¿A qué huele Andorra?
Jueves, 13 Marzo 2014

¿A qué huele Andorra?
Mucho antes de que Marilyn se fuera a la cama vestida con Chanel Nº5, los egipcios dominaban la técnica del perfume. La historia, sus protagonistas y las sensaciones de miles de esencias de todas las épocas están encapsuladas en el pequeño Museo del Perfume de Andorra, el legado de Julia Bonet, una mujer de película.
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por Marta González-Hontoria

Mujeres con agallas como Julia Bonet protagonizan las mejores historias. Recordemos la de esta joven andorrana: Corrían los tristes años de la posguerra española cuando Julia decidía abrir su primera perfumería-peluquería. Tenía 17 años y mucho olfato para los negocios. Tanto que, al ver cómo la mujer española suspiraba por los perfumes franceses, inaccesibles por el cierre de fronteras, tomó una decisión que cambiaría su vida: echarse al monte.

Sola y a pie, Julia se aventuró a alcanzar Pas de la Casa, desde donde cruzó a Francia por L'Hospitalet-près-l'Andorre y de ahí en tren a Toulouse, la ciudad gala donde sí llegaban los efluvios perfumescos de París. La vuelta ya se la imaginan. Igual, pero cargada de perfumes que luego vendería a selectas clientas españolas en distintos hoteles andorranos. El periplo pirenaico se repetiría una y otra vez.

Estos fueron los gérmenes de un más que digno imperio de cosmética. Ella murió en 2011, pero hoy Perfumerías Julia cuenta con 52 tiendas en España y 23 en Andorra. El Museo del Perfume pertenece a la fundación Julia Bonet. La extensa colección transmite la pasión de la andorrana por las fragancias y en pocos minutos -el museo es pequeño- ofrece un ameno e interesante recorrido por la historia del perfume y su papel en la sociedad.

El museo alberga piezas únicas: desde un contenedor de col egipcio del siglo VII a.C. hasta los lacrimógenos de alcanfor que utilizaban las plañideras, pasando por suntuosos esencieros que mostraban el poder social de sus dueñas y un buen número de perfumes nicho super exclusivos a los que han tenido acceso sólo un puñado de coleccionistas. En total, 38.000 piezas, de las que sólo están expuestas alrededor de 1.000.

Además de aromas, el espacio esconde millones de historias con nombres y apellidos. René Lalique, el maestro vidriero que creó algunas de los frascos de perfume más ansiados; Coty, cliente del anterior y responsable de llevar el perfume al mercado de masas, lo que le convirtió en el hombre más rico de Francia; Serge Lutens, el creador de la imagen de Shiseido, uno de los perfumistas más carismáticos... Así como los nombres de perfumes inolvidables como Arpège de Lanvin, Chanel Nº5 y Joy de Jean Patou, considerados los más anhelados del mundo.

El museo ofrece una experiencia interactiva que une sensaciones visuales, auditivas y olfativas. Además nos invita a crear nuestro propio perfume en la estación olfativa a partir de jazmín, vainilla o los aromas que más nos sugieran. Pero sobre todo, el coqueto museo nos permite asomarnos al poderosísimo mundo de los aromas y las esencias, una industria que hoy maneja números desorbitados.

Portal de América - Fuente: www.ocholeguas.com

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