El de antes de los mal nacidos narcos (y de los que les permitieron entrar en escena).
El de antes de las redes sociales(a las que nadie parece ponerles freno y cambian la agenda a diario).
El de antes de los rascacielos (siempre es preferible y más calma, la horizontalidad).
El de antes de Mac Donalds (los chivitos de aquel Facal y los panchos de La Pasiva de Ejido, mmm...)
El de antes de las low cost (el clasismo al mango).
El de antes de Airbnb (a mí me gustan los hoteles y por no parecer antiguo...).
El de antes de la bancarización obligatoria (el GH está en todos lados).
El de antes de Paco Casal y los Damiani (estábamos despegados en campeonatos uruguayos y los teníamos de hijos...).
El de antes de Joao Havelange (la FIFA sería igual de corrupta pero no daba para sospechar).
El de antes de Maduro (conste que no decimos Chávez que sabía cuanto era dos más dos).
El de antes de Trump (conste que no decimos Bush que tal vez fue peor pero al menos guardaba las formas, lo que ya es decir...).
El de antes del Pepe (conste que no decimos FA, que tuvo más aciertos pero los mismos o peores errores que sus antecesores).
El de antes de Tinelli (decíamos contigo en vez de con vos y no existían casi los tatuajes).
El de antes de dejar de fumar (estaba flaco, tenía mi pinta, no era hipertenso y tenía en orden la glicemia, los triglicéridos y los colesteroles)
Pero no todo tiempo pasado fue mejor. El vino uruguayo de hoy se puede disfrutar, hay experiencia hasta para regalar, hay muy buenos recuerdos de tiempos vividos, reivindicando siempre haber optado por el turismo como actividad y por sobre todas las cosas, está la familia que no provoca nostalgias, sino empatía con la de la niñez, la de la mesa larga y mucho ruido, aunque los nietos no me dejen escuchar el noticiero, ni ver los periodísticos que me gustan.
Salud!! esta noche la nostalgia es un pretexto para festejar y ¡allá vamossss!!
Portal de América - por SAH
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