Con su estilo directo y didáctico, Ballarini –licenciado en Ciencias Biológicas por la UBA y doctor de la Facultad de Medicina de la misma universidad– buscó derribar el miedo “mágico” a la IA y propuso, en cambio, alfabetizar científicamente para poder convivir con ella de manera consciente. “No se trata de temerle a la IA. Se trata de entender cómo pensamos nosotros. Si no comprendemos nuestros propios sesgos, vamos a tomar malas decisiones con o sin inteligencia artificial”, explicó.
Del mito de la mente perfecta a la realidad de los sesgos
Durante su exposición, Ballarini invitó al público a reflexionar sobre la ilusión de la mente humana como herramienta objetiva y racional. “Nuestro cerebro es un sistema predictivo que se equivoca constantemente”, advirtió. Explicó cómo nuestras percepciones están llenas de sesgos cognitivos y que la IA, al entrenarse con nuestros datos, puede amplificar esos errores. “La inteligencia artificial va a replicar lo que somos. Si no somos conscientes de nuestros sesgos, la IA tampoco lo será”, enfatizó.
Además, subrayó la importancia de dejar de romantizar la ‘inteligencia natural’ como algo infalible. “Tenemos la fantasía de que lo humano es perfecto y lo artificial es peligroso. Pero el problema está en no entender cómo aprendemos y cómo razonamos.”
Educación, curiosidad y el desafío de pensar críticamente
Ballarini dedicó buena parte de su intervención a criticar los modelos educativos tradicionales, centrados en la memorización de datos en lugar del razonamiento. Para él, el mayor desafío frente a la IA no es técnico, sino cultural y pedagógico. “En la era de la inteligencia artificial, tenemos que enseñar a pensar, no solo a repetir. La curiosidad es la herramienta más poderosa que tenemos para enfrentar un mundo incierto.”
En este sentido, defendió la alfabetización científica como un derecho básico para todos: la capacidad de formular preguntas, evaluar evidencias y tomar decisiones informadas. “Si la sociedad no está científicamente alfabetizada, las decisiones importantes las va a tomar otro.”
De la fascinación tecnológica a la responsabilidad social
Ballarini advirtió contra el riesgo de deslumbrarse con la IA sin preguntarse por sus implicancias éticas y sociales. Aunque reconoció su enorme potencial para resolver problemas complejos, enfatizó que su valor real dependerá de quién la programe, con qué datos y para qué fines. “La inteligencia artificial no es buena ni mala en sí misma. Es una herramienta. Y las herramientas tienen impacto según cómo las usemos.”
Su propuesta no fue alarmista sino empoderadora: aprender a pensar críticamente para poder decidir cómo queremos que sea ese futuro. Para ello, llamó a los líderes, docentes y ciudadanos en general a no delegar la comprensión de la IA en un grupo reducido de expertos.
Uruguay, en el centro del debate
El paso de Ballarini por el Summit IA Human Future 2025 consolidó la apuesta del evento por un diálogo profundo, humano y accesible sobre el impacto de la inteligencia artificial. Frente a una audiencia diversa, su mensaje fue claro: no basta con desarrollar tecnología de punta; es imprescindible construir una sociedad capaz de usarla con criterio y responsabilidad. “La IA llegó para quedarse. Pero el futuro no está escrito. Depende de nosotros decidir cómo queremos usarla.”
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