por Sergio Antonio Herrera, desde Praga

Nos presentamos al costado de la Ópera de Viena, a la hora señalada en Operngasse 8 y allí comenzamos el tour.

En la campiña austriaca debíamos disfrutar de pueblos antiguos, escarpados viñedos y espectaculares paisajes, y eso fue a medias porque el guía se esmeraba mucho en demostrar sus conocimientos de inglés, alemán, italiano, y "de vez en cuando" decía algo en español.

Pasamos junto al famoso Castillo de Dürnstein, donde, según cuenta la leyenda, Ricardo Corazón de León fue encarcelado y liberado por su fiel escudero Blondel. El folleto decía "Aquí contaréis con una hora de tiempo libre para visitar la fortaleza a vuestro aire", bien, lo hicimos a nuestro aire pero solos, el guía quedó en el bus, teníamos veinte minutos para llegar y volver del lugar y otros diez para la visita, nunca encontramos la torre.

Dejando atrás el castillo nos embarcamos en un crucero por el río Danubio, recorriendo el corazón del valle del Wachau desde Splitz hasta Melk, pasando por la región vinícola de Krems. Por su historia y su belleza, el valle del Wachau está considerado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

Además que -al menos esta parte- del Danubio, nos defraudó, el guía volvió a brillar por su ausencia y en todo el trayecto hubo dos anuncios por altoparlantes en alemán, que seguramente explicaron alguna cosa de la cual no nos enteramos.

En Melk se encuentra el punto culminante de la excursión, una auténtica joya del estilo barroco austriaco, la Abadía Benedictina de Melk, seleccionada en 2008 junto con la región de Wachau como Mejor Destino Histórico del Mundo. Decía el folleto: "Si lo deseáis, podéis visitar el monasterio por vuestra cuenta con una audioguía en español, ya que en este punto contaréis con una hora y media libre"...Nada de eso, nos esperaba un guía que probablemente hablaba en español y fue el que nos acompañó durante el tour.

En definitiva, hacía muchos años teníamos la fantasía de navegar el Danubio y realmente, no es lo que esperábamos.

Hemos visto muchos mejores paisajes hasta en nuestro propio continente, por ejemplo en el sur argentino.

Y una confirmación contundente, Johan Strauss fue más genio de lo que cualquiera puede presumir, nos "vendió" el Danubio Azul que es más verde que la lechuga.

Hace un rato llegamos a Praga, la capital de la República Checa, con frío y lluvia, pero tras una ruta muy atractiva que tuvos sus puntos altos en Linz (Austria) y en Český Krumlov (República Checa), que con gusto ya les contaremos.

Portal de América