por Daniel Barreto
En 1990, el gobierno militar llama a elecciones generales. Aung San Suu Kyi, la lideresa de la Liga Nacional de la Democracia e hija de un héroe nacional, es la triunfadora. La junta militar responde anulando los comisios y poniendo a la elegida bajo arresto domiciliario. Suu Kyi hizo entonces un llamado internacional: pidió boicotear el turismo de su país.
En el 2004 solo 200.000 extranjeros visitaron Birmania, oficialmente llamada Myanmar. Si bien la junta militar que gobernaba el país incentivaba el turismo como actividad económica, una gran parte de los turistas extranjeros evitaban el país debido a su situación política.
Los signos de la dictadura están por todos lados: propaganda política digna de una novela de Orwell (quien irónicamente vivió en Birmania durante su juventud), acceso limitado al internet, acceso a Hotmail y otros sitios web restringido, poca gente hablando Inglés a pesar de que esta es una antigua colonia británica, entre otros. Sin embargo, fue justamente la ausencia de turismo de masas lo que hizo que disfrutara tanto del viaje.
Hoy en día, la junta militar ha cedido parcialmente el poder. Aung San ha sido liberada y ocupa un escaño en el parlamento. El turismo se ha incrementado enormemente. Se espera mas de un millón y medio de turistas en 2013 y se habla de poder recibir hasta 7 millones en un futuro no muy lejano. Todo parece indicar que este es el momento para visitar Birmania. Yo, por ejemplo, estoy barajándo como destino de fin de año (para volver con cámara digital y mejores habilidades fotográficas).
Rangún, la antigua capital política (el rol de capital fue desplazado a la ciudad de Naypyidaw en el 2005) es una ciudad sorprendente. Tiene la más grande concentración de edificios coloniales británicos en Asia. Cuando fui todavía escapaba a la fiebre constructora que afecta a las otras capitales de Asia, pero esto está cambiando poco a poco tras la apertura económica. Espero que tengan la inteligencia de conservar su patrimonio arquitectónico.
La emblemática Pagoda de Shwedagon, símbolo del país, se sitúa sobre una colina a dos kilómetros del centro de la ciudad. Tiene una altura de casi 100 metros, está recubierta por paneles de oro y fue edificada para conmemorar la legendaria visita de Siddharta Gautama, al que conocemos como Buda.
La silueta de la Shwedagon y los amplios parques que la rodean se pueden ver a varios kilómetros a la redonda.
En pleno centro de Rangún, en el medio de una transitada avenida, se encuentra la pagoda Paya Sule, más pequeña que la Shwedagon, pero también cubierta de paneles de oro.
En el interior se congrega la gente para rezar y meditar. En el exterior se venden pájaros. Según la creencia, estos han de ser liberados para atraer así la buena fortuna.
Se puede atravesar el rio Irrawaddy en pequeñas embarcaciones. En el momento de mi visita la orilla opuesta a Rangún se caracterizaba por su aire pueblerino, acogía pequeñas casas de madera y no había transito.
Rangún se encuentra cerca de la desembocadura del rio Irrawaddy y cuenta con un importante puerto. Se rumora que la junta militar tomó la decisión de cambiar la capital para proteger al gobierno de una potencial invasión marítima.