por Luis Alejandro Rizzi, desde Buenos Aires
Cuando un gobierno sobreactúa demuestra falta de idoneidad, y eso es lo que se comienza a percibir en la Argentina. El presidente ha perdido su rol integrador para comenzar a discriminar entre miserables y virtuosos, para determinar cuándo hay que ganar menos o más, y ahora para inmiscuirse en la administración de los servicios de medicina privada, que muy probablemente se vean como una “caja” disponible.
En materia económica, es un gobierno que miente diciendo una parte de la verdad, ya que asumirá el costo de pagar las remuneraciones de un segmento de PYMES, pero hasta el límite del salario mínimo vital que a lo sumo es un tercio de los salarios reales. Parece haber mentido al haber hecho pago a obras sociales gremiales discriminando a favor de los supuestos “virtuosos”.
El Banco Central es incapaz de asumir que al haberse cortado la oferta se quebró el flujo de circulación de dinero, y la FIP exige el cumplimiento de las obligaciones fiscales como en tiempos de normalidad…sin advertir que la caída de la recaudación en los tres niveles, nacional, provincial y municipal es consecuencia de la falta de ingresos y no de una presunta rebelión fiscal que de todos modos de ocurrir, no sería un “cisne negro”.
Esta introducción era necesaria para ubicar al transporte aéreo nacional, que seguramente cuando reanude su actividad tendrá novedades.
FlyBondi seguramente, si continúa con su operación, operará con menos aviones y parecería que Jet Smart también podría reducir su flota, lo que es razonable ya que no dudamos en decir que en cabotaje hay exceso de oferta, como también la habrá en el internacional regional y de largo recorrido.
Hay alguna versión en el sentido que Latam podría también disminuir el cabotaje, ya que según estimo personalmente, el tráfico local demorará bastante tiempo para recuperar niveles pre cuarentena. En especial por la pérdida de poder adquisitivo de la población y la baja del turismo receptivo.
El gobierno que no tiene coraje para aplicar la normativa vigente en materia de transporte aéreo para el cabotaje, ha optado por la misma política implantada hasta 2006 que fue la de ahogar financieramente a Aerolíneas Argentinas, en poder del nefasto grupo Marsans, cuando aplicando el art. 99 del Código aeronáutico y la ley de política aérea tranquilamente le podría haber retirado las autorizaciones concedidas por ilegales, sin costo alguno, y luego licitarla al capital nacional o bien renacionalizarla, como finalmente se hizo en 2008.
El gobierno igual que antaño prefiere el camino oscuro, lo que además le puede generar responsabilidades que pagaremos todos los contribuyentes. El camino oblicuo es no solo mantener desigualdades con Aerolíneas Argentinas en el orden fiscal, sino además subsidiarla con exclusividad.
El gobierno debería dentro de una política general de alivio para todo el sistema económico privado, diseñar además una política para el transporte y para cada una de sus formas, aérea, terrestre y fluvial-marítima, dada las dificultades de conectividad en el largo recorrido, sumado a la escasez de tráfico.
Ello exigirá diseñar un subsidio a la demanda en vez de generalizar ayudas a la oferta que son más costosas. Quizás haya que volver a los vuelos locales con una o dos escalas, para facilitar el tráfico intralocal, dado que hay ciudades que generan pequeño tráfico pero que es decisivo para sus economías, como podría ser entre ciudades de provincia patagónicas, caso Esquel-Trelew-Comodoro Rivadavia; Neuquén con Mendoza, Comodoro Rivadavia; San Carlos de Bariloche con Viedma. Podrían agregarse otros ejemplos en los que la conexión es necesaria, pero el nivel de tráfico insuficiente para logar una ocupación razonable y rentable.
En fin, se trata de pensar con honradez intelectual, teniendo en vista el bien común.
Por ahora se advierte más bien un ánimo de bronca que denota la propia incapacidad, que de intentar hacer cosas diferentes.
Si seguimos haciendo lo mismo, ya sabemos los resultados, lástima que es un Bingo al revés, pierde el que acierta.
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