Del turismo y la arquitectura
Domingo, 26 Octubre 2014 10:24

Del turismo y la arquitectura
“El turismo es, como la magia, un arte en las representaciones y la cultura, en tanto que significación de útiles, rasgos, normas y valores, el cenit de la magia. En los tres casos los participantes del acto son cómplices, creen los que quieren ver y modifican lo visto con su imaginativa presencia, lo construyen y reconstruyen a partir de múltiples y socioculturalmente filtradas interpretaciones, de manera que lo –autentico- es el resultado de una interacción múltiple, variada y compleja del conjunto de elementos que han construido la enculturación y la propia experiencia, teniendo poca conexiones con lo real, si es que se debe referir tal concepto  (Santana, 2009)”
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por Erica Navarro

"No hay turismo sin diferencia ni arquitectura sin lugar", así reza la última oración de Ricard Pié en la cual, luego de un vasto análisis sobre las “piezas mínimas del turismo” refiere a la dificultad actual de hacer frente a las nuevas demandas mediante estructuras que realmente respondan a los objetivos de este milenio planteados por la OMT como lo son: un turismo socialmente responsable, medioambientalmente sostenible y económicamente viable.

En este nuevo desafío que debe enfrentar el turismo y la arquitectura la importancia amerita comprender la arquitectura como arte, ciencia y técnica de construcción del mundo y al turismo como práctica para conocer al otro y aprender sus valores. Aunque es aún más que eso.

El turismo es más que un solo modo de ejercicio cultural, es una multiactividad que posee plurinacionalidad cuyas estructuras responden a formas rizomáticas que actúan en conjunto a modo de puzle (aglomerado turístico) pero que también pueden actuar de modo independiente como una pequeña pieza capaz de autonomía funcional (las piezas mínimas del turismo, por ejemplo un hotel, un balneario, etc.).

El turismo ya no puede concebirse como una mera actividad alternativa al uso del tiempo libre y el tiempo de ocio, sino que en vistas de la sociedad en la cual nos encontramos inmersos, una sociedad de ensueño (Bordas, 2005) puede sostenerse que es un sistema integrado por multiactividad desarrollada con alto grado de simultaneidad que en un contexto social determinado significan y resignifican la cultura material e inmaterial mediante la práctica del juego entre sus capitales.

Así como la noción de turismo, el desarrollo posee singularidad cualitativa y pluralidad dimensional (Mantero, 2010) considerando al destino turístico como un lugar de acción primordial para el desarrollo de actividades que tienden a la satisfacción de la experiencia turística. Una experiencia constituida por factores sensoriales, perceptuales y emocionales.

En el destino turístico la comunidad no es un elemento estático sino que se propicia como un cumulo de elementos cuya dinamicidad propia de los sistemas integrados por componentes heterogéneos que se definen mutuamente debido a dicha dinámica y que modifican el paisaje que es el elemento de mayor vulnerabilidad frente a los agentes turista y residente.

La sustentabilidad como el cuidado y preservación a futuro de los recursos, pareciera ser más que un ideal en función de las tendencias globales del consumidor de hoy que una noción concebida desde factores económicos, medioambientales, sociales.

En la fórmula del triángulo mágico (OMT, 2010) subyace la un concepto que de tan simplista pareciera imposible en vistas a las trasformaciones mercadotécnicas actuales. La sencillez de la fórmula que reza minimizar los costos (de toda índole) junto con los efectos negativos producidos por el turismo, conjuntamente con el incremento de las ganancias o beneficios derivados de modo directo o indirecto pareciera ser la fórmula idealista que los países centrales brindan a los periféricos.

Sin embargo la fórmula de minimizar los costes sociales y propiciar los beneficios sostenibles del turismo es una cuestión que no puede lograrse solo a partir de la implementación de una fórmula patrimonial que tienda a la eficiencia. Y es que el sistema turístico, cuya estructura de formas rizomáticas propicia una mecánica de movimiento que solo deja vislumbrar los límites entre los factores de sostenibilidad.

Lo económico, lo social, lo cultural y lo ambiental, poseen una interdefinición prácticamente constante, donde lo único a lo que podemos atinar los planificadores es a sospechar la tendencia –si existe- del futuro del turismo.

Los modelos actuales de turismo, son en su mayoría insostenibles, carecen de objetivos largoplacistas y sin embargo se burocratizan mediante planes ineficaces y verticalistas cuya lógica casi nunca coincide con la realidad de las comunidades en las que se produce.

La tendencia de los países de economías centralizadas tienden a vacacionar en países de economías emergentes, donde los servicios son precarios – en su mayoría- carecen de estrategias que tiendan al desarrollo y por supuesto poseen una lógica insostenible, denotada entre otros aspectos, por el crecimiento urbano desmedido, el colapso de infraestructuras no planificadas, y el “bolsillo único” en el caso de las regalías de turismo en destinos turísticos maduros que queda en pocas manos y no termina de volver a la sociedad en la cual se produce.

A la luz de semejante complejidad, el territorio se presenta con un espacio de juego y lucha de poderes y capitales, disputas que trascienden las decisiones gubernamentales y afectan directamente el futuro uso de los recursos materiales e inmateriales.

Dejando de la lado las fórmulas mágicas y en vistas a la realidad que nos toca vivenciar, la sustentabilidad se presenta como una concepción pluridimensional de inacabada irreductibilidad (Mantero, 2010).

La paradoja de satisfacer las necesidades turísticas mediante el uso limitado de los recursos, desconociendo el sinnúmero de efectos residuales que presenta cualquier actividad, pareciera proponer aquel ideal presente en el denominado turismo sostenible que mencionara oportunamente la agenda XXI.

