Tarangire, el eterno efímero de Tanzania
Miércoles, 15 Enero 2014

Este parque nacional, el sexto más grande del país con sus 2.850 kilómetros cuadrados, es un delicatessen en el que el Continente Negro revienta todos sus iconos. Un paisaje demasiado bello en el que sobresalen cabezas de animales de las copas de los árboles.
por Javier Brandoli, Tanzania
Al parque nacional de Tarangire, en Tanzania, le ocurre lo que a algunas pequeñas poblaciones cerca de las grandes capitales: la fama y belleza de las famosas urbes cubren estas poblaciones con un manto que las hace invisibles para muchos viajeros. Sin embargo, cuando uno las descubre siente la magia de la ruta, esa sensación reconfortante de estar en un sitio que creemos descubrir. En lo único que hay siempre un cierto ego inconfesable del viajero que se delata en el momento de enseñar las fotos. ¿Conoces este parque?, preguntará en tono indirecto a los que pasaron por aquel país y no tuvieron tiempo para detenerse en lo menos evidente.
Y Tarangire sufre en parte de esta dolencia que es el olvido. O si quieren, mejor, de ser lugar de paso, de espera ante la inminencia de los colosos. Cuando uno vive junto al Ngorongoro y el Serengeti está condenado a ser la entrada o el postre, nunca el plato principal. Nada que reprochar, ambos son demasiado bellos para intentar discutir su cetro. Tarangire, mientras, es un delicatesen en el que África revienta con todos sus iconos.
Colonia de elefantes y jirafas
El Parque, el sexto más grande de Tanzania con sus 2.850 kilómetros cuadrados, es un paisaje demasiado bello en el que sobresalen cabezas de las copas de los árboles. Cabezas de la numerosa colonia de elefantes y jirafas que deambulan entre los troncos de los míticos baobabs. Esa es una de esas imágenes que no se olvidan, una de esas estampas en las que resumir los grandes iconos de este continente.
«Este es uno de los mejores sitios para ver elefantes», me explica Wilson, el conductor de Loveliveafrica que me ayuda a contemplar las entrañas de esta naturaleza. Vamos hasta el río, hasta la gran laguna en busca de felinos. Los leones que trepan a los árboles, una rareza que se da en algunos parques de África donde abunda la mosca tse tse, se muestran esquivos. Hay demasiada lluvia reciente y no necesitan salir a las veredas del agua a beber.
Un manto verde
El campo es un manto verde en el que miles de pájaros vuelan entre las ramas con ritmo enloquecido. Se ven algunas pequeñas manadas de cebras y ñus, nada comparable a lo que pasa en época seca donde emigran desde el lago Manyara por decenas de miles. El paisaje es en este parque especialmente bello, la energía del lugar también. Cae la noche y seguimos cruzando caminos que parecen no llevar a ningún lugar.
Finalmente alcanzamos uno de esos campamentos africanos que se recuerdan toda la vida. Una hoguera, una ducha de agua caliente bajo las estrellas y un amanecer transparente entre la bruma que se deshace frente a tu tienda. Aquella madrugada del Oliver's Camp, en la que nos despertamos escuchando a cientos de pájaros escondidos entre inmensas acacias, sería ya una excusa perfecta para cruzar medio mundo y venir hasta este rincón de África llamado Tarangire, aquel lugar de paso que nunca se olvida.
Portal de América - Fuente: www.ocholeguas.com