Hasta aquí una escena normal en los grandes hoteles de Madrid, pero sucedió que instantes antes en el subsuelo del hotel, terminaba de una forma abrupta, una conferencia de prensa de la llamada fontanera del PSOE, Leire Diez, que fue el blanco de toda la información política y policial de los últimos diez días, por haber sido sorprendida y filmada ofreciendo quitas económicas y de reducción de tiempos en la cárcel a delincuentes investigados por la corrupción del gobierno de Pedro Sánchez.
La oferta, que llegó hasta de viajes a Dubai de fiscales, para negociar disminución de penas a un fugado delincuente, era a cambio de información, verdadera o falsa que implicara a la Guardia Civil, fiscales y jueces para apartarlos de sus cargos para que no sigan investigando a la mujer, al hermano del presidente Sánchez y altos miembros de su gobierno y del Partido Socialista Obrero Español, conocido por la sigla PSOE.
La conferencia era para informar que había pedido la baja como afiliada al PSOE y que todo lo que había hecho (las grabaciones) no se las había ordenado su partido y sus jefes inmediatos Pedro Sánchez y Santos Cerdán, eran iniciativa de ella, pues estaba escribiendo un libro sobre la corrupción de la Guardia Civil que osa investigar al “amado líder” Pedro Sánchez.
La conferencia de por si fue bochornosa provocando la risa espontánea de varios periodistas, pero al final se le acerca otro personaje, Víctor de Aldama, otro encausado por múltiples delitos cometidos con miembros del gobierno y en su beneficio, en libertad condicional por estar colaborando con la justicia y la increpa por desear su muerte, como deseó la de un alto cargo de la unidad de elite de la Guardia Civil.
A partir de ese momento surgió el caos, la fontanera sale corriendo con uno de sus polémicos socios, el empresario Javier Pérez Dolset, también encausado, siendo perseguida por Aldama, y por más de cien periodistas, camarógrafos y noteras, por un estrecho pasillo, donde hubo empujones y forcejeos que terminaron en la puerta del hotel donde los turistas no podían creer lo que estaban viendo.
Los hoteles, deberían revisar sus políticas de aceptar en sus salones a las “cloacas del estado” por respeto a sus pasajeros, en este caso turistas asiáticos, y tripulaciones de compañías aéreas internacionales.
Una vez más la política, esta vez la corrupción política, entraba por la puerta y los estupefactos turistas casi tienen que salir por la ventana.
Portal de América - por Ramón de isequilla