Bretaña francesa, la fuerza de la naturaleza salvaje
Martes, 11 Febrero 2014

Bretaña francesa, la fuerza de la naturaleza salvaje
En la punta occidental de Francia se encuentra la Bretaña, con una población de más de cuatro millones de habitantes y un peso histórico que la colocan entre las principales regiones de Europa. Esta punta occidental se adentra 300km en el mar, lo que convierte esta península en una estribación rocosa de más de 30.000km2, con unos horizontes espectaculares y abiertos que le dan un carácter de apertura propio y muy atractivo para los visitantes.
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por Albert Domènech y Bàrbara Padila

La Bretaña cuenta con núcleos urbanos con activos humanos seducidos por su dinamismo. Siguiendo la estela de Rennes, capital, se hallan Brest, Lorient, Vannes, Quimper, Morlaix; ciudades de talla humana rodeadas de naturaleza. Durante nuestro viaje por la región, descubriremos algunos de sus lugares más emblemáticos, una mezcla potente de naturaleza salvaje, gastronomía, cultura y rincones con mucho encanto.

Nuestro viaje empieza en la población de Locronan, uno de los lugares más pintorescos de toda Francia. Los celtas eligieron este lugar para crear un nemeton: un recorrido sagrado jalonado de estaciones que simbolizan los meses del año. En el siglo XI, san Ronan cristianizó el asentamiento y fundó la ciudad. Locronan ganó en riqueza y belleza a partir del siglo XIV, gracias al textil para velas. El comercio establecido con todas las grandes flotas creó fortunas y armoniosas casas de granito. Las fachadas permanecen fieles a sus origines, elegantes casas con refinados tragaluces esculpidos rodean la plaza. La Iglesia de Santi-Ronan y la capilla anexa de Pénity forman una fachada única pero con dos tipos de gárgolas; las calles circundantes también están bordeadas de edificios realmente elegantes. Para conservar la autenticidad del centro histórico, se ha prohibido la circulación de coches y los carteles de las tiendas son tradicionales. Entre ellas, destacan las panaderías que preparan deliciosos pasteles kouing-Amann.

Surf en un entorno salvaje

Para los más atrevidos tenemos un plan con mucho encanto: aprender a surfear en plena tierra del Bigouden, en la punta de la Torche, una península natural impresionante. Sus fuertes y continuos vientos la han convertido en un lugar ideal para el surf y, además, sus yacimientos megalíticos atraen a multitud de excursionistas. La roca de la Torche es un conocido punto de encuentro para surfistas y windsurfistas, aunque si no te quieres remojar también te recomendamos que descubras el sendero de la Punta. Este camino ofrece vistas impresionantes a toda la bahía y pasa ante distintos yacimientos megalíticos, como el túmulo coronado con un dolmen en pasillo y una avenida cubierta.

Paraje entre olas y peñascos

Si hay un lugar de la Bretaña que no podemos pasar por alto, este no es otro que la Punta del Raz, el extremo más Occidental de Francia. Este paraje salvaje y majestuoso atrae a muchísimos visitantes cada verano. Entre rocas abruptas y un mar esmeralda, cuando uno mira al Atlántico ve la isla de Sein y, en los días claros, hasta el faro de Ar Men. Sin lugar a duda, es una de las panorámicas más emblemáticas de la región. Durante muchos años este lugar fue temido por los marineros; aunque ahora excursionistas, surferos y amantes de la contemplación aprovechan su encanto para realizar deportes o para meditar. Para los primeros, existe un sendero marcado y protegido que sigue el borde de los acantilados. Desde 1996, la Punta del Raz es un entorno natural protegido; además de ser el hábitat de numerosas aves marinas, entre ellas la famosa gaviota reidora.

La Tahití bretona

Para los amantes de la playa, el sol y el descanso nuestra recomendación pasa por visitar el archipiélago de las Glénan, con una estampa que recuerda que recuerda a los paisajes paradisíacos de países tropicales. El archipiélago no dispone de ningún hotel y está prohibido hacer camping, pero en verano, las Glénan se animan con sus restaurantes, un centro de inmersión y su famosa escuela de vela. De junio a septiembre zarpan barcos desde Bénodet, Concarneau, Loctudy, Pors-la-forêt y Beg Meil hasta Saint-Nicolas, la isla principal.

Nuestro recorrido de unos días por la Bretaña termina en Quimper, que posee un casco antiguo con mucho encanto formado por casas medievales de distintos tipos y periodos,  y que se asoman a callejuelas de nombres evocadores indicadas por las agujas de la catedral de Saint-Corentin. En el número 10 de la calle du Sallé se halla una casa que destaca por su ornamentación. En la calle du Guéodet se yergue la curiosa casa de las Cariátides. La plaza au Beurre y la calle Elie-Freron rivalizan en belleza. Sigue tu intuición en cada esquina. Jugando a cruzar el río Odet por sus distintas pasarelas, el paseo prosigue por un entorno muy verde.

Portal de América - Fuente: www.lavanguardia.com

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