El transporte aéreo, como el turismo en general, como los servicios, antes que nada son negocios y los empresarios sólo responden a un dogma: LA RENTABILIDAD.
Mientras TODOS no nos pongamos a generar las condiciones necesarias e imprescindibles para ofrecer un paquete de condiciones favorables para que las aerolíneas operen en nuestro país, estas empresas no van a llegar por sí solas, no hacen filantropía, buscan su lucro.
Entre los principales componentes del costo operativo de una aerolínea está el precio del combustible, del Jet A-1.
Durante años, especialmente agravado durante la presidencia de Raúl Sendic en ANCAP hemos llegado al colmo de, en lugar de subsidiar el precio de ese combustible, se le gravaba con IMESI, lo que obligó en cierto momento a que el por entonces Vicepresidente de IATA para las Américas, el chileno Patricio Sepúlveda, llegase a nuestras costas a decirle cara a cara al por entonces Ministro de Economía (y posterior responsable ideológico del cierre de Pluna), Fernando Lorenzo lo que ocurría. También la Cámara de Comercio de la Aeronáutica, basada en informes de ALTA, presionó y entonces como un gesto político, en enero de 2013, luego de que Iberia anunciase que dejaba de operar, pomposamente, en una conferencia de prensa a la que asistimos en Torre Ejecutiva, el titular de Economía anunciara la "adecuación tarifaria", mientras Sendic, el mismo día y en el mismo lugar, hablaba de "rebaja del precio".
Definitivamente, no podemos acercar en el mapa a Uruguay al mundo. Estamos lejos, muy lejos. Tenemos un mercado acotado, somos pocos habitantes y cada día más, exponencialmente cada día más, debemos "acercarnos", y hasta que se invente a través del milagro tecnológico que nos podamos trasladar en realidad-virtual, el avión seguirá siendo esa forma exclusiva.
Debemos ir hacia -al menos-, una Aerolínea Nacional de Referencia y a convencer a que más aerolíneas, acepten operar con vuelos hacia y desde Uruguay. Nos va el futuro en ello.
Portal de América