por Luis Alejandro Rizzi, desde Buenos Aires
El presidente Alberto Fernández ha dicho más de una vez que no se dejará correr por la economía y que los puntos del PBI que se pierden, se recuperan en algún momento; las vidas, no.
El error de este modo de pensar es que la cuestión se plantea como un “dilema”, que, como sabemos, es una situación en que las opciones posibles son igualmente buenas o malas, el dilema en el fondo está bajo el sino de la fatalidad.
En su lugar yo me plantearía la siguiente cuestión como prevenir que se pierdan menos puntos del PBI y como lograr que se evite la mayor cantidad de muertes posibles.
Esta visión es más optimista y creativa porque nos planteamos el problema como tal, es decir de una situación compleja que debemos aclarar del mejor modo posible, quiero decir tener por ejemplo una solución buena y otra mejor.
En la Argentina y en nuestro modo de pensar parecería que no tenemos capacidad para resolver una saga de problemas al mismo tiempo, necesitamos imperiosamente escalonarlos, primero uno después el otro y asi sucesivamente. Esto no tiene que ver con las prioridades que es otra cosa diferente.
Diría, para entendernos, que cada prioridad contiene diversos problemas que es necesario afrontar en conjunto.
La cuestión de la salud parecería que estuviera en un rumbo correcto aunque podría señalarse que deberíamos tener mayor cantidad de testeos, para saber exactamente como estamos ubicados.
Por el contrario en la cuestión económica estamos mal y las perspectivas no son las mejores.
Quienes tienen la responsabilidad de gobernar, los opositores y los terceros deberíamos proponer políticas específicas y novedosas para poder tomar mejores decisiones.
El gobierno está optando por lo que cree es la única solución posible, emitir dinero que, marzo contra febrero se emitió un 34% y la maquinita parecería estar trabajando a mayor velocidad con la que los “buenos” ladrones de la serie de “Casa de Papel” funden barras de oro para convertirlas en pepitas.
Hago esta comparación porque el emisionismo no es ni más ni menos que un impuesto creado al margen de la ley que perjudica a ese 35% de pobres e indigentes que seguramente se incrementará hasta un 45/50%. Por el momento se crea la fantasía que se está apoyando a las empresas y a los productores de bienes y servicios, pero por otro lado, se generan obligaciones sobre un insoportable nivel de pérdidas. Es como tratar de matar a un cadáver.
En mi opinión esto no es más que un “bartolerio” propio de curanderos y timadores.
Debemos distinguir entre lo que es la Argentina de hoy, un país fracasado, lo midamos como lo midamos. Llevamos 10 años sin crecimiento en un promedio de 40 años solo hemos crecido a una tasa de solo el 1,4. Llegamos a participar en 3 puntos del comercio exterior y hoy solo lo hacemos en un mísero 0,3%.
Hoy sin llegar a nada extraordinario deberíamos exportar por un mínimo de u$s 400 mil millones y casi celebramos que estemos en un nivel de 50/ 60 mil y que el saldo comercial haya sido azul, solo porque el país importa menos debido al crecimiento de la pobreza, la disminución del valor real del salario y el aumento de la capacidad ociosa. Todo ello sin perjuicio de que el propio gobierno traba las exportaciones con impuestos incomprensibles porque es incapaz de administrar el país con eficiencia.
No sabemos comprar unos litros de aceite y unos kilos de azúcar y fideos…
Debemos pensar de otro modo dejando de lado ideas y doctrinas que no se pensaron para un país como la Argentina, debemos asumir que si el “covid19” tiene carácter de “epidemia”, constituye un hecho fatal que aun previsto sería inevitable.
Hoy se puede predecir una erupción de un volcán, pero no se la puede evitar. A lo sumo se puede prevenir que los perjuicios sean mínimos.
Pues bien frente a un hecho de esta naturaleza, es obvio que todos perderemos algo, desde los ricos a los pobres más aun unos perderán más que otros porque asi es la naturaleza humana y la distribución de virtudes y miserias también es desigual.
Gracias a Dios hay más virtuosos que miserables. En otras palabras siempre la “buena fe” está varios escalones más arriba que la “mala fe”.
En este momento todos piden por su lado, me refiero a la Argentina y a instituciones no nacionales como la IATA que debiera morderse lo labios antes de hablar y reclamar por ayudas que son imposibles.(siempre me refiero a Argentina).
Nuestro Estado no tiene capacidad económica para financiar esta epidemia, por ello mismo debe ocuparse de esta cuestión económica con la misma garra que le pone a la epidemia.
Emitir como se está haciendo y seguirá haciendo no es más que una mentira que contagia para mal, que asimismo deberíamos poner en cuarentena como la prevención “covid 19”.
Pienso que el Estado, mediante una ley del Congreso debería declarar una moratoria de pasivos para todos los contribuyentes y deudores privados, exceptuándose los ahorros legítimos depositados en instituciones bancarias o en instrumentos legítimos, como acciones y bonos, quizás disponiendo su disponibilidad parcial y transitoria, sin apropiación o imposición alguna. Deberían exceptuarse los depósitos en cuentas o instrumentos a la vista.
Esta moratoria debería ser por un plazo de cinco años, que se contarían a partir del primer crecimiento anual del PBI que supere los tres puntos y un déficit fiscal que se mantenga por debajo del 3% del producto.
Esto sería un incentivo para, racionalizar y mejorar la calidad del gasto, incrementar la capacidad de creación de la sociedad, para estudiar y especializarse en su caso, para fomentar el ahorro, para mejorar la productividad y sobre todo mejorar nuestra frágil institucionalidad.
Esta propuesta evitaría emitir descontroladamente y repartir el costo de la epidemia entre todos los habitantes del país. De ese modo despejaríamos una grave preocupación de la gente, cuyas consecuencias no creo que hayan sido medidas o ponderadas.
En simultáneo el gobierno debería presentar un programa político económico para los próximos cinco años que debería previamente ser debatido por los partidos políticos y los factores de poder representativos de todas las actividades y probablemente elevarlo a la categoría constitucional como una enmienda de duración limitada para legitimar la moratoria que propongo.
Pienso que el Plan Austral del año 1985 podría ser un antecedente útil, en especial para terminar con la inflación inercial que es uno de los fantasmas más reales de nuestro sistema económico.
Esta propuesta, para ser innovativos y salir de las escuelas y doctrinas que no nos aplican, vengan desde el liberalismo (neo o max…), desde el marxismo o desde la Iglesia, del instituto Patria o de donde se les ocurra, tiene como finalidad ayudarnos a pensar de otro modo e intentar hacer algo diferente.
Quizás lo mío sea un disparate, pero espero que en ese caso irrite el cerebro de los demás para que salgan de las “soluciones comunes” que ya demostraron que en la Argentina “no funcan…” y son peores que la enfermedad endémica de nuestra economía, más aun la potencian.
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