La historia es más que conocida. Por el impacto que causó y porque ha sido llevada al cine, siendo la más conocida, "¡Viven!" (Frank Marshall, 1993). Bayona la conocía, como todos, pero el libro de Vierci le impactó de otra manera, le abrió otra forma de verla y le influyó, de hecho, en Lo imposible, cuyo título sacó de sus páginas. Una década después, La sociedad de la nieve llega a los cines (15 de diciembre y 4 de enero en Netflix), que debería verse por la impresionante reconstrucción del accidente, pero también, y sobre todo, por esos 72 días de soledad, de desesperanza, de la fe humana frente a la implacable majestuosidad natural de las montañas.
La soledad de la montaña. Quim Vives/Netflix
Bayona tenía dos retos principales frente a una película de inmensas magnitudes. Por una parte, el lado humano. Habló durante horas con los supervivientes, quería mostrar el desafío emocional de todo lo que supuso, en los muy distintos puntos de vista, los que se quedaron en la montaña, los que volvieron a casa. El cuidado, el compañerismo, el entregarse al otro, la confianza, la culpa… todo eso que les produjo llevar a tener que comerse a sus compañeros para sobrevivir. Y, por otro, el paisaje, el lugar, la localización. Para esto, decidió que no quería pantallas verdes y efectos digitales, quería montaña, quería nieve, quería realismo.
“Y lograr ese realismo en un set, en el que la nieve no es real, es muy complicado. Por eso rodamos casi todo en alta montaña, en lugares de difícil acceso, enfrentando nieve, viento y frío”, explica Bayona.
Rodaje en Sierra Nevada. Quim Vives/Netflix
Estuvieron meses en lo más alto de Sierra Nevada. Después de recorrerse el mundo, de los Alpes a los propios Andes, las Montañas Rocosas, los Pirineos, allí en la cordillera andaluza encontraron las condiciones más parecidas a las que se ven y viven en los Andes. Por la altura, por la cantidad de nieve y por el sol. En la Laguna de las Yeguas instalaron los restos del avión estrellado entre los que sobrevivieron. Allí estaba el equipo técnico y creativo.
Para el grupo de actores, Bayona tardó meses en encontrar entre Uruguay y Argentina porque no quería ninguna cara conocida que robara el protagonismo de una historia absolutamente coral. Un grupo de jóvenes actores que pasaron semanas ensayando en Barcelona, trabajando con nutricionistas para, al llegar a la montaña, empezar un rodaje durísimo, con dieta estricta que a algunos los llevó a perder hasta 25 kilos.
Todo blanco. QUIM VIVES/NETFLIX
Precisamente, por eso, también tenían que rodar lo más cronológicamente posible. Y siempre, claro, a merced del tiempo. “En Lo imposible, nuestro gran problema era que la lluvia nunca paraba. Aquí, el gran reto era la adversidad de la nieve y cómo es de indomable”, explica una de las productoras Sandra Hermida.
Rodaron mientras nevaba de verdad, al amanecer, con mucho frío. Algunos, como Enzo Vogrincic, que interpreta a Numa, uno de los personajes más destacados, nunca bajó de lo alto de esas montañas para mantenerse en ese estado de soledad, de irrealidad, de hambre y miedo. La supervivencia física y emocional.
Enzo Vogrincic como Numa. QUIM VIVES/NETFLIX
DONDE NO HAY VIDA
Para completar el realismo de la montaña, Bayona viajó tres veces con parte del equipo a los Andes, al mismo lugar en el que se estrelló el avión y estuvieron los supervivientes. La primera vez estuvo con Laura Pedro, supervisora de efectos visuales, en octubre de 2021. El mal de altura les pegó fuerte. El director perdió la noción del tiempo con un gran dolor de cabeza. Lo único que oía en el gran silencio de la montaña era el latido de su corazón, que va mucho más deprisa allí arriba, donde el oxígeno falta.
Intentaron comprender el reto emocional y físico que supuso. Y también trasladar todo eso a través de la imagen. Capturaron la montaña para que, después, en pantalla sintamos “la prisión de esas paredes infinitas y la presión” que sintieron, explica Laura Pedro.
Fueron hasta el Valle de Lágrimas con actitud de inmenso respeto y humildad. Sabiendo que también a ella, a la montaña, le iban a rendir tributo. Por los que pudieron volver y los que no.
Portal de América - Fuente: Condé Nast Traveler