¿A Cancún o a Cuba?
Lunes, 19 Enero 2015 23:34

¿A Cancún o a Cuba?
Cuando la Revolución Cubana y el embargo económico frenaron drásticamente el flujo de visitantes estadunidenses a la isla caribeña, México no era aún una potencia turística.
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Sería apenas en 1965 cuando se inauguró el actual aeropuerto de Acapulco, que durante dos décadas fue el segundo en número de vuelos en México —detrás del de la capital— hasta que fue desplazado por el de Cancún.

Con mucha visión se desarrolló la costa del Caribe mexicano como polo turístico. En 1973 se inauguró el aeropuerto de Cancún, cuya terminal consistía entonces en sólo una palapa; en marzo de 1975 comenzó a recibir vuelos comerciales. Hoy tiene tres terminales y está proyectada una cuarta.

Actualmente operan allí 68 aerolíneas, que ofrecen vuelos a 119 destinos nacionales e internacionales. En 2014 pasaron por las instalaciones de CUN más de 17 millones de pasajeros.

En casi cuatro décadas, Cancún y la Riviera Maya se han consolidado como destino turístico. De acuerdo con cifras del gobierno de Quintana Roo, ambos lugares recibieron en conjunto cerca de nueve millones de visitantes en 2013.

La pregunta es si la región del Caribe mexicano y la península de Yucatán, en general, están listas para enfrentar lo que podría ser una fuerte competencia por parte de Cuba.

El jueves pasado, el gobierno estadunidense anunció un relajamiento de las medidas que han restringido las visitas de sus ciudadanos a la isla.

Cuba es el único país del mundo al que los estadunidenses tienen prohibido viajar para hacer turismo. Ni siquiera Corea del Norte e Irán se encuentran en esa condición.

Hasta 1999, la única manera para un estadunidense de viajar a la isla era hacerlo sin conocimiento del Departamento del Tesoro estadunidense, vía terceros países —como México, Canadá y Bahamas— y procurando que su pasaporte no fuese sellado por las autoridades cubanas, pues podía exponerse a fuertes multas.

Ese año, el gobierno del presidente Bill Clinton creó una lista de excepciones para viajar a Cuba —el periodismo, los deportes y los asuntos religiosos, humanitarios, entre otros—, con lo que el número de estadunidenses llegó hasta 200 mil en 2003.

Sin embargo, el gobierno de George W. Bush congeló la expedición de licencias y el número cayó hasta los 50 mil en 2004.

Volvió a subir cuando Washington autorizó las visitas a la isla por parte de exiliados cubanos.

En 2011, se relajaron nuevamente las restricciones pues el gobierno de Barack Obama reanudó el otorgamiento de licencias. El año pasado unos 650 mil estadunidenses fueron a Cuba.

Las medidas anunciadas la semana pasada eliminarán la necesidad de solicitar permiso para viajar. Y aunque técnicamente sigue prohibido hacer turismo, los estadunidenses que visiten la isla sólo tendrán que declarar que el propósito de su viaje cae en alguna de las excepciones existentes.

Cuba recibe actualmente unos tres millones de turistas al año, de los cuales un millón son canadienses y el resto son europeos, mexicanos, argentinos y de otros orígenes.

El principal problema que enfrenta la isla para incrementar el número de visitantes es de infraestructura. Aunque Cuba cuenta con hoteles de primer nivel, el número de cuartos es insuficiente para recibir un flujo importante de nuevos turistas, como los que podrían llegar de Estados Unidos.

Rafael Romeu, un exfuncionario del Fondo Monetario Internacional, ha estudiado desde hace al menos siete años la naturaleza cambiante del turismo en el Caribe. En 2011 publicó un documento en que calculaba que un levantamiento del embargo significaría la llegada a Cuba de entre 3.5 y 5 millones de turistas estadunidenses al año.

“No estamos aún ahí”, me dijo el viernes pasado el ahora presidente de DevTech Systems, una consultoría dedicada a temas de desarrollo.

Romeu no cree que las medidas anunciadas la semana pasada se traduzcan en una estampida inmediata de estadunidenses hacia Cuba, aunque está seguro de que los recientes contactos entre los dos países son un reflejo del reconocimiento mutuo de que el embargo —o bloqueo, en la terminología cubana— es un fracaso y lo mejor es que desaparezca.

Para ello, afirmó, no sólo tienen que levantarse las restricciones por parte de Estados Unidos sino debe terminar el manejo poco competitivo de la industria turística y la economía en general impuesto por las autoridades de La Habana.

Y cuando eso ocurra, predice, entonces más les vale a otros destinos de sol y playa del Caribe, como Cancún y la Riviera Maya, estar preparados.

“Hay tiempo, pero México va a tener que prepararse, ofreciendo diversificación o precios más bajos”, aseveró Romeu.

“Una vez que se termine el embargo, la decisión para muchos estadunidenses entre vacacionar en Aruba, en la República Dominicana o en México va a ser obvia. Van a escoger Cuba por su cercanía”.

Actualmente, más de la mitad de los nueve millones de turistas que visitan Quintana Roo anualmente son estadunidenses. Buena parte de esos visitantes podría cambiar de destino si Estados Unidos y Cuba cambian las actuales reglas del juego.

Y hay razones que van más allá de la cercanía. Además de tener playas que compiten en belleza con las del Caribe mexicano, Cuba no tiene actualmente los problemas de inseguridad que experimenta México.

Entre las decisiones que puede tomar México para anticiparse a esos cambios está, dice Romeu, atraer un mayor número de visitantes de la costa oeste de Estados Unidos y de Europa.

Los cambios vienen, no cabe duda. ¿Estará preparado México para enfrentarlos?

Portal de América - Fuente: www.excelsior.com.mx

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