Sin embargo, en la actualidad hay destinos turísticos en países con economías emergentes, principalmente de Latinoamérica, que si bien no han alcanzado la sostenibilidad como un ideal, posee para sí soluciones prácticas en dimensiones específicas. Es decir han podido en vistas de los cambios globales, hacerle frente mediante acciones locales.

El incremento de productos turísticos auténticos, cargados de identidad y autoctonía pareciera ser una de las claves para hacerle frente a las nuevas tendencias de consumo.

El turismo justo, responsable, ecoturismo, entre otros, se propone como nuevas tipologías de acción turística. El gran desafío para estos productos has sido prioritariamente detectar cuan insostenibles eran las lógicas territoriales presentes y volver a los factores de adaptabilidad, respetan las improntas más antiguas y más novedosas sin detrimento de las acciones pasadas ya sean estas devenidas de un decisión política, partidaria o por mero incentivo del sector privado.

El factor ético, juego un papel fundamental en relación a la urgencia de modificar o construir modelos turísticos de desarrollo integral, productivo y al mismo tiempo equitativo, orientado a los valores y al respeto mutuo.

Esta concepción supera la necesidad social por la preservación y el cuidado de los recursos sino que implica las nuevas bases para comenzar a repensar los beneficios valorativos y el porqué de las distintas culturas.

Es decir, la responsabilidad en el uso, más que las limitantes propician un armónico desarrollo social, económico, cultural y ambiental, donde el territorio como categoría de abordaje para el turismo es el inicio fundante de cualquier análisis para posteriores acciones de planificación.

Los espacios del turismo dependen de la arquitectura y la puesta en valor de los mismos depende de su gente, es en este punto que la diferencia de gustos y tendencias dependerá de los niveles de identidad que conserve el destino turístico como tal mediante la autenticidad de sus recursos turísticos.

El estilo que brinda la arquitectura en complemento al turismo depende de muchos factores entre ellos de la integración al paisaje, la capacidad de las formas arquitectónicas de transmitir capacidades específicas para con el turista, sobre la calidez de acogida, el diseño de los ambientes e incluso de los hábitats.

En la sociedad actual con la demanda de nuevos espacios turísticos, pareciera que la función de la arquitectura frente al turismo es rehabilitar espacios obsoletos, incluso logrando espacios escenificados con alto valor diferenciador sin embargo de escaso valor identitario ya que responden en su mayoría a espacios creados para el disfrute del ocio mediante una gran variedad de espacios para realizar actividades recreativas.

En las piezas mínimas del turismo desaparecen los elementos colonizadores para detectar las mínimas expresiones que hacen atractivo al lugar y dar cobijo al visitante. Pueden ser categorizadas en dos grupos, uno que refiere a las características del alojamiento que brinda una respuesta a las necesidades habitacionales del turista, y otro grupo que pertenece al equipamiento turístico que incluye la oferta de ocio para compensar los escases de atractivos o su degradación. Estas piezas son las que determinan las reglas de composición y el desarrollo territorial ya sea por suma de las mismas o por su composición.

El organizador social es el hotel y entorno a este de modo satelital se ubica la oferta que refiere al resto del proyecto turístico.

El papel de la arquitectura en la configuración del espacio turístico ha conllevado una diversidad de estudios que defienden una arquitectura del turismo. Esta tipología ha de clasificarse según su génesis, características tipológicas, autonomía funcional y posición territorial.

Desde el denominado “Grand Tour” la arquitectura ha cumplido tres papeles uno que refiere a la arquitectura y la cultura (mediante la valorización y visita a sitios de interés arquitectónico y monumental); la arquitectura del turismo (que aparece junto con la llegada del turismo de masas) y el denominado paisaje del turismo en el cual la arquitectura interviene mediante el uso de estilos con alto valor diferenciado con la conquista de las vacaciones pagas y la revolución en el transporte.

“Es el paisaje el que batalla entre la disolución y la identidad”

En cuanto a estas piezas mínimas mencionadas por Rosa Barba, son las mismas, componentes básicos del sistema turístico, cuya dinámica determina la complejidad de dicho sistema, que ha evolucionado de modo tal que en nuestros días refiere a conceptos tales como el turismo líquido.

El término “líquido” has sido acuñado por el sociólogo Zigmund Baumann y refiere a la percepción de los valores en las sociedades modernas, refiere a “lo sólido” con el sentido de los valores que imperaban en las sociedades industriales. En su libro Amor líquido, demuestra las características de los vínculos de la sociedad posmoderna, signado por la fugacidad, la alteridad y la falta de calidez y compromiso.

Posteriormente este término es adoptado para caracterizar el nuevo turismo, es decir, para mostrar la diferencia entre los productos monolíticos, solidos, prácticamente inmutables, hacia los productos de mayor liquidez, es decir aquellos dinámicos, maleables, de adaptación al cambio y estructuras en red, es decir que el producto turístico va configurándose a medida que avanza la interrelación entre el viajero y los componentes del sistema turístico. Un ejemplo de ello es el denominado Clúster de Canarias, que parte del convencimiento y la iniciativa del tejido socio-empresarial. Donde la importancia radica en el enfoque que refleja la imposibilidad de que existan destinos turísticos similares, ya que la configuración del mismo dependerá por sobre todo de su naturaleza, es decir, respondiendo al concepto de sistema complejo, en el cual sus componentes hacen a las formas.

Me despido con esta hermosa frase de Rosa Barba:

“El turismo esta clarament relacionat amb els procesos de construció del territorio, perque fomenta el seu rendiment economic tant en l´explotacio directa del sól, com a recurs per lédificació, com un valor afegit que incorpora a través de la qualitat que exigeix al mediambient i al paisajte” (Barba, 1996)”.

Portal de América - Fuente: www.boletin-turistico.com

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