por Eugenio Yunis, desde Santiago de Chile
Consultor asociado de PDA Media & Consulting

Hay varios factores que inciden en esta baja cuota de mercado: conexiones aéreas escasas, débil infraestructura de transporte, imagen de inseguridad, inestabilidad política y de las políticas turísticas, entre otros, pero también una gobernanza inadecuada. En este ensayo, analizaremos este último factor que permea a todos los anteriores.

La débil gobernanza pública del turismo, es a la vez causa y consecuencia de que esta actividad en la mayoría de los países sudamericanos siga siendo un sector menor en las economías sudamericanas, y como corolario, también un sector de baja prioridad en las políticas gubernamentales. Esta industria no cesa de crecer en todas las latitudes y en muchos países, -desarrollados, emergentes o en vías de desarrollo-  gracias a decididas políticas públicas visionarias y transversales, se ha constituido en un sector clave de sus economías; en varios de ellos (España, Grecia, Italia y Portugal, por ejemplo), el turismo ha sido la industria que les ha permitido sobrellevar con relativo éxito duros períodos de recesión y crisis económica.

En Sudamérica, en cambio, el turismo sigue sin ser apreciado cabalmente; en el mejor de los casos, es mirado simplemente con cierta simpatía por las autoridades, pero rara vez con la profundidad que su transversalidad, complejidad y múltiples aristas requiere. Aún no existe entre las clases gobernantes, cualquiera sea su color político, un real reconocimiento de su probada potencialidad para impulsar el desarrollo en regiones extremas o atrasadas; para generar divisas y diversificar el aparato productivo; para asentar a las poblaciones en sus lugares de origen, evitando la migración rural-urbana y los problemas que ella trae en las ciudades; para generar empleos y oportunidades de emprendimiento entre jóvenes, mujeres y otros grupos vulnerables; para recuperar y utilizar sustentablemente el patrimonio natural y cultural, incluyendo expresiones culturales autóctonas y tradiciones de los pueblos originarios.
 
En definitiva, y a pesar de los esfuerzos ocasionales de algunas autoridades máximas de turismo, el sector sigue siendo el “vagón de cola” en los programas de gobierno, en las propuestas de los candidatos presidenciales y parlamentarios, en las prioridades gubernativas y en los presupuestos de los Estados.

Dadas sus numerosas implicancias económicas, territoriales, sociales y medio-ambientales, su gran potencialidad, la complejidad de su gestión derivada de su carácter transversal, el desarrollo sustentable del turismo necesita de sólidas políticas públicas y de una visión estratégica de largo plazo, que sólo una gobernanza pública multi-institucional al más alto nivel y una sólida y efectiva asociatividad con el sector privado pueden garantizar.

Por esto y por las falencias anteriormente expuestas, parece necesario hacer un serio y profundo esfuerzo para lograr una gobernanza eficaz para el turismo a nivel de cada país; la gobernanza constituye un elemento vital en este sector multidimensional, con varias decenas de miles de empresas de todo tamaño, en el que intervienen muchas administraciones públicas, que interactúan con miles de actores privados, con muchísimas aristas vulnerables y en constante evolución.

Para enfrentar el desafío de lograr una gobernanza eficaz, los gobiernos debieran dilucidar en primer lugar algunas cuestiones o preguntas claves, que serán materia de la segunda parte de este ensayo.

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