por Francisco Rivero, desde Madrid
Mientras que la cena de Nochebuena, del 24 de diciembre, la noche en la que se conmemora el nacimiento del Niño Jesús en el Portal de Belén, se hace una cena familiar, con productos típicos de cada región y se cantan villancicos, la cena de Nochevieja es una cena mucho más lúdica y de amistad, en la que se reúnen en las casas o en los restaurantes los amigos para celebrar la despedida del viejo año y comenzar el nuevo deseando salud, paz, felicidad y dinero para todos, brindando con una copa de cava, el vino espumoso español, a la que se echa una joya de oro para atraer la buena suerte.
Pero sin duda alguna el culmen de esta noche es acudir a la Puerta del Sol y cuando el reloj de la Casa de Gobierno Regional de la Comunidad de Madrid marca las doce campanadas que separan el día siguiente y como consecuencia el Año Nuevo, se comen de una en una las 12 uvas, hecho que se retransmite a toda España por todas las cadenas de televisión. Después muchos se marchan a discotecas para continuar la noche hasta altas horas de la madrugada y terminar en una churrería donde se comen los típicos churros con chocolate, para ir a dormir bien entrado el día 1 de enero, festivo en toda España.
¿De dónde viene todo esto? Se cuenta que, a principios del siglo XX, en la comarca alicantina de Vinalopó, en el sudeste de la Península Ibérica, había exceso de uvas por una gran cosecha y aquí comenzó la tradición de comer las doce uvas en la Nochevieja. Es tan potente esta tradición que desde hace unos años se celebra también a las doce del mediodía la comida de uvas o de gominolas, caramelos dulces, mientras se hacen las pruebas de las 12 campanadas para la noche de Nochevieja o bien algunos jóvenes se las comen debajo de una mesa porque para los supersticiosos así es mucho más fácil encontrar pareja.
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