoras propuestas, no siempre las más  convenientes.     

 En segundo lugar, los precios tienen gran influencia, ya que el gasto en viajes generalmente abultado y extraordinario vuelve al viajero muy consciente y puede inducirlo a tomar opciones equivocadas.

Estos problemas, casi endémicos, seguramente se irán incrementando, mientras más gente vea al turismo como una posibilidad de subsistencia y el número de viajeros se siga incrementando.

SOLUCIONES

La industria turística no puede quedar indiferente y debe buscar formas de mejorar la oferta y crear en los viajeros una cultura turística que se vaya imponiendo con el tiempo, como se está haciendo con la sustentabilidad.

Para ello se deben coordinar esfuerzos de todos los sectores con la “mass media" y el periodismo especializado, así como los portales de comentarios (reviews) como Trip Advisor, que ya prestan un gran servicio al viajero.

Las instituciones, públicas o privadas, que rigen el Turismo de un destino o de un país, tienen la obligación  de cuidar lo que se ofrece al viajero: la calidad, la autencidad y la honestidad de las propuestas. En primer lugar orientando y colaborando con las mismas para que procedan correctamente. También apoyando y recomendando aquellas que cumplan los requisitos indispensables.

Una solución puede ser crear un sello de calidad que lo distinga y oriente al viajero como son las estrellas que usan muchos países en la hotelería o la calificación de restaurantes que hacen las guías Michelin.

Aunque no debe ser cosa fácil, si la OMT instrumentara algún tipo de calificación para atracciones y servicios, sería un gran paso para el turismo en general y los viajeros en particular.

LAS COSAS POR SU NOMBRE

La actividad turística por su propia  dinámica, universalismo y permanente transformación, maneja un vocabulario entreverado con muchos vocablos en diferentes lenguas,´principalmentnte el Inglés. El propio término “turismo”, de incierta etimología, invita a la reflexión.

Por cierto, el término  turista ha ido perdiendo el prestigio que tuvo desde mediados del siglo XVII a fines del siglo XVIII,  cuando jóvenes aristócratas  ingleses realizaban el Grand Tour  por el continente, y en Italia, por ejemplo, turista e inglés eran sinónimos.

Quizás primero fueron las caricaturas del yanky de camisolas floreadas, bermudas y cámara al pecho. Luego la película “ Si es martes es Bélgica” ridiculizando los tours por Europa.

Algunos dicen que también ha contribuído al desprestigio es la segunda clase de los aviones, a veces tercera, se la llame Turista, aunque su verdadero  nombre es Económica.

En los últimos tiempos la llamada Turismofobia, adversión al turismo por parte de quienes lo sufren, aunque se benefician con su masificación, también ha contribuído a bastardear el término turismo.

Así es que ,por ejemplo, un lugar turístico se refiere muchas veces, despectivamente, a algo falso para atraer o engañar al turista. Y vaya si los hay, lamentablemente.

Los términos viajes, viajeros (en inglés travel, traveler) han ido ganando espacio, y como  a mucha gente no le gusta que la consideren turista y si viajero, el uso parece indicar que el término viajero se aplica a las personas y turismo queda para  la Industria Turística tal cual lo define una de las acepciones de la RAE.

Más en lo local parece necesario que el término “balneario”, refiriendose a nuestros destinos de playa,  llama a confusión ya que su verdadero uso se refiere a lugar con aguas curativas, transmitiendo una imagen muy distinta a la de nuestros destinos de playa.

Asimismo, la expresión “Operador Turístico" acuñada en los ’70 por la Dirección Nacional de Turismo, se sigue usando todavía en algunos medios de prensa  y por parte de algunos actores políticos para referirse a todo el sector, cuando en realidad esa expresión se refiere al Tour Operador, que es quien arma y vende paquetes turísticos, generalmente como mayorista.

Para poner un ejemplo más digamos que la expresión "Todo Incluído" también utilizada como Inclusive Tour (sigla IATA IT) se usaba desde hace tiempo para los paquetes con aéreo, hotel, traslados, paseos y eventualmente media pensión.

Eventualmente la expresión inglesa All Inclusive, que se traduce como Todo Incluído, ha ido ganando terreno, aunque transmite una idea totalmente dferente: hiperconsumo en un resort con entretenimiento y no necesariamente incluye pasajes.

Estos ejemplos (hay muchos más) deben tenerse en cuenta a la hora de comunicar, y no sería mala cosa que una institución o Academia asuman la tarea de confeccionar un Glosario de los términos más usados en la actividad.

Portal de América

